BEIJING/Xinhua
Xi enfatizó que resultaba imperativo coordinar las medidas de respuesta a nivel nacional para combatir el brote. El mandatario indicó que concentrar las fuerzas para llevar a cabo grandes tareas es una ventaja del sistema socialista de China.
Con este fin, se solicitó apoyo de todo el país, que se puso en acción luego de que Xi, como núcleo de liderazgo del Comité Central del PCCh y del Partido, emitiera sus órdenes.
El 25 de enero, se creó un grupo dirigente central para la respuesta ante la epidemia. La viceprimera ministra, Sun Chunlan, miembro del Buró Político del Comité Central del PCCh, encabezó un grupo dirigente central para supervisar en el terreno por tres meses los trabajos en la provincia Hubei.
“Cualquier situación que encuentre o necesidades que tenga, el grupo puede llamarme directamente”, aseguró Xi, quien dio más de 100 instrucciones al grupo. Bajo el liderazgo del mandatario chino, más de 90 millones de miembros del PCCh y 4,6 millones de organizaciones de base del Partido se unieron a la batalla antiepidémica.
“El secretario general asegura que los intereses del pueblo están por encima de todo. Nosotros, como miembros del Partido, debemos estar a la vanguardia”, señaló Xia Jian, secretario de una célula del Partido en el Hospital Zhongnan de la Universidad de Wuhan.
Algunas personas perdieron su vida al resultar infectados en la primera línea atendiendo a los pacientes. Liu Zhiming, presidente del Hospital de Wuchang, y Li Wenliang, oftalmólogo del Hospital Central de Wuhan, se cuentan entre los héroes fallecidos que han sido honrados como mártires, un título otorgado a los ciudadanos que sacrifican valientemente sus vidas por la nación y el pueblo.
Los trabajadores miembros del Partido también tomaron la iniciativa de laborar sin descanso en los campos estrechamente relacionados con el control epidémico, como la construcción de hospitales y la producción de mascarillas.
Siguiendo la orden de Xi, el ejército del país envió su primer grupo de médicos a Wuhan en la víspera del Año Nuevo chino. En total, se despacharon tres grupos en los que participaron más de 4.000 miembros del personal de servicio. Los suministros fueron trasladados a Wuhan en grandes aviones de transporte. China movilizó a sus mejores médicos, los equipos más avanzados y los recursos más necesitados para ayudar en la lucha integral contra el virus en Hubei y Wuhan, al tiempo que el Gobierno cubrió todos los gastos de tratamiento, señaló Xi durante las “dos sesiones”.
Robert Kuhn, un destacado académico estadounidense en estudios sobre China y presidente de la Fundación Kuhn, describió la movilización del país asiático como “sin precedentes” en la historia sanitaria mundial.
De toda China, más de 42.000 trabajadores médicos, incluidos académicos y expertos de primer nivel, fueron enviados a Hubei. Ellos soportaron una tremenda fatiga y estrés, pagando un alto precio. Más de 2.000 trabajadores sanitarios resultaron infectados y decenas murieron en el cumplimiento del deber.
En Wuhan, 16 salas de exposiciones y recintos deportivos se convirtieron en hospitales provisionales. Se reutilizaron decenas de centros de salud y se habilitaron más de 600 lugares para sitios de cuarentena. Todas estas medidas ayudaron a agregar alrededor de 3.000 camas por día, aliviando la tensión en las capacidades de los centros de salud de la ciudad.
“La lección clave de China fue la velocidad”, refirió el epidemiólogo canadiense Bruce Aylward, quien dirigió un equipo de expertos internacionales organizado por la OMS que viajó al país en febrero para llevar a cabo una misión conjunta de nueve días sobre la COVID-19.
Fuera de las zonas más afectadas se puso en marcha la producción de suministros médicos y se abrieron “canales verdes”. En poco tiempo, desde mascarillas hasta equipos de soporte vital, todo se trasladó con rapidez a la primera línea de enfrentamiento a la enfermedad.
En el apogeo del brote, Hubei acumuló más de 100 máquinas de oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés), aproximadamente una cuarta parte del total nacional de estos sofisticados sistemas de soporte vital.
Xi ordenó aprovechar la fuerza institucional del país en apoyo de “hermanamiento”. Diecinueve regiones a nivel provincial se “hermanaron” con 16 ciudades y prefecturas en Hubei para ayudarlas a contener el brote.
El mandatario señaló que la ciencia y la tecnología son la clave para “eventualmente prevalecer sobre el brote”. Exigió que se acelerara la investigación para resolver problemas fundamentales y cumplir con todos los estándares de seguridad.
Universidades, institutos de investigación y empresas de todo el país unieron fuerzas para desarrollar vacunas, medicamentos y tratamientos. Una vacuna desarrollada por investigadores chinos fue la primera del mundo en entrar en ensayos clínicos de fase II el 12 de abril. Hasta el 23 de julio, nueve empresas en China habían iniciado ensayos clínicos de vacunas para la enfermedad. Al mismo tiempo, ha comenzado el uso de emergencia de las vacunas para la COVID-19.
En un país con una enorme población de 1.400 millones, la gente actuó ordenadamente. Se tomaron con seriedad los consejos del Partido y del Gobierno, las personas se quedaron en casa durante semanas y practicaron el distanciamiento social.
