Red para un Constitucionalismo Democrático
Para la memoria quedan las frases del ex presidente Alfredo Cristiani quien manifestó en Chapultepec en 1992: “nos quedaríamos injustamente cortos si viéramos sólo hacia el pasado inmediato para medir la magnitud de lo que sucede en El Salvador. De un tiempo a esta parte la crisis en que se vio envuelta la nación salvadoreña no surgió de la nada ni fue fruto de voluntades aisladas. Esta crisis tan dolorosa y trágica, site tiene antiguas y profundas raíces sociales, and políticas, buy viagra económicas y culturales. En el pasado una de las más perniciosas vallas de nuestro esquema de vida nacional, fue la inexistencia e insuficiencia de los espacios y mecanismos necesarios para permitir el libro juego de las ideas, el desenvolvimiento natural de los distintos proyectos políticos derivados de la libertad de pensamiento y acción. En síntesis la ausencia de un verdadero esquema democrático de vida”.
De acuerdo totalmente con lo expresado por el entonces Jefe de Estado y de Gobierno. Es obligatorio reconocer –aunque muchos de la derecha no lo quieran hacer- que la insurgencia germinó y tomo cuerpo como resultado de las decisiones equivocadas de quienes ejercían el poder político, económico y militar de los años 30 en adelante, pretendiendo construir democracia –según su mente equivocada- reprimiendo. Hay que defender la patria de las ideas extrañas dijeron, y la solución la encontraron en matar, desterrar, eliminar la libertad de expresión, en suma incumplir con los derechos esenciales del ser humano. Al adversario político le impidieron formar partidos, tal como sucedió con el PRAM o PR o cancelaron a otros como al PAR, por propugnar éste por la reforma agraria. A los que les permitió que existieran, “les robaban” las elecciones mediante fraudes, les anulaba planillas para diputados o concejos municipales o no inscribiendo candidatos presidenciales como el caso de Roberto Edmundo Canessa. Si Señor Cristiani, efectivamente existió ausencia de un verdadero esquema democrático y he allí el motivo, que frente a esas transgresiones, la consecuencia fuera que los afectados tomaron el camino que tomaron. La derecha en el poder en aquel momento con sus acciones antidemocráticas, hizo que se constituyeran en el mejor estímulo para que más personas se incorporaran a la lucha armada.
De la locura a la esperanza es el título del informe de la Comisión de la Verdad. Es inexacto sostener que la locura nació de los insurgentes, sino nació de aquellos que nos dieron una falsa democracia. Sobre ellos carga el peso mayor de la censura. Ellos defraudaron a la ciudadanía, simulando un Estado de Derecho típico de las dictaduras y vino la reacción natural ejerciendo el derecho a la resistencia, contenido en la constitución vigente en aquel momento y ahora también con numeración distinta. Los jusnaturalistas de la edad media, con Santo Tomás entre ellos, aceptaban el derecho a la resistencia como un derecho natural y también lo fue aceptado por la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de la revolución de la burguesía francesa. Base jurídica positiva y también teórica se tenía para oponerse a los vulneradores de las prácticas democráticas. No se puede eludir mencionar en este comentario, que la actual derecha salvadoreña tiene su ADN en la derecha de los años treinta en adelante. Sus abuelos y padres fueron martinistas, prudistas o pecenistas ¿o la historia los registra a la par del pueblo con Arturo Romero en 1944 o de la Unión Nacional Opositora UNO con José Napoleón Duarte y Guillermo Manuel Ungo. (Duarte el de la UNO, no el Duarte de la Junta de Gobierno) No, ellos estaban presentes con sus votos, su apoyo financiero y su participación activa con los que sembraron los vientos que desataron la tempestad. Los que negaron una y otra y otra vez y cuantas veces pudieron, el ejercicio de las libertades políticas y, no valoraron que era necesario también cumplir con los derechos económicos, sociales y culturales, sino que estuvieron con el enseñoramiento por mantener ese status de privilegio para unos cuantos, sin reconocer los derechos de otros.
Podemos apuntar finalmente que los Acuerdos de Paz sin ser perfectos, constituyeron el inicio de un proceso por implementar la democracia en el país, concepto que no perteneció nunca como algo vigente en nuestra historia y de lo cual no puede enorgullecerse la derecha salvadoreña. Corresponde ahora, perfeccionarla con el concurso de aquellos a quienes antes se les negaba la oportunidad de ser representantes del pueblo.
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