Antonio Valencia / [email protected]
La Amazonía, conocida como el pulmón del mundo, enfrenta una crisis ambiental sin precedentes. En 2024, las temperaturas récord han provocado incendios devastadores y sequías extremas que han consumido más de 7,000 hectáreas de bosques en Brasil y 4,000 hectáreas en Bolivia. Estos desastres naturales no solo destruyen la biodiversidad, sino que también amenazan a las comunidades locales, cuyos medios de vida dependen del equilibrio ecológico de la región.
La gravedad de la situación se refleja en la reducción drástica del caudal de los ríos, lo que pone en peligro a las comunidades en Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Además, el deterioro de la calidad del aire ha alcanzado a países como Paraguay, Argentina y Uruguay. El Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE) ha reportado más de 59,641 incendios solo en septiembre, una cifra alarmante que ha llevado a Bolivia a declarar una emergencia nacional.
Las comunidades más vulnerables, especialmente los niños y jóvenes, son las más afectadas. La falta de acceso a agua potable y alimentos ha exacerbado su vulnerabilidad, y el 70% de los habitantes de la Amazonía no tiene acceso a agua limpia. Esto no solo compromete su salud, sino que también pone en riesgo su desarrollo y bienestar.
World Vision, una organización global de ayuda humanitaria, ha lanzado un llamado urgente a la comunidad internacional para que tome medidas efectivas contra el cambio climático y proteja este invaluable ecosistema. La organización está trabajando en la región para promover la educación, la regeneración de recursos naturales y el desarrollo sostenible, apoyada por sus Equipos Comunitarios para la Acción Humanitaria y el Desarrollo (ECOPAD), quienes son clave en la gestión de desastres y protección de la biodiversidad.