Washington/AFP
Dave Clark/Francesco Fontemaggi
Las amenazas del presidente Donald Trump sobre una eventual acción militar contra el gobierno sirio pusieron a Estados Unidos y Rusia ante el más elevado riesgo de conflicto desde la Guerra Fría.
Es difícil hallar quien crea que Washington y Moscú irán a la guerra por el conflicto sirio, pero que se trata de un delicado tapiz de intereses sobrepuestos en los que la retórica incontenible de Trump es claramente un elemento complicador.
El embajador de Rusia ante la ONU, Vassily Nebenzia, lo dijo este jueves con todas la letras, luego de una reunión reservada del Consejo de Seguridad: «La prioridad inmediata es alejar el peligro de una guerra».
Al ser consultado si se refería a una guerra entre Estados Unidos y Rusia, el diplomático fue todavía más ominoso: «Lamentablemente no puedo excluir ninguna posibilidad».
La ya difícil relación bilateral entre Estados Unidos y Rusia se agravó a raíz del conflicto sirio, donde Washington y Moscú son aliados de fuerzas enfrentadas.
Esa tensión se agravó aún más a raíz del presunto ataque con arma química que habría ocurrido el sábado en la ciudad siria de Duma.
Trump reaccionó con amenazas de lanzar ataques a posiciones siria, y Rusia respondió que cualquier misil estadounidense lanzado contra territorio sirio será interceptado y destruido.
Misiles en camino
El miércoles, mientras fuerzas sirias y rusas tomaban posiciones en la región de Duma, Trump volvió a amenazas con el lanzamiento de misiles.
La Casa Blanca informó que aún mantiene conversaciones con aliados como Francia o el Reino Unido, aunque el colapso de negociaciones en el seno de la ONU fortalecieron la probabilidad de esos ataques.
Hace exactamente un año, Estado Unidos lanzó misiles contra una base aérea siria. Las tropas rusas fueron alertadas previamente y se retiraron del complejo militar, que fue rápidamente reparado.
En este cuadro de creciente tensión, los sectores militares rusos han formulado declaraciones agresivas, aunque el presidente Vladimir Putin y su gobierno han adoptado una posición más cautelosa, limitándose a exigir pruebas de la culpa del líder sirio Bashar al Asad.
En tanto, el mundo contiene el aliento.
«La gran preocupación son siempre los errores, las consecuencias no deseadas», dijo Boris Zilberman, de la Fundación para Defensa de las Democracias, a AFP.
Sin embargo, el fin de semana aviones caza de Israel también realizaron ataques en territorio sirio contra fuerzas de Irán, sin que Rusia ensaye una respuesta.
Para Rusia, sin embargo, el criterio esencial de intervención debe ser la seguridad de sus propias tropas, que están mezcladas con fuerzas sirias e iraníes en diversas regiones de Siria.
Boris Toucas, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, opinó que «ninguno de los protagonistas tiene ningún interés en un choque directo».
La eventual respuesta de Trump, de cualquier forma, ha dado a Rusia varios días para reorganizar sus tropas y tomar distancia de los blancos posibles de un ataque estadounidense.
Erosión del orden mundial
Sin embargo, existen reportes desde Siria de que diversas fuerzas estarían nucleándose en bases rusas, precisamente para ponerse a salvo de un ataque.
Al mismo tiempo, Putin podría verse ante la necesidad de proteger su propio liderazgo en la alianza entre Rusia, Siria e Irán.
«Tienen que parecer duros, dar la impresión de que no dejarán que esto pase», dijo Zilberman, quien predijo que la postura rusa no cambiará en el corto plazo y la relaciones entre Moscú y Washington se deberán deteriorar aún más.
«Para su propia opinión pública interna, deben mostrar que no se dejarán atropellar por Israel, Estados Unidos, Francia o quien quiera que sea», añadió.
No obstante, tanto Washington como Moscú sufren problemas de credibilidad que podrían aumentar las escalada.
Además, la administración estadounidense parece sumergida en un torbellino permanente, con muchos cargos importantes sin ser ocupados y la prioridad de Trump puesta en sus anuncios por Twitter.
«La confusión que resultad de todo esto es un elemento problemático, de incertidumbres, en momentos en que el orden internacional posterior a la Guerra Fría está siendo erosionado rápidamente», apuntó Toucas.