Por Mauricio Vallejo Márquez
Los pequeños triunfos sobre uno mismo son más determinantes que los éxitos contra otros. Porque no hay perdedores. Vencer a nuestros instintos, vicios y a la comodidad resulta tan satisfactorio y constructivo que no se puede comparar a un hecho beligerante en que se batalla contra otros en la cual aunque se aparente tener un ganador son los bandos los vencidos.
Obviamente que el asunto no es tan fácil, combatir con nuestros propios demonios requiere entereza, voluntad y decisión. Lo cual no siempre se encuentra entre nuestros deseos. En muchas ocasiones nos dejamos guiar por nuestros deseos y la complacencia, sin percatarnos que al dominarnos a nosotros mismos podemos llegar a hacer cosas maravillosas.
Hace unas cuantas semanas fui invitado a una fiesta. Disfrute mucho la compañía y el momento, sin embargo me fume un cigarrillo. Tenía años de no fumar, creo que desde el 2015. Pero son cosas que pasan. El detalle no quedó ahí, porque el deseo por el tabaco comenzó a hacer mella en mí. Tras ese día pasé con el anhelo de uno más hasta que un día sucumbí a la tentación y comencé a fumar. Uno al día, me dije. Luego lo dejo. El detalle es que ese uno al día se me hizo dos y tres, y en lugar de dejarlo se me hizo habitual. El tabaco me estaba venciendo.
Wilfredo me señaló que sustituí con el tabaco otra adicción, lo cual tenía sentido. Las adicciones son tan encantadoras que nos embriagan y enamoran al punto de olvidar la vida.
Compré otra cajetilla. Los diseños de estas ya no son como lo fueron en los 90. Ahora traen fotografías con las consecuencias contra la salud que vienen en el paquete de fumar. Supuestamente como disuasivo, lo cual no veo que tenga mucho efecto en los fumadores. Por lo menos a mí no me genera nada, no sé si por mi profesión o por las cosas que he tenido que vivir en mi existencia. Pero el último cigarrillo que fumé fue el domingo de la semana pasada y a siete días de cumplir los 44 años quiero celebrarme con lo que de verdad es un lujo: vencerme a mí mismo. Dejé de beber licor hace muchos años, tanto que puedo decir que tengo más de diez años de no ser vulnerable a él, este año dejé el café que se había transformado en mi tormento. Y el cigarro, sí que me ha dado trabajo y he caído repetitivamente, aunque lo he logrado dejar por años. Espero tener un triunfo más sobre este ligero azote como la concreción de mis pendientes de vida para obtener los nuevos sueños que me he propuesto.
Es interesante, pero el desenlace de nuestras vidas debe tener la satisfacción de haber librado una buena batalla contra nosotros mismos y aunque el puntaje no sea el ideal, el hecho de haber concretado metas y saldado la guerra contra uno mismo nos ayude a suspirar con satisfacción por haber hecho lo mejor que pudimos hacer en nuestra vida.
Mtro. Mauricio Vallejo Márquez
Licenciado en Ciencias Jurídicas
Maestro en Docencia Universitaria
Escritor y editor
Coordinador Suplemento Cultural 3000