Antes que nada, quiero aclarar que soy del criterio que el atleta y los famosos en cualquier campo no tienen nada que hacer en la política. Y digo esto porque a la marchista Cristina López no le cuadran las cuentas del porqué “su trabajo legislativo” no se vio reflejado en los cómputos de las recientes elecciones legislativas.
Honestamente, desconozco el aporte político de Cristina en la Asamblea, pero lo que sí tengo claro es que no tuvo la capacidad de gestionar y cabildear la creación de un decreto para incrementar el presupuesto al deporte y asegurar que los atletas reciban a tiempo su estímulo deportivo.
Con solo esos dos puntos que hubiera concretado la niña Cristi se hubiese asegurado su repechaje legislativo. Pero al final, y de acuerdo a los cómputos, como que los escándalos mediáticos pesaron más y le terminaron pasando factura.
Ahora, muy carismática y más famosa, deberá volver a su realidad y trabajar duro para seguir tratando de llevar su vida y caché de diputada. Eso sí, tengo mis dudas de que deportivamente vuelva a ser lo que un día fue, porque las cosas han cambiado mucho.
Y es que no parece, pero la gran familia deportiva nacional tiene su valioso y preciado capital de votos. Esto producto del efecto multiplicador de las familias de los atletas, entrenadores, federativos y aficionados. Capital que salió a relucir y se hizo sentir cuando Tony Saca llegó a la Presidencia.
Finalmente, en esto de los “nocauts políticos”, no solo Cristina resultó fuera de combate por el voto popular, también otras personalidades deportivas como Jorge Quezada y Kriscia García resultaron salpicados y casi se ahogan por el “Tsunami Tricolor” que en Santa Tecla hizo naufragar los sueños y aspiraciones edilicias del “Galeno Risueño”. Moraleja: ¡Zapatero a tu zapato!
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.