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Crimen en la UES

Por Fredis Pereira
Máster en Administración y Gerencia Pública

La negligencia, incompetencia y descuido de las autoridades de la Universidad de El Salvador (UES) han logrado mantener un ambiente de inseguridad en la comunidad universitaria. El descontrol es tal, que desconocen la profundidad de los riesgos y peligros que sufren los miembros de la comunidad universitaria, y cuando no pueden ocultar una tragedia, prefieren decir que es un hecho aislado, una cosa rara que nunca ha sucedido antes.

Las denuncias de las víctimas permanecen invisibles para las autoridades universitarias. Tal parece que tienen una desconexión de la realidad que vive la comunidad universitaria. No importa que los hechos aparezcan en los periódicos, como el caso que apareció en las noticias en mayo de este año, donde tuvo que intervenir la Policía Nacional Civil (PNC) al auxilio de las víctimas, que denunciaban actos de violencia por parte del Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador.

No ha sido la primera vez que una autoridad de la UES es denunciada por actos de violencia, pero al rector parece fallarle la memoria de largo plazo.

El consumo de drogas dentro de las instalaciones de la UES es un factor de riesgo descuidado. No importa que en los papeles legales sea prohibido el consumo de drogas, sin el debido control de las entradas, cualquiera ingresa con drogas sin que nadie lo prevenga. Así, es común encontrar incluso a quienes gobiernan la universidad consumiendo drogas a la luz del día, sin que nadie los inquiete; aunque la Ley para el Control del Tabaco establece en su artículo 6, que los centros educativos y deportivos son espacios libres de humo, los productores de humo son funcionarios universitarios, y en las festividades del 30 de julio hay más que humo.

El ingreso de armas sin control es otro factor de riesgo descuidado. Los funcionarios de lento entendimiento creen que salir a dar declaraciones tardías sobre las agresiones sufridas, el pasado 30 de octubre, por dos mujeres dentro del campus universitario, es una rápida respuesta. Si ese es el protocolo de seguridad que tienen, deben reconocer que es inservible.

Pues no se necesita carnetizar a los estudiantes para controlar el ingreso de armas al campus; y hay que decir, que, si las dos mujeres fueron heridas con arma blanca, fue gracias a que los protocolos de seguridad permiten el ingreso de armas al recinto universitario.

El crimen se facilita porque las autoridades universitarias desperdician los recursos institucionales. La universidad cuenta con personal de seguridad, que, si tuvieran una dirección adecuada, serían suficientes para prevenir el ingreso de drogas y armas al campus, contribuyendo así a mejorar la seguridad de la comunidad universitaria. Además, el sistema de cámaras y altoparlantes podría ser utilizado para alertar a los miembros de la comunidad y evitar así mayores siniestros en el caso de la intervención de delincuentes activos.

Pero la tragedia sufrida por las dos mujeres no fue suficiente para alertar a los demás.

 

El protocolo de actuación de las autoridades universitarias fue un rotundo silencio, no se dijo nada por los altoparlantes, se permitió que el agresor huyera; y si nos enteramos de las situación, fue gracias a la intervención de ciudadanos valientes, que sin contar con todo el presupuesto que tienen las autoridades universitarias, subieron la información a las redes sociales y alertaron a los demás miembros de la comunidad universitaria. ¿Cuándo abandonarán los protocolos disfuncionales que ponen en peligro a la comunidad universitaria?

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