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Decenas de fieles se reunieron en la cripta de Catedral Metropolitana para celebrar el cuarto y último domingo de adviento. La Iglesia presentó la corona de adviento con todas sus velas encendidas “como símbolo de la intensa luz de la presencia de Jesús que abre el camino a tener fe”.
En la eucaristía, los asistentes pidieron a Dios “por un corazón sencillo, confiado, donde él pueda manifestarse” y a seguir el camino de María, que espera el nacimiento de Jesús, y confía en el Señor.
En la presentación del pan y el vino, el vicario Douglas Crespín manifestó que monseñor Romero “nos exhorta a liberarnos del pecado, atendiendo al llamado de Jesús”.
“Estamos llamados a ser santos, la santidad no es solo para monseñor Romero o los santos de los altares, todos los bautizados estamos llamados a la santidad pero en un mundo tan materialista y lleno, de libertinaje pues hablar de santidad es como no estar a la moda”, manifestó el religioso en la eucaristía.
El evangelio narra la encarnación del hijo de Dios y la disponibilidad de María y José, que hacen “todo lo posible para que los designios de Dios se cumplan”.
Crespín relacionó la situación de muchas madres en el país, las cuales huyen a causa de la violencia y las maras, como la Virgen María, cuando huyó a Egipto por proteger a su hijo.