Por German Moyon/Olga Rotenberg
Moscú/AFP
La tensión aumentaba este lunes entre Rusia y Estados Unidos tras las nuevas sanciones, que parecen poner fin a cualquier esperanza de mejorar las relaciones entre ambas potencias desde que comenzara el mandato de Donald Trump.
La decisión de Moscú de reducir en casi dos tercios el personal de las misiones diplomáticas estadounidenses en Rusia -una medida inédita-, no deja ninguna duda.
Seis meses después de la llegada a la Casa Blanca del magnate, no sólo no hubo la luna de miel prometida sino que las tensiones fueron en aumento en la nueva Guerra Fría que se estableció entre Moscú y Washington.
«Deseamos un avance sólido de nuestras relaciones, y constatamos con pesar que por ahora estamos lejos de este ideal», reconoció este lunes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
«Salir de esta situación requiere (…) querer normalizar las relaciones y renunciar a los intentos de imposición a través de las sanciones. Pese a todo, el presidente señaló nuestro interés en continuar cooperando allí donde se encuentren nuestros intereses», añadió.
Las relaciones entre los dos países, ya empañadas por los conflictos en el este de Ucrania y Siria, se ven ahora envenenadas por las acusaciones de injerencia rusa durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que Washington está investigando.
Después de una votación casi unánime, la semana pasada, en las dos cámaras del Congreso estadounidense para imponer nuevas sanciones económicas a Moscú, Rusia respondió decidiendo una drástica reducción del personal de las legaciones estadounidense en suelo ruso, tanto diplomáticos como personal técnico.
En la televisión, el domingo por la noche, Vladimir Putin cifró esta medida, que tomará efecto el 1 de septiembre: el personal de las embajadas y consulados estadounidenses deberá ser reducido en 755 personas hasta quedarse en 455, el mismo número de efectivos de las representaciones rusas en Estados Unidos.
Esta decisión, de un alcance inédito, concierne al conjunto del personal, y afectará también al personal local ruso.
El departamento de Estado estadounidense, que denuncia «un acto lamentable e injustificable», dijo estar pensando la manera de responder.
‘No para dentro de poco’
«Hemos esperado bastante tiempo, esperando que la situación cambiara quizás para mejor», explicó Putin. «Pero parece que, incluso si la situación cambia, no será dentro de poco», añadió.
Esto fue ampliamente compartido este lunes en Moscú, donde la prensa y los expertos no esperan ninguna reconciliación en el contexto actual, a pesar de las promesas de Trump de acercarse a Rusia y dejar atrás la mala relación bajo la presidencia de Barack Obama.
«Las medidas tomadas por Rusia constituyen un aumento y un refuerzo de la confrontación con Estados Unidos», explica a la AFP Nikolai Petrov, de la Alta Escuela de Economía de Moscú.
«Rusia no dispone de tantos recursos económicos y militares para responder (a Washington) con sanciones, pero Rusia puede perjudicar a Estados Unidos en el ámbito de la política internacional», consideró el politólogo, mencionando la posibilidad de «nuevos ciberataques».
En el diario proKremlin Izvestia, el politólogo Viktor Olevich señala que las sanciones del Congreso «han puesto una cruz a las esperanzas de Moscú de una rápida normalización».
«Las esperanzas de una mejora en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se han desvanecido definitivamente», insiste el diario liberal Vedomosti, que destaca «un nuevo nivel en la guerra de sanciones (…) que puede causar pérdidas más importantes a Rusia que a Estados Unidos».
Los inversores parecen compartir esta opinión ya que los mercados financieros rusos, que habían crecido tras la elección de Trump, se resentían este lunes. El rublo se cambiaba a la baja, como el índice moscovita RTS que perdía más de un 1%.
«Las últimas sanciones van a reforzar el mensaje de que Rusia representa un riesgo alto» para los inversores y «muchas empresas creerán que no necesitan correr este riesgo y esperar a ver cómo evoluciona la situación en los próximos años», explicó a la AFP el economista Chris Weafer, fundador de la asesoría Macro Advisory.