María Julia Mayoral
La Habana / PL
Alrededor del 95 por ciento de los alimentos en la Tierra proviene de manera directa e indirecta de los suelos; pero ese sustrato natural resulta hoy cada vez más endeble, advierten estudios internacionales.
Según Naciones Unidas, cerca de un tercio de los terrenos da señales de degradación debido a procesos erosivos, pérdida de carbono orgánico, salinización, compactación, acidificación y contaminación química, lo que eleva la volatilidad de los precios alimentarios y condiciona el éxodo de millones de personas procedentes del campo.
Más de dos mil científicos de diversos países analizaron el tema en un reciente Congreso Mundial de Ciencias del Suelo, convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Mejorar la salud de los suelos es esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluido el Hambre Cero y la lucha contra el cambio climático y sus consecuencias, consideró el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
A juicio del organismo, la sociedad humana en su conjunto depende hoy mucho más de los productos del suelo, así como de los servicios intangibles que proporciona para el mantenimiento de la biosfera; sin embargo, no hay una comprensión cabal de esas conexiones esenciales.
Más allá del impacto en el medio ambiente, la contaminación tiene también un elevado costo económico, debido a la reducción de los rendimientos y la calidad de los cultivos, apuntó la fuente.
La degradación ‘crítica’ del suelo coloca en situación de riesgo a tres mil 200 millones de personas en el orbe, indicó la Sexta Plenaria de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes).
En opinión del científico Bob Scholes, las malas prácticas del hombre y los estilos de vida de alto consumo empujan al planeta hacia ‘la sexta extinción masiva de especies’.
Para el experto de Ipbes, ‘la degradación del suelo es posiblemente el tema ambiental que afecta de mayor manera a la población del mundo; dos de cada cinco personas se ven significativamente afectadas en su modo de vida en nuestro tiempo’, acotó.
Por los cálculos de la entidad, la mayor parte de la degradación de aquí a 2050 ocurrirá en América Central, Sudamérica, África subsahariana y Asia, donde todavía existentes importantes cantidades de espacios cultivables.
A la vuelta de 30 años, cuatro mil millones de personas vivirán en tierras secas, y es probable que para ese entonces entre 50 y 700 millones de individuos hayan recurrido a la migración forzada a causa de la degradación de los terrenos y el cambio climático, expuso Scholes.
La desertificación, puntualizó la FAO, trae consecuencias en extremo graves para las poblaciones pobres de los países en desarrollo, limita los beneficios que brinda la naturaleza y reduce la producción, en un escenario mundial donde más de 815 millones de habitantes padecen de hambre y malnutrición.
De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Unccd, por sus siglas en inglés), en los próximos años podrían aumentar las ‘presiones del crecimiento demográfico, el cambio climático, la urbanización, la migración y los conflictos a la inseguridad alimentaria, energética e hídrica’.
Al decir de la FAO, ‘se presta demasiada atención a la recuperación tras las sequías, en lugar de reducir la vulnerabilidad’ por lo que es un problema esencial la falta de financiación, preparación y coordinación.
La atención de los suelos debería ser un vehículo de prosperidad y paz, así como una contribución esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, coinciden la FAO y Unccd.