Asimismo, se movilizaron más de cuatro millones de trabajadores comunitarios con el fin de desinfectar periódicamente los espacios públicos, comprobar la temperatura corporal, hacer el registro de los visitantes y conducirlos a la cuarentena en caso de ser necesario.
Algunas ciudades pusieron en marcha la gestión en red y la vigilancia vecinal para detectar y aislar lo antes posible casos sospechosos y sus contactos cercanos. Muchos voluntarios se presentaron para ayudar.
“Las comunidades han hecho enormes contribuciones a esta respuesta ante la epidemia”, aseguró Xi a los trabajadores comunitarios durante una actividad de plantación de árboles en Beijing. “De cara al futuro, todavía hay tareas formidables por delante”.
Se estima que el enfoque de China de enfrentamiento a la pandemia, que realmente movilizó a todo el Gobierno y la sociedad, ha evitado cientos de miles de casos del nuevo coronavirus, de acuerdo con un informe de la Misión Conjunta OMS-China sobre la COVID-19.
La revista médica internacional The Lancet señaló que hay lecciones importantes que los presidentes y primeros ministros del mundo pueden aprender de la experiencia de China para retrasar la propagación de la infección, destacando el papel de medidas de salud pública como la vigilancia y el rastreo exhaustivo de contactos.
La lucha contra la COVID-19 de China proporciona tres experiencias importantes para el mundo: comunicarse con la población, frenar la transmisión de la enfermedad y preparar los sistemas de salud para un aumento de la demanda de servicios, según la revista The Economist, con sede en Londres.
EL PUEBLO PRIMERO
En esencia, las instrucciones de Xi son llevar a cabo una “guerra del pueblo”. En general, se trata de una guerra librada por el pueblo y para el pueblo, que encarna el propósito fundamental del PCCh, el mayor partido político gobernante del mundo, de servir al pueblo de todo corazón.
“Pueblo” es la palabra más reiterada en las reuniones presididas y las instrucciones emitidas por el secretario general del Comité Central del PCCh.
Xi ha hecho hincapié en priorizar la vida y la salud de las personas y poner los intereses de estas por encima de todo. Exigió apoyarse estrechamente en el pueblo para ganar la guerra. También dijo que todas las medidas de prevención y control antiepidémicas tomadas por el Comité Central del PCCh tuvieron la consideración primordial de prevenir infecciones entre las personas y salvar vidas. China ha proporcionado tratamientos gratuitos a las personas contagiadas de COVID-19, comprometiéndose a tratar a todos los pacientes y no dejar a nadie sin atención.
El paciente chino de COVID-19 más longevo que logró recuperarse de la enfermedad tiene 108 años.
“Salvamos vidas a toda costa. Nunca nos rendimos, sin importar la edad de un paciente o la gravedad de su condición”, apuntó Xi. Jiao Yahui, funcionaria de la Comisión Nacional de Salud, detalló que los pacientes ancianos se encuentran entre los más difíciles de tratar y requieren más recursos médicos que el resto.
“Pero China ha tratado con igualdad a todos los pacientes, independientemente de su edad o riqueza”, ratificó la funcionaria, tras precisar que esto refleja las virtudes tradicionales chinas, enfatizadas por Xi en relación con poner a las personas en primer lugar en la gobernanza estatal.
Jiao recordó que China tiene muchos menos casos y muertes por COVID-19 que los principales países desarrollados de Europa y América del Norte.
Desde temprana edad, Xi desarrolló vínculos estrechos con el pueblo. A los 15 años, se trasladó a la aldea Liangjiahe, en la provincia de Shaanxi, y pasó siete años allí trabajando y viviendo con campesinos en la meseta de Loess.
En la rueda de prensa posterior al XVIII Congreso Nacional del PCCh, Xi dijo: “La aspiración de la gente a una vida mejor es por lo que debemos luchar”.
Xi ha convertido la salud de la población en una preocupación fundamental. Poco después de ser elegido secretario general del Comité Central del PCCh en 2012, viajó a una clínica de aldea para conocer el nuevo sistema médico cooperativo rural.
En repetidas ocasiones ha subrayado que, sin una buena salud para todos, no habría una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos.
El 10 de febrero, cuando el número acumulado de casos confirmados de COVID-19 en Beijing llegaba a 342, Xi se puso la mascarilla y visitó una comunidad residencial, un hospital y un centro de prevención y control de enfermedades a nivel de distrito. El mandatario extendió la muñeca para que le tomaran la temperatura corporal al entrar en cada lugar.
Xi conversó con los residentes en una calle y les preguntó sobre el precio de las verduras.
“No estrechemos nuestras manos en este momento inusual”, refirió Xi. “Debemos tener confianza en que podemos vencer la epidemia”.
“Definitivamente podemos superarla”, respondieron los residentes. Un mes después, Xi visitó una comunidad residencial en Wuhan, capital de la provincia central de Hubei. En aquel momento, los nuevos casos confirmados diarios en la parte continental de China se habían reducido a 24, pero la ciudad todavía tenía 14.514 pacientes del nuevo coronavirus. La tarea de contención seguía siendo ardua.
Caminando entre bloques