Juan Antonio Chicas
El grupo de gente religiosa que anda obstinada en cambiarle el nombre a La Puerta del Diablo ahora ha encontrado eco en una diputada, quien, por cierto, no es primera vez que aparece con iniciativas que denotan su fundamentalismo religioso, pues anteriormente acuerpó la propuesta de que se incluyera la lectura de la Biblia en el sistema educativo nacional, propuesta con la cual, si se implementara, se estaría violentando la laicidad del Estado.
Aparte de ser un tema trivial el cambio de nombre, con lo cual se estarían dejando de discutir temáticas de verdadera importancia nacional, vale la pena revisar algunos argumentos que se presentan para ello y demostrar, a la vez, lo infundados que son.
Argumento 1: “La palabra Diablo denota maldad y destrucción”. Un concepto o término solo denota un juicio de valor (bueno o malo) para la persona que así lo quiere asumir, pero para quien les es indiferente, no denota maldad ni bondad, pues es solo un concepto. Argumento 2: “Hay una crisis de violencia, y el cambio de nombre puede hacer un llamado al cese de esta”. Si un nombre religioso fuera generador de paz, el territorio salvadoreño estaría libre de violencia, pues la mayoría de lugares tienen nombres de ese tipo. Argumento 3: “Se busca que el derramamiento de sangre comience a decrecer y eso sucederá cuando haya una “Puerta de Dios” (que es el nombre propuesto)”. Este, al igual que argumento anterior, no es más que una subjetividad, no tiene ningún sustento en la realidad y cae en el mismo absurdo al estar demostrado que los nombres del lugar no tienen nada que ver con el actuar de las personas. Argumento 4: “Actualmente es un lugar sucio donde se realizan actos sexuales inmorales”. ¿Con solo cambiarle el nombre hará que el lugar se mantenga limpio y que la gente no haga ese tipo de actos? Obviamente no.
Finalmente, es importante recordar que las organizaciones religiosas son las que siempre defienden las “tradiciones”, pero en este caso, en que es una tradición el nombre del lugar, ahí no les importan las tales tradiciones.