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CRÓNICA A LA LUZ DE UN ANIVERSARIO MARTIRIAL

1980-2016: Recordatorio en el

36 Aniversario del Martirio de

Monseñor Oscar Arnulfo Romero

 

 

 

                                Renán Alcides Orellana      

I   

De allá al pie de la montaña

– Cacahuatique milenaria

Ciudad Barrios ancestral y lenca –

un peregrino verdadero seguidor de Jesucristo

se nos vino encima con todo. Oscar Arnulfo nos sacudió

con su voz y su estandarte. Nos enseñó

la sonrisa negada a los abuelos. Las primeras letras

para escribir solidaridad en las paredes y el llanto

más sublime cuando se da la vida por los otros.

Con su sangre inmortal y su cosecha

hizo luz el camino por fe y obediencia.

Siervo copiloto de Dios llevó hasta lo más alto

la fe y la esperanza de los que así creyeron.

II

Predicador de las bienaventuranzas

y de la buena nueva ámense los unos a los otros

te diste entero Oscar Arnulfo;  sin reservas, sale

sin condiciones, shop con ofrenda total de tu martirio.

Como Jesús demandaste respeto a la casa del Padre,

casa del campesino y del obrero. Echaste a latigazos

a los mercaderes del oprobio y la injusticia.

Y resonó desafiante por los aires tu sentencia:

– En el nombre de Dios, pues, y en nombre

de este sufrido pueblo, cuyos lamentos

suben hasta el cielo cada vez más tumultuosos,

les suplico, les ruego, les ordeno ¡Cese la represión!…

Así sellaste tu suerte. Tu anticipada muerte.

Para que se cumplieran las insagradas escrituras del tirano:

“Haga patria, mate a un sacerdote”. Igual que el Maestro

irías a la muerte. Y una muerte de fusil para alentarnos.

Tu voz profética se alzó sobre las sombras:

– Si me matan resucitaré en mi pueblo.

Y lo hicieron: te mataron.

Y lo hiciste: resucitaste en medio de nosotros.

III

Cuentan que se cuentan milagros y misterios.

Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador,

cuentan que dijo Ellacuría, uno de los dos Nachos

mártires de la fe y el conocimiento. Y se cuenta que,

con el pueblo a cuestas, el obispo poeta don Pedro

elevó a los altares a su hermano entrañable Oscar Arnulfo.

Sos el San Romero de América, cuentan que le dijo.

Signo popular anticipado a la santificación de los conventos.

Por obra de Dios, Romero se hizo vida en el martirio.

En los anhelos de justicia de los pueblos Monseñor Romero

ha resucitado, cuentan que cuenta el padre Jon Sobrino.

Pero cuentan también – y quien lo cuenta da fe

para que sea creído- que en la orilla opuesta cada día

son menos los aplausos de los que hace veinticinco años

compartían el champán con los celebradores de la muerte.

Desvelo de conciencias. La doble moral palidece

en los confesionarios. Ahí los judas, los caínes

los pilatos, los herodes, los sumos sacerdotes,

los de siempre legisladores del mal.

Se oyen los pasos del profeta seguido de su pueblo.

Cada vez más cerca las pisadas son ruido de pie grande.

Resucitado entre su pueblo Monseñor Romero hace vida

su temprana muerte. Entre ayer y mañana el Profeta y Mártir

sigue y camina. Monseñor Romero camina y sigue

hasta el día de su canonización, por los siglos

de los siglos…  ¡Amén!

 

En el 25 aniversario martirial

de Monseñor Romero, III-2005.

 

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