Ciudad Hidalgo / AFP
Gabriela Coutiño / Alfredo Estrella
Cientos de migrantes centroamericanos que pretenden llegar a Estados Unidos ingresaron a México desde Guatemala este jueves aprovechando la ausencia de fuerzas del orden en la frontera, pero en la carretera por la que avanzaban los esperaba el despliegue de seguridad.
Los migrantes lograron cruzar a territorio mexicano durante la madrugada desde la localidad guatemalteca de Tecún Umán con la consigna de marchar pacíficamente y la petición de que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador los escuche.
Sin embargo, un equipo de la AFP, que adelantó a la caravana, observó kilómetros adelante, en el cruce carretero, el despliegue de al menos 300 guardias nacionales y varios autobuses del Instituto Nacional de Migración, que se utilizan regularmente para trasladar a los migrantes indocumentados y proceder a su deportación.
«Hemos entrado de forma pacífica, estamos dispuestos, que el Instituto de Migración o el gobierno nos apoye extendiendo un permiso para pasar por lo menos (a los estados sureños de) Chiapas, Oaxaca para trabajar», dijo a la AFP un joven centroamericano, que rechazó identificarse pero que ha asumido una suerte de liderazgo de la caravana.
«Queremos hablar con el presidente López Obrador directamente», se leía en una enorme pancarta de tela que se destacaba en la larga columna, mientras otros mostraban las banderas de sus países.
La multitud atravesó sin contratiempo el río Suchiate, frontera natural entre Guatemala y México y que en esta época del año es poco caudaloso.
En pocos minutos alcanzó una carretera que conduce de Ciudad Hidalgo, en el estado mexicano de Chiapas (sur), a la ciudad de Tapachula. Había presencia de algunas patrullas, pero sin detener el avance del grupo.
El lunes pasado, unos 500 migrantes consiguieron cruzar a México por la misma zona, a pesar de los gases lacrimógenos que les lanzaban guardias nacionales, a quienes respondieron arrojando piedras. Pero ese grupo fue detenido más tarde en un control de carreteras.
– Sin agua, sin alimentos –
«Nadie nos va a levantar la mano a nosotros. Si ellos (Guardia Nacional) vienen y nos golpean, nosotros no vamos a responder, quien viola derechos humanos son ellos», manifestó el joven migrante que asumió el liderazgo del grupo.
Dijo que hay un acuerdo para «negociar» si les ofrecen regularizar su estatus migratorio, ya sea pidiendo refugio o aceptando trabajo temporal, lo que les ofrece México. «Vamos a aceptar todo lo que el gobierno quiera, las condiciones, vamos a aceptar todo», añadió.
La AFP constató que entre los migrantes se distribuyó un documento que les permitiría solicitar refugio en México, aunque no tenía membrete oficial alguno.
A media mañana, cuando el sol y el calor ya eran inclementes, la columna detuvo su marcha para resguardarse a la sombra que ofrecían los árboles en las orillas de la carretera.
La caminata de los migrantes, que llevan sus escasas pertenencias a cuestas y algunos, sobre todo las mujeres, cargan a sus hijos, se hacia más exigente al no llevar ni agua ni alimentos.
La llamada caravana 2020 salió el 14 de enero de Honduras y, a su paso por Guatemala, sus filas han ido creciendo con la llegada de guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses.
Más de 3.500 migrantes integran el grupo, según estimaciones de autoridades migratorias centroamericanas.
El pasado fin de semana, el grueso de la caravana logró ingresar a México bajo controles de autoridades migratorias, quienes les ofrecieron diversas opciones como pedir refugio o aceptar trabajos en programas sociales, en el sur de México y en sus países.
Sin embargo, los migrantes piden que les permitan circular libremente por México para llegar a Estados Unidos, donde quieren pedir refugio alegando que escapan de la violencia y la pobreza de sus países.
El miércoles, autoridades migratorias mexicanas informaron que el lunes detuvieron a más de 2.000 migrantes en situación irregular y que cientos de ellos ya habían sido devueltos a sus países.
Tras las multitudinarias caravanas de finales de 2018 y principios de 2019, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó a México con sanciones comerciales si no tomaba medidas para detener la oleada migratoria.
López Obrador desplegó entonces unos 26.000 militares en sus fronteras norte y sur.