Tania Primavera
Fotos inéditas cortesía de Ricardo Llort Interiano
San Salvador. Sonido de la lluvia suave de finales de agosto. Desde la ventana de la habitación relámpagos entran y salen como mis pensamientos se convierten en chispas de luz. Las viejas historias que van transformándose en un lazo familiar. En una historia personal. Nada es impersonal. Esta es una conversación vía electrónica con el único descendiente, al menos conocido de Ernesto Interiano a 101 años de su natalicio, hablé con Ricardo Ernesto Llort Interiano: su nieto. Él también proviene de otra leyenda casi invisible y oculta por el tiempo, su madre: Miriam Interiano.
El enlace es fuera del país, sin conocerle, un ocaso se convirtió en cuento de voces y recuerdos. Una plática de casi dos horas y reímos mucho. Ricardo es hijo de Miriam Interiano y Ricardo Llort, nació en 1959, tiene una hermana menor. Miriam nace el 28 de febrero de 1943, año mismo en que su padre deja este mundo, lo mataron…Hablamos como viejos amigos, recordando las calles de aquella ciudad, también mía, donde crecí, joya del café: Santa Ana, El Salvador.
Tomo el teléfono y le llamo, es la hora exacta. Pienso en un hombre y una mujer; padre e hija, el valor, la vida, el amor y la muerte.
Tania Primavera: ¡Buenas Noches! Muchas gracias por aceptar conversar. ¿Usted es el nieto de Ernesto Interiano? ¿Hijo de Miriam?
Ricardo Llort Interiano: Sí, buenas noches. Gracias a usted. Ricardo Aguilar me dijo que quería hablar sobre mi abuelo, y mi mamá. Ella era muy querida, tenía mucha plata. Él también fue querido en su tiempo.
Tania: ¡Si! Aquí tengo un libro sobre la historia de Ernesto, yo no conocía su historia hasta 2003, cuando en el MUPI comencé a leer el escrito de Santiago, él me contó que esa historia ya la tenía avanzada, y como santaneca también me causó curiosidad el personaje. Pasaron muchos años hasta que publicó el libro en 2016, –Le mostré por el celular, la portada de “Los mendigos me amaban” escrito por Carlos Henríquez Consalvi, Santiago, libro que tuve el gusto de participar en la edición y corrección, le tomé especial amor, cada calle, cada cosa de Santa Ana es como conocerla.
Ricardo: ¡Ese es mi abuelo cuando era niño claro!
Tania: ¿Qué le contó su mamá de su abuelo?
Ricardo: A los seis años me sentó y me lo contó todo.
Tania: ¿Qué es todo?
Ricardo:¡Todo! Ella no ocultaba nada. Ella se crió en la casa de su papá en Santa Ana. Pero él, Ernesto Interiano, solo estaba en las fotografías familiares, veía su complexión fuerte y era bien parecido. Un recuerdo que le daba valor, pues ya había sido asesinado por la guardia subiendo el muro de su casa para lograr ver a su mamá, aquel fatal 16 de diciembre de 1943. Ernesto nunca vio a Miriam crecer. Ella era bebé. Estuvo perseguido mucho tiempo. Después de eso, mi abuela Clarita, o sea Clara Luz Tobar se regresó a Guatemala, su país, y la dejó por protegerla, en esa casa con su familia paterna.
Como dije, mi mamá, Miriam Interiano nació en la finca de café “La Montañita” en el volcán de Santa Ana en 1943, era piscis. Estudió en el Colegio La Asunción, y en el Sagrado Corazón. Yo viví con libertad. Estudié en el Liceo San Luis de Santa Ana. Mis padres se divorciaron, y vivimos con ella, junto a mi hermana menor hasta 1971. Luego desde 1977… Pero de mi abuelo Ernesto, me contó cosas.
Ella no parecía temerle a nadie, como él. Lo amaban mucho, los mendigos, toda la gente, los perros callejeros, él iba a todas partes, a lugares exclusivos y a lugares humildes. Siempre se buscó problemas, por su manera de “hacer justicia”. ¡Ernesto fue declarado enemigo público número uno del general Hernández Martínez! Por ser como era, tuvo muchos problemas.
A finales de noviembre de 1943, ocurre un lio con un antiguo amigo, Samuel Álvarez el cual desenlaza mal, y empieza la persecución hacia él. Mi madre Miriam estaba tiernita y mi abuela Clara Luz iban con él en el Chrysler azul.
Se van. Mi abuelo esquiva todos los retenes. Es un verdadero héroe y villano para muchos. Los periódicos publican en primera plana su rostro y la persecución. Logra escapar. Se refugia en “La Montañita” hasta que le tienden una trampa, para ir a ver a su madre Emilia, diciéndole que estaba enferma. Se acercaba Navidad, quería verla. Camina por las calles de su Santa Ana, de su casa cercana a Catedral, escuchan sus pasos en la madrugada los gallos, chuchos, lo ven tal vez los descalzos, llega y comienza a subir el muro, y es cuando balas atraviesan su joven cuerpo.
Mi madre se quedó entonces viviendo con mis bisabuelos, ella tenía el carácter de mi abuelo Ernesto Interiano, era muy bondadosa pero no tonta. Aunque a veces “se la bajaban”. Ella era bella, siempre se arreglaba. Siempre vestía muy bien.
