CONTAR CON OTROS
Por Wilfredo Arriola
Es diciembre, de más está decir que ha sido un año complicado. El mundo ha dado giros insospechados, hemos convivido con la zozobra que produce la incertidumbre de caer en los tentáculos de la enfermedad del momento y para remate, otros, por otras circunstancias se han marchado. Eligieron de una manera cruel irse de este mundo, quizá no por ellos, sino que el destino trabajó de forma inexplicable para ello. Accidentes, enfermedades, migraciones, golpes bajos de suerte, en fin, ha sido un año para la historia. Es un hecho, hemos buscado de manera puntual a cierto tipo de personas que han estado con nosotros en este año y en otros también, pero en su particularidad, en este 2020.
Contar con otros, es el detalle. Es saber encontrar, es saber que en una llamada alguien detrás del móvil estará ahí, con una palabra, con dos, con todas las que hagan falta para hacer más liviana la carga de la vida. Es también saberse entre otros, es contar con otros, para lo trivial de un café, de un partido de futbol, para hablar de la carrera que cursamos, para que nos cuenten como nos va en el emprendimiento, en la nueva persona que viene al mundo. Detenerse a pensar, saber que hay alguien que se podrá alegrar de nuestra alegría, conmover con nuestra tristeza o ponerse alerta con nuestro futuro.
La pandemia aparte de ser algo cruel, también nos ha regalado el obsequio de la amistad, de la consolidación de las relaciones. Hay muchas que ya no forman parte de lo nuestro, y hay otras que por más adversidades que sucedan siempre estarán ahí, intactas como si nada hubiese pasado. Descansan, para continuar la conversación de siempre, la que nunca acaba porque siempre hay algo que decir, que agregar. A parte de eso, también están las nuevas amistades que se suman al ramillete de emociones, de vivencias que nos pasan. Nuevos vínculos que aspiran a ser partes de lo nuestro. Los vínculos como los libros, los que más no impactan, siempre nos admiran de los 25 años hacia abajo y que los demás, buscamos en ello, volver a sentir lo que ya hemos sentido antes. Repetir, no crear. Recrear ahora con la madurez que nos pasa, en tela de juicio esa afirmación porque somos seres cambiantes y podemos con el tiempo, generar nuevas emociones de acuerdo con el lugar donde estemos. Hay varios después de cierta edad, que es una lástima no haber coincidido con ellos desde toda la vida, pero para virtud han aparecido y eso por el momento basta.
Se acaba pronto este ciclo llamado 2020, en su probabilidad vendrán más noticias, malas espero no tengamos: pandemia, huracanes, deslaves, violencia, muerte, corrupción, lejanía, pero apelo a la cercanía. Salvo a la cercanía, al abrazo, a la llamada motivadora, a la palmada en el hombro. Todos salvamos una pequeña lucha, que solo quien la pelea sabe si es pequeña o grande, o la dimensión que tiene. Tal vez, ha habido momentos en este año, en donde ya no nos quedaban fuerzas, y muy detrás de todo siempre rompía la palabra y el aliento a continuar. No sabemos con exactitud sí, es bien merecida o no, esa complicidad, lo cierto es que, detenerse a pensar, también reivindica el deseo de gratitud por quienes han estado.
Preguntarse, si hemos sido uno de los que hemos apoyado o si hemos recibido más de lo que hemos podido aportar, ese examen de autoconciencia quedará flotando en nuestra mente y la respuesta aun más, saber responderla, será un flecha en la diana de la verdad. Contar con otros, que otros cuenten con uno, saberla llevar y hablar de esto a futuro… como meta, como satisfacción y como fundamental apoyo en estos tiempos de necesidad. Ojalá y cuenten contigo, ojalá y también sepas contar con los tuyos…