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Contradicciones

José M. Tojeira

Si Ud. es pobre y se le ocurre hurtar una libra de arroz en un supermercado, prostate lo más seguro es que lo capturen, salve llamen a la PNC y además pongan su foto en un lugar del súper (eso hacían hace muy poco todavía) mostrando su acto ilegal o su detención. Y a Ud. no le quedará más remedio que callarse avergonzado. Si Ud. es rico y adeuda 4 millones a Hacienda en impuestos sobre la Renta, lo más seguro es que no publiquen su nombre. Pero si un día lo publican Ud. dirá que es un abuso, que las leyes lo protegen, que podrá denunciar a quien le ha ultrajado tan vilmente, etc. Y además el jefe de su gremial de empresarios pondrá a disposición su equipo de abogados para que Ud. demande a todos los periódicos que publiquen su nombre y su deuda juntos. Y no se preocupe, porque los que publicarán su nombre no son los grandes periódicos del país, sino los pequeños, los alternativos y los digitales. Y por supuesto no se preocupe, que “nadie” dirá que está atacando Ud. a la libertad de prensa. Y se escribe nadie entre comillas, porque para los poderosos de este país, son nadie quienes escriben en medios alternativos, no controlados por ellos con su poco imaginativa, estúpida, reiterativa y, en ocasiones, inmoral propaganda. Lo menos que podíamos esperar de ANEP es que denunciara o, al menos, suspendiera la afiliación a la gremial de los miembros que se atrasan en el pago de impuestos. ¿O es que acaso el pago de impuestos no es una responsabilidad ciudadana y una obligación moral?

La empresa privada, según las declaraciones de un importante representante de los empresarios, invierte en seguridad más del doble que el Gobierno de la República. Pero exige que el Gobierno, con la mitad de lo que ellos utilizan para darse seguridad, dé tranquilidad a todo el país. Eso sí, los empresarios tienen que gastar todo ese capital porque el Estado no les da seguridad. Pero jamás darán ese dinero al Estado para que les dé seguridad. No pierden ese dinero porque se lo trasladan al consumidor. Y de paso aumentan sus negocios, porque la seguridad privada es negocio. El resto del país, al que se le podría dar seguridad con esa cantidad doble invertida en seguridad privada, no interesa. O se le utiliza solamente para hacer política. Y por cierto, no son solamente los empresarios los que gastan en seguridad privada: Los gobiernos y las instituciones estatales, y ahí son iguales los de izquierda y de derecha en El Salvador, también invierten en seguridad privada. Una buena cantidad de instituciones del Estado, en vez de dar dinero a la PNC para que cuide sus dependencias, prefieren contratar a instituciones privadas. Generalmente empresarios amigos que después gratificarán de diversa manera a sus bienhechores partidarios.

Cuando se ataca a los policías se insiste más en tomarse la justicia por su mano que en protegerlos. Que lleven la pistola a su casa parece la gran solución. Pero no hay chalecos anti balas para la mayoría de los policías. No hay opción de vivienda segura ni salario que permita vivir en zonas tranquilas. Se dice que el policía es un profesional pero no se le trata como tal. Y cambiando de tema, si ud es trabajador, sea cual sea su trabajo, si es fijo y formal, puede afiliarse al Seguro Social con prestaciones iguales. Excepto si es trabajadora del hogar. Las empleadas del hogar gozan de menos prestaciones. No se sabe si por ser mujeres, o porque los que no tienen que trabajar en el hogar consideran que el trabajo en el hogar no es trabajo. Pero así de racista y machista es el Seguro Social y los diputados que engendraron esa legislación. Y no digamos el jefe de la ANEP que se oponía a que las empleadas del hogar se afiliaran al Seguro Social porque tenía datos (suponemos) de que la institución iba a colapsar con todas las empleadas apuntándose. Pero no son sólo ellas las tratadas de ese modo discriminador. Si Ud. es trabajador eventual, de la zafra o de la corta del café, ni sueñe con que lo afilien al Seguro Social. Según algunos su trabajo no es digno de ese servicio tan maravilloso que da el Seguro.

Si quisiéramos seguir con las contradicciones de nuestra patria haríamos una lista demasiado grande. Lo mismo que si hiciéramos una lista de las virtudes y cualidades de nuestra gente. Y tal vez por ahí va la solución a nuestros conflictos. Si tenemos un pueblo trabajador, paguemos bien su trabajo. Si existen más buenos que malos en El Salvador invirtamos en los buenos, en educación, salud, vivienda. Si los pobres pagan el IVA, es decir, pagan impuestos, que también los ricos paguen proporcional y responsablemente sus impuestos. El Salvador tiene capacidad de superar el subdesarrollo. Lo demuestran los salvadoreños que salen adelante en tantas tierras extrañas y lejanas. Es tiempo de superar contradicciones y de invertir en las personas. Sólo así lograremos el bien común, el bienestar económico y la justicia social de la que habla la Constitución.

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