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Cristian López, Monseñor Romero y el mura

Iván Escobar

Con estas actitudes de excremento jamás avanzaremos en este país increíble!!!!”, este fue uno de los tantos mensajes que vi en una red social, el pasado 16 de octubre. Los mensajes de indignación eran a raíz del malestar generalizado por el daño a la imagen de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que semanas pasadas fue pintada por el artista salvadoreño Cristian López, a un costado de la Catedral Metropolitana.
En esos días, me enteré que Cristian estaba en Colombia participando en un encuentro de pintores de América Latina. El día miércoles 18, dos días después el amigo y fotógrafo salvadoreño Tom Cruz registró a través de una imagen impresionante el momento en que una mujer que en el centro recorre los espacios culturales y talleres de dibujo. Él captó el momento en que ella recuperaba el rostro dañado de la imagen de Monseñor, una pintura que Cristian legó a San Salvador meses atrás.
Cabe destacar que la imagen desde su elaboración nunca fue dañada por nadie, de ahí quizá es válida la molestia de las personas expresada en gran medida en las redes sociales, y comentarios de transeúntes. Y es que desde que Cristian hizo la intervención artística, que por cierto fue mucho antes de los trabajadores que por ahora tienen a la ciudad de cabeza, sin aceras, y otras fases del proceso de recuperación de varias áreas y espacios. La obra desde fue admirada por propios y extraños.
Fue punto de encuentro, de admiración por transeúntes, turistas, fotoperiodistas, fotógrafos, y más personas que no están acostumbradas a ver en la ciudad pinturas o murales positivos. La imagen está al costado oriente de la Catedral Metropolitana, cerca de la entrada a la Cripta donde descansan los restos del Obispo Mártir. Además la imagen es acompañada por otra pintura de Mons. en su infancia, la cual también fue pintada por el artista.
Aquí quiero destacar que Cristian López es un joven pintor salvadoreño, se ha encargado en los últimos años de intervenir algunas paredes abandonadas, muros desocupados para elaborar sus murales que incluyen salvadoreños, gente común y corriente, porque como él me dice: “hay mucho espacio aquí para pintar”.
A todo esto la lluvia de insultos, críticas, señalamientos en contra de mentes retrógradas de la derecha, seguían expresándose por parte de usuarios en las redes sociales. No quise opinar en ninguna de esas discusiones virtuales, solo vi la foto de denuncia, y la foto de Tom, que nos trajo cierta tranquilidad a muchos.
Pero el sábado 21 de octubre, caminaba por el centro de San Salvador, a la altura del Teatro Nacional. Ahí me encontré con un amigo fotógrafo, Wilfredo Díaz, que luego de saludarnos me dijo que Cristian estaba recuperando la pintura dañada. Eran como las 2 de la tarde, cuando llegué y me encontré al joven pintor subido en una piedra, ya que por los trabajos en la ciudad no hay acera en el lugar. Le saludé y vi que ya estaba encaminada la restauración de la obra.
Luego hacer unas fotos, me comentó que gracias al daño a la pintura, le ha permitido superar algunos detalles que habían quedado mal en la primera intervención, además se mostró agradecido por la intervención que hizo la mujer días atrás, que buscaba recuperar los ojos de la imagen. Entre risa y seriedad, Cristian manifestó que no le molesta el daño causado, por el contrario añadió que en este tipo de obras la gente se involucra tanto para admirar o dañar, en este último caso una afectación, le permite al autor retocar y recuperar con facilidad. “Solo se requiere un par de horas”, precisó.
Cuando llegué, acompañaba a Cristian un hombre de tercera edad, al verme cámara en mano, se refirió a mí y me dijo: “Aquí la vamos a cuidar nosotros”, mientras señalaba la pintura y veía el trabajo.
Luego tomé unas cuantas fotografías y seguí en mi ruta. Regresé a las 4 de la tarde, ya Cristian había concluido prácticamente su obra, y estaba ya siendo admirada por los transeúntes.
Comenzamos a platicar una vez más, y entre eso, me comentó que había regresado al país, un día antes, el viernes 20 octubre. López regresa de un encuentro de pintores en Colombia, y me explicaba que allá realizó murales en varias ciudades. Una de las cosas que le llamó la atención de esa experiencia es cómo se involucra la ciudadanía, autoridades, y los artistas para valorar las obras. “Aquí no tienen valor así, aquí la gente le da valor… y hay bastantes espacios para pintar, pero no hay mucho apoyo”, comparó.
Entre la conversación, ambos coincidimos en que en las redes solo nos limitamos a ver situaciones de forma general, sin profundizar. Se dan una serie de aspectos críticos, que se enfrascaban más en el ámbito ideológico y político. Tomando en cuenta, que en El Salvador las redes en los últimos días han sido motivo de agresión a toda identificación ideológica contraria a uno u otro lado.
Lo curioso, me dice Cristian, es que ya identificó quién dañó su obra. “Ya sé quién fue… la misma gente ya me dijo”. Claro, el artista que pinta en la calle tiene ese privilegio de enlazar directamente con la población, y ganarse su confianza. Es así que durante estuvo pintado de nuevo la obra, un señor se acercó a él, y le indicó que el responsable del daño fue una mujer de la zona, una mujer con problemas mentales fue quien hizo “la travesura”.
Como podemos ver, con este tipo de situación, Cristian solo concluye: no fue nadie con un interés político, odio por ideologías o más, “solo fue una persona de las que viven aquí”. Sí, de los individuos o seres que están en el espacio urbano, en la calle de ciudad, una acción quizá de locura, de desinterés, sin mayor malicia. Mientras que en las redes, muchos insultaron, agredieron, y hasta reflexionaron.
Al final el artista vuelve al lugar, pinta su espacio, gana más lugares para seguir plasmando su obra, para seguir pintando de colores, de personajes la ciudad, como bien sabe hacerlo Cristian.
Lo bueno es verificar cuando pasan las cosas, y sobre todo, salirse de las redes y conversar con la gente, así es que podemos conocer: LA VERDAD.

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