Así refuerzan la narrativa del miedo y de la incertidumbre de los pobres emigrantes: etiquetándolos a todos como peligrosos criminales.
Por David Alfaro
27/03/2025
La imagen que circula con la alarmante amenaza de la secretaria de la seguridad nacional de EEUU, Kristi Noem, es una muestra más de cómo el país del norte manipula la percepción pública sobre la migración. Se trata de una estrategia bien conocida: asociar a los migrantes con el crimen, la violencia y la desestabilización social. Este discurso no es nuevo, pero se intensifica cada vez que un gobierno necesita justificar políticas represivas, desviar la atención de problemas internos o consolidar el apoyo de sectores reaccionarios.
El mensaje es claro: “Si eres extranjero y tienes antecedentes, podrías terminar en un mega penal como el CECOT en El Salvador”. Más allá de lo que esto implique en términos de derechos humanos, lo que se busca es sembrar miedo en las comunidades migrantes y justificar deportaciones masivas sin importar si la persona en cuestión tiene una vida construida en Estados Unidos o si su delito es menor. El objetivo no es la justicia, sino la propaganda.
El uso de imágenes impactantes de prisioneros tatuados tras las rejas refuerza el estigma contra los inmigrantes, generalizando la idea de que todos los extranjeros son criminales en potencia. Se olvida convenientemente que muchos de los que serán deportados huyeron precisamente de la violencia y la pobreza que el propio Estados Unidos contribuyó a generar en el Tercer Mundo, ya sea a través de intervenciones militares, apoyo a dictaduras o imposición de modelos económicos desiguales.
Es importante cuestionar estos discursos y exigir narrativas más honestas. La casi totalidad de los migrantes no son criminales; son trabajadores, familias y jóvenes que buscan una oportunidad para sobrevivir y prosperar. La criminalización de la pobreza y la migración no es más que una herramienta de manipulación para mantener a ciertos sectores de la sociedad bajo control.