Washington/AFP
El Senado de Estados Unidos confirmó el nombramiento de Gina Haspel como nueva directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), a pesar de la enorme controversia por su papel en la aplicación de torturas en la llamada «guerra al terror».
Haspel, de 61 años y especialista en Rusia, se convierte así en la primera mujer a conducir la CIA. La funcionaria ocupaba interinamente el cargo desde que el anterior director, Mike Pompeo, asumió como Secretario de Estado.
Este jueves, el nombramiento de Haspel resultó aprobado por 54 votos a favor, 45 en contra y un voto ausente. Seis legisladores del opositor partido Demócrata votaron en favor de la funcionaria.
Haspel había obtenido el miércoles el voto favorable a su nombramiento en el Comité de Inteligencia del Senado, donde en marzo protagonizó una audiencia pública altamente controvertida, durante la cual se negó a condenar el uso de técnicas de tortura a ciudadanos extranjeros bajo sospecha de ser «combatientes» contra Estados Unidos en el marco de la «guerra al terror».
«Una desgracia»
Después de la confirmación del nombramiento, la senadora demócrata Elizabeth Warren afirmó que Haspel no era confiable.
«Patriotismo y sentido común no son la misma cosa. Y una persona que coloca la protección de la agencia (CIA) por encima de la protección de la ley, no puede ser confiable», señaló.
Por su parte, Christopher Anders, subdirector de la influyente Unión de las Libertades Civiles (UCLA, en inglés), apuntó que la confirmación de Haspel era una «desgracia para la democracia».
«Por primera vez en la historia de Estados Unidos la CIA será conducida por alguien con un pasado en el uso de la tortura», señaló.
Haspel se desempeñó inicialmente como agente encubierta de la CIA en Etiopía y Azerbaiyán.
Posteriormente pidió ser transferida a la división de acciones antiterroristas, donde comenzó a trabajar el 11 de septiembre de 2001, precisamente el día de los atentados contra Nueva York y Washington que dejaron casi 3.000 muertos.
De acuerdo con el diario The Washington Post, por lo menos dos exdirectores de la CIA -John Brennan y Leon Panetta- ayudaron a conseguir los votos necesarios en el Senado para la confirmación de Haspel.
De acuerdo con versiones coincidentes, en meses recientes Haspel se había convertido en una voz influyente sobre el presidente Donald Trump, en particular en la postura de la Casa Blanca con relación a Rusia.
En marzo, Estados Unidos expulsó a nada menos que 60 diplomáticos rusos de su territorio, a quienes acusó de espionaje, y ordenó el cierre del consulado ruso en Seattle.
Audiencia explosiva
Hespel, quien pasó prácticamente toda su vida en las sombras, se tornó un rostro público en marzo tras la tumultuosa audiencia ante el Comité de Inteligencia del Senado.
Durante esa sesión Hespel se negó a responder a una pregunta formulada por un senador sobre si consideraba «inmoral» los brutales métodos de interrogación que fueron aplicados por los agentes de la CIA.
Esas torturas fueron realizadas en centros secretos de detención que las fuerzas de seguridad estadounidenses mantenían en varios países del mundo.
Durante la «guerra al terror», Haspel era responsable de uno de esos centros de detención en Tailandia.
En su larga audiencia, Haspel incluso se negó a pronunciar la palabra «tortura» y se refirió simplemente a un «programa de detención de interrogatorio».
Sin embargo, prometió que en caso de ser confirmada como directora de la CIA no recurrirá más a esos métodos.
«Después de haber servido durante esos tiempos tumultuosos, ofrezco mi compromiso personal, claro y sin reservas, de que bajo mi liderazgo la CIA no retomará esos programas de detención e interrogatorio», dijo Haspel en aquella oportunidad.
Además, en la audiencia se volvió a discutir el rol de Haspel en la destrucción de evidencia documental sobre la aplicación de torturas.