Tania: En el libro “Los mendigos me amaban”, aparecen fotografías del archivo de su mamá, donde el entierro está lleno de gente de toda clase social. La misa fue en Catedral, a pesar que las autoridades creían que pasaría una revuelta por la muerte. ¿Qué más pasó con Miriam?
Ricardo: Era el tiempo de los hippies. Y estuvimos viviendo en “Siete Joyas”, la finca de mi mamá y donde llegaban muchos amigos. En San Vicente. Realmente se quería hacer una “comuna”. Venían buses llenos hasta de San Francisco, California.
Tania: ¡Ah! No sabía eso. ¿Y usted vivía ahí?
Ricardo: ¡Sí yo era hippie! A los diez años. Era un mundo maravilloso. Eso de la finca fue en 1970, pero antes, en agosto de 1969 mi madre nos llevó a mí y a mi hermana al festival de música “Woodstock”, en Nueva York. También, fuimos a otras ciudades a ver a otros, como Jethro Tull. Ella fue como la hippie numero uno aquí, realmente creo que fueron ellos tres. Miriam Interiano, Alejandro Bella Battle y Ricardo Aguilar Humano.
Tania: ¿Estuvo en Woodstock? ¡Qué maravilloso! ¿Y cuál era el artista favorito de ella, de Miriam?
Ricardo: Janis Joplin. Toda la música buena le gustaba. Ella así era. Y le gustaba mucho grabar cintas magnetofónicas con música, ahí le apoyó el Leonardo Heredia, y Willie Maldonado, que trabajaban en la radio La Femenina, o en estudios especiales. Ella las vendía en Kismet, un almacén que había antes. Un tiempo, mi mamá tuvo una discoteca que se llamaba “El Ovni”, estaba ubicada en el Boulevard del Hipódromo, de San Salvador, cuando no había nada ahí, nada de nada. Ni era la “Zona Rosa” todavía. Habían otras discotecas, pero eran “cuadradas”, y ésta era “redonda”, era donde iba la crema de los bohemios, la gente de mente abierta. No éramos “fresas”.
Tania: Sí, eso me lo contó Leonardo Heredia cuando lo entrevisté el año pasado, y también una vez que Willie Maldonado me invitó a su programa justo el día del aniversario de Woodstock, los dos se recordaron de ella. Leonardo dijo que ella era “adelantada a su tiempo”. Y luego, pasa lo de “Siete Joyas”, la finca, donde les cae la policía, pensando que eran una célula guerrillera, era julio de 1970.
Ricardo: Eso y más. Hubieron otras fiestas de Amor y Paz. No había vulgaridad en nosotros. Vivíamos como una hermandad, ella quería que fuera una real “comuna hippie”. Vivíamos en el campo, ella amaba ese lugar. Hasta una vez, mamá le dio un ácido (LSD) al general, al Chele Medrano. Eran tiempos distintos. Inocentes. No faltaban las frutas. El cannabis. La lectura. Hablábamos de la situación socio y política, aunque no era el enfoque. Pero otros amigos como Eduardo Sancho llegaban ahí también, él ya estaba organizado.
Tania: ¡Al jefe de la guardia!
Ricardo: Sí. Como te digo, eso no era difícil en ella, era normal. Esa finca la vendió posteriormente, y compró un rancho inmenso en Tepoztlán, México, era el rancho más grande. Ella se fue allá desde 1980. Años después regresó al país. Pero antes, regresando aquí, recuerdo que una vez se le ocurrió, en 1976 irnos en el carro a Cusco, Perú. Ella manejando y sola con dos bichos, sus hijos. Y en ese tiempo, mi padre Ricardo Llort tenía que dar permiso, ellos ya estaban separados hace años, éramos menores, y ella nos llevó igual a Cusco. Nuestro amigo Ricardo Humano se nos unió después allá. Muchas aventuras. Fuimos a Machu Pichu. La segunda vez que se casó, enamorada, duró un mes. Ella era muy especial. Al final, se quedó muy solitaria. Se enfermó de cáncer de páncreas y murió. Pero vivió como quiso y disfrutó mucho la vida.
En 2003, en el jardín de la antigua casa donde habitaba antes el MUPI, te vi con tu camiseta del rostro de Jim Morrison, vocalista de la legendaria banda de rock The Doors; y vos con lentes de sol. Era medio día. Todo mundo se fue a almorzar. Alguien que eras Miriam Interiano. Yo no sabía nada de tu padre…Hasta tiempo después.
Hablamos afuera, me contaste de cierto tipo de medicina basada en la energía, en las plantas, decías que vivías en tu camioneta, y te gustaba manejar, te ibas a lugares en la cordillera de Apaneca. Pasabas los días al sol. Luego te despediste, nunca más te vi.
Ernesto Interiano, hijo de Hilario Interiano y de Queta, nació en su casa el 1 de septiembre de 1917 y murió el 16 de septiembre de 1943 en Santa Ana. Su hija Miriam ese mismo año en que lo matan, nace y parte en su vuelo de muerte, el 28 de mayo de 2008.
Sin morir los dos, juntos los dos, en la misma tumba. Yacen en el Cementerio Santa Isabel de Santa Ana. El amor no les falta, florecen.