COSITA LINDA QUE SOS
Unida a mí serás mujer. La montaña en sus huertos explotará
mi rugido de jaguar hambriento. Recogeré tu aliento con mi
lengua, beberé tu saliva dulce y tibia, y temblarán mis manos
sobre tus caderas y tu pecho. Haré una pirámide, ahí sacrificaremos
la pasión con un puñal de cristal, reventará en estrellas
y pronto una almendra madurará en tus labios mientras se
llena mi rostro de sangre. Suchipilli y Xochit´ sonríen, te han rodeado de flores silvestres las orejas y han provocado mi apetito.
Cosita linda que sos; si que naciste chula, purita verdad mía. Cabés en mí, y estoy en ti justo a la medida. Y estuve y estaré, como la semilla ovalada en medio del zapato, hoja de Cuma en su cacha.
Entre caricia y beso se irán los ojos a la Nada o adonde Dios, lo mismo da, sabremos después que el amor de los dos es más placentero.
Te amo y te deseo. Mujer en alma, mujer en cuerpo, te necesito.
Tortugas y senzontes de Jade, danzan, cantan y te aroman
de resedo y violetas.
Con ayuda del sol, desde el corazón del cielo penetro en ti,
mis dedos te cubren y florecen orquídeas.
No pensaré en la prueba del puro, ni en la oración de las siete candelas, ni me pondré en una esquina de cuatro puntos a degollar una gallina negra, hacer un círculo con la sangre invocando al diablo para tenerte muertita por mi, tampoco diré la oración de San Luis Beltrán que cura todo mal, hasta el mal de las ganas de estar siempre contigo. Tú y yo ya no usamos tal cosa.
Somos uno. O yo en ti o tú en mí. No sé. También el pueblo necesita unirse. A lo mejor en una de esas esto se bambolea y las use, aunque las cosas no se logran con la oración.
Cosita linda que sos, serás mujer unida a mí.
DE PATADA
El cipote que pensamos nacerá. Aunque no reviente de tu panzita de cumbia que zarandea conacastes y tose lucitas. Va a jugar los Jueves de corpus con su mico de mango y pepa de marañón.
Jodida si se tiene sin cambiar este orden que sofoca. Hay que moldearle los pañales. Trapear con jugo de ruda y hacer sahumerios para que no le hagan ojo; desempolvar el templo de Quetzalcoat´ y sembrar azucenas para su vía crucis o hay verá él.
No busqués en los naipes, tampoco en las profecías o en las tiradas del maíz y de las semillas de Pito, ese mono viene.
Va a venir con pulso. A ver si no le varea la piedra. Aunque después tú te vayas o te mueras o te maten. Palabra que no queda duda. Y sin amo y sin zíper. Lo van acariciar como a los pies de San Nicolás para persignarse, lo van a putear, le van a inventar un chambre en Tonaca. Se caerá por andar de bocabierta conociendo el relámpago, las ranas de obsidiana que echan las noches de luna, el andado y la carita del guardia y del soldado, y el rito del billetero. A lo mejor nos pega el cambio.
Tendrá su nahual. Buscará no estar en la tierra del hombre sino que en el hombre en la tierra.
Y lloraremos su llanto, y reiremos su risa y te acordarás de que casi lo tuvimos o lo tendremos.
Aunque no haya nada mujer, el cipote que pensamos nacerá.
EL SOL DE LA
RAMA DE AGUA
Te entregás con una mirada, en la media que te ponés y
en el insomnio. La virgen sonríe y te ponés colorada. Le ponés máscara de hule al recuerdo. Y eso no me lo contás. Lo sé por el tecolote, el que pica barro y habita en la punta del carro de Tonaca.
Eras una malicia, cuando te venadié ya me tenías en la
olla. Tu lengua sabía a jocote, almendra y mamey. Estabas rica.
Si me ponés el dedo en el ombligo sacabas un cosmos.
Un hormigueo me hizo agarrarte con más ganas. Habían
matado campesinos en las Tres Calles y en La Cayetana. ¿A mí qué? Sólo me imaginaba.
Esto se castiga me dije, y tu boca se volvió amarga y
agria. Ayer te devolvieron el sabor, me dijiste por la noche. Y me atrajo la idea. Recordé a los campesinos. Mataron más en Aguilares, en Perulapán.
Te tomaré ahora. No puedo dejar que con una mirada me
poseas, ni cuando te ponés la media o cuando pasás sola y sin dormir por la noche. Las cosas no llegan así porque así. Te quiero junto. ¡Maldita sea! Tengo miedo que en una de tantas me semiborrre y sea otra la cara, o de hacerme viejo y no dar la hora. ¡Por Dios! Es injusto imaginarnos. Acuérdate de los campesinos.
Allá va el polvo, va gritando; y no es grito por ser grito.
Ves. No te hizo nada. ¡Es el polvo de aquí! Donde viajan los abuelos y sus nahuales.
Hoy es luna tierna. Te encontrás madura y tibia. Mirá, se
me han agrandado las pupilas. Tu tierra está fresca, fíjate con qué ganas me la como, mientras el polvo sigue bajando desde el carro, y espera que nos unamos a Él.
DE PROBADA Y
CORRER O QUEDARSE
Antes que te digan otra cosa y veas en tu mente caer
a Quetzalcoat´y hundirse en el relámpago, recuerda que voy a morir. Estoy apuntado en la lista de la muerte y ella sabe hasta cuando pesaré.
Seré enterrado como quieran, sin confesión, sin cruz,
parado, con pitos y tambores, y moriré amando la vida, a ti y a todos. Tomaré el color del barro y me iré caminando por las plantas hasta extenderme en la luz.
Bajá los párpados, mis dedos te miden y llevan hasta
la oscuridad de tu vista. Ese es el lugar que me unirá a ti
mientras vivas en la tierra. Carrizo de bambú que mantendrá el nudo del hilo que estiramos del agua y del fuego. No busqués mis fotos, ahí me llamarás.
Antes que te digan otra cosa, ya deberás tenerme
muy dentro, a fondo en tu secreto y en la punta de la lengua.
Dirás que ríe el duende, que se desliza el olor de la flor del
amate y que adormece el La Fa Do de la flauta.
María, Chalchiuticueye y Xochit´ te cubrirán de jade,
mariposas y orquídeas, te entregarán húmeda y jugosa a mis labios como un arrayán. Entonces chispearán gotitas y harán el cielo, tu murmurarás no sé qué, cerrarás los ojos y pondrás los brazos en mi espalda. Yo habré llegado.
No me ha desprendido de un altar de Matildito ni de un
lirio de Tonaca, ha caído a la vida porque sí, a encontrarte.
Luego me voy.
Antes que te digan otra cosa, sabrás que de tu piel se
levanta el sol y la noche, la espada y la flecha, los almanaques y el calendario, y que puedas dejarme cuando se te antoje, cuando el gallo aún no cante, cuando las nubes aún no sean las plumas del águila, cuando te aburas o te equivoques, y no regreses pues
ya habré llegado; y tú habrás ido a encontrar solución a tu misterio.
Sólo que no te engañes, yo soy éste, el que va a morir.
Ni prócer ni Dios, ni héroe ni mártir. Ni el corazón del quetzal ni el pico del cenzontle. Ni el rayo de Tlaloc ni la onda que aja el humo del copal. Escuchá como se insolenta el tecolote, los perros aúllan y revolotean las papalotas. Antes que te digan otra cosa y veas en tu mente caer a Queetzalcoat´y hundirse en el
relámpago, recuerda que voy a morir.
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