Oscar A. Fernández O.
Cuando las sociedades comenzaron su desarrollo, se produce la división social del trabajo. Los productores se especializaron en obtener mercancías concretas: unos cazaban, otros fabricaban armas, etc. Pero luego unos necesitaban comer carne y otros necesitaban tener armas, e intercambiaban mercancías que tenían valores de uso distintos. La proporción entre dos valores de uso es el valor de cambio (por ejemplo: tres hachas por dos osos).
El desarrollo de las sociedades continuó, los trabajadores se especializaban cada vez más y los intercambios se multiplicaban vertiginosamente. Surge la necesidad de regularizar el valor de cambio. No podían seguir estableciendo el valor de cada mercancía en osos y hachas. Entonces se crea una mercancía distinta, el dinero, y todas las mercancías comienzan a cambiarse por una misma, cuyo valor de uso era nulo, pero sirve para comparar los de las demás mercancías.
Cuando se intercambian mercancías por medio del dinero, se equiparan los trabajos invertidos en obtenerlas. Marx dijo: “El cambio es una relación entre trabajadores, con una envoltura material”. Sin embargo el trabajo puede comprarse y venderse, como una mercancía más que, como veremos en el capitulo siguiente, tiene la peculiaridad de que puede pagarse por ella menos de lo que en realidad vale (explotación): su valor de uso es muy superior a su valor de cambio.
EL CAPITAL Y LA PLUSVALÍA
Al principio, tras la aparición del dinero, los trabajadores producían una mercancía (carne, vegetales, herramientas,…) de la cual utilizaban una parte. El resto la vendían y con el dinero obtenido compraban las demás mercancías que necesitaban para vivir. La circulación de mercancías era M-D-M (mercancía-dinero-mercancía), primero se realizaba una venta y luego una compra.
Cuando la producción de mercancías alcanza un desarrollo muy elevado, el dinero se transforma en capital. Veamos este concepto detenidamente, pues es el meollo del marxismo.
La circulación de mercancías pasa a ser de la forma D-M-D, es decir: que se tiene un dinero (capital), se realiza una compra de cierta mercancía, y luego se vende esta mercancía… ¡¡y se obtiene por ella una cantidad de dinero mayor que la inicial!! Este aumento del precio de la mercancía se llama plusvalía. Pero, si no ha variado su valor efectivo, ¿de dónde sale esa riqueza?
Veamos cómo se produce el proceso D-M-D. Una persona realiza una acumulación de capital, juntando una gran cantidad de dinero, por los medios que sean. Este “acumulador” es un capitalista. Con su capital, adquiere una mercancía, que tras venderla le proporciona “misteriosamente” más dinero del que invirtió. Estudiemos el caso más claro de capitalista, el del empresario, el cual adquiere una mercancía distinta, especial, que es el trabajo. El empresario “compra” el trabajo de un obrero por un cierto número de horas, también compra los llamados medios de producción: materias primas, herramientas para trabajarlas, local de trabajo, energía para las máquinas, etc. De esta compra obtiene un producto (fabricado por el trabajador, a partir de las materias primas y las herramientas que pertenecen al capitalista), y vende este producto a mayor precio de lo que invirtió. De esa ganancia extra, llamada plusvalía, parte se dedica al crecimiento de su empresa y parte pasa a engordar su fortuna.
¿De dónde habrá salido esta plusvalía? Evidentemente, ni las máquinas, ni el local, ni la materia prima generan riqueza por sí solos. Sólo el trabajador puede generar riqueza, cuando lleva a cabo la producción de una mercancía.