Tania Primavera
Los lugares a los que acudo, prefiero que sean según yo, lugares donde “no va nadie común”. Además, no voy casi a ningún lado. No es que quiera evitarlos, es que me llama la atención aquellos lugares donde me siento como pez en el agua, donde pueda acceder sin sentirme fuera. Es así, como acudí de nuevo a la invitación de El Ateneo, para una conferencia muy especial, se llamaba “La historia de los libros en los libros”, me pareció un nombre muy genial.
Ya había ido días antes, a la bellísima presentación del libro de Yanira Soundy, “Peña Blanca”, sobre la vida y obra de su tío, el poeta y editor Ricardo Trigueros de León (1917-1965), el cual ya casi termino de leer, y en ese libro habla de la vida en el pueblo cuna del árbol de bálsamo, San Julián, entre otras cosas, pero este aún me queda unas páginas pendientes.
Al ver el nombre de esta ponencia sobre libros, no me quería perder la velada, que se realizaría como parte de la celebración del Día Mundial del Libro, a cargo del Doctor Celso Rodríguez Echenique, director del Instituto de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Alberto Masferrer (ICTUSAM) y miembro del Ateneo de El Salvador, él hablaría de la historia de los libros… en los libros.
Así que, al atardecer, jueves 27 de abril de 2023, algo cansada por todo el día de trabajo, pero con ánimos puestos en entrar en aquel lugar cerca del centro histórico de San Salvador, y con más de 100 años de historia, porque existe el Ateneo desde 1912, tomé un Uber y llegué, sola.
Entré, saludé, las fotos y las pinturas en las escaleras, llegué al salón de honor en la segunda planta. Estaba algo vacío todavía, tomé asiento en la tercera fila. Las fotos de muchos personajes que han sido parte me observaban, esperé el momento de que comenzara. Yo vestía con mi vestidito sastre tweed color negro y sandalias café, mi collar de ónix. Hombres con traje, otros vestidos sencillamente, mujeres con peinado sofisticado, todos me sonreían al entrar.
Voltee a ver y saludar de nuevo a la diosa Atenea, la pintura que siempre está ahí. La mesa de honor con sus ringleras de sillas de madera labrada. Le dije ¡hola! La pintura con el rostro de Salarrué, ¡hola! La otra pintura con el retrato de Rubén Darío. Fotografías de Gavidia, de Araujo, de un sin fin de seres de la cultura e intelectualidad salvadoreña a través de las décadas.
Pero entonces, puntualmente, a las cinco, comenzó todo. Nadie grabó la conferencia completa, ni yo. Poco a poco, fue llegando otra gente, pero no se llenó, y eso me gusta.
En un viaje, nos llevó esta conferencia, desde los primeros papiros en Egipto, luego habló de Grecia, el Doctor Celso, con gran maestría y simpatía que invita a ir y buscar tantas lecturas, hasta me sentí pobre, cuánto me falta por leer me decía en mi voz interior. La historia detrás de cada libro, de aquellos como Homero y el libro “La Ilíada”, de cómo se salvan otros y comienza el renacimiento, de cómo otros escriben como Miguel de Cervantes y su “Don Quijote de La Mancha”, que aún no he leído. Habló del extraordinario escritor francés Víctor Hugo, con sus textos como “Los Miserables” historias de vida y cercanos a lo social entre otras virtudes agregando a su vida y muerte, que la sintió toda Francia. De cómo Antoine de Saint Exupery deja todo listo su “Principito” en 1944 con sus editores y manda su manuscrito y se despide de su esposa salvadoreña Consuelo Suncín antes de ir a los combates aéreos y perderse para siempre en el mar. De cómo la autora de “Harry Potter” escribe sus historias en medio de sus problemas y angustias y una niña, la hija del editor, fue su filtro. Y más y más. Y los escritores latinoamericanos, y salvadoreños también.
Pero entre mi oído agudo, tratando de escuchar, alguien estaba atrás de mi hablando, no mire atrás, pero ya me tenían “china” como decimos aquí, o sea cansada, porque tenían una su platicadera, y yo queriendo oír todo lo que, durante hora y media, el Doctor Celso contaba en su magistral conferencia, dictada en unos quince capítulos. Hablaban y hablaban y quería decirles ¿pueden callarse? ¡Estamos en una conferencia y a mi si me interesa! A veces la gente no aprecia o da por hecho que así es, pero no es así.
La conferencia, parecía un guion de cine. Gracias por la gracia de juntar las palabras y hacerla lectura para los presentes esa noche.
Duermen las hojas que Usted doctor, sacó a pasear, para contarnos estas historias de los libros, detrás de los libros; hay una historia que contar.
Agregando, en esta lectura, la diferencia entre tener un libro en papel y un libro digital. Así como la radio persiste, así como la fotografía también es mejor verla en papel; así, los libros no van a dejar de existir y ser un objeto que pueda poner en mis manos, en tus manos. Y abrirlo para abrirse al universo de posibilidades que otorgan sus letras.
Esa noche, después de una copa de vino. Salí más sabia, y alimentada sin egos. Emprendo nuevas búsquedas, en estos ojos que a veces se ven borrosos, y no he podido comprarme anteojos. Pero me di cuenta, que me falta mucho por leer.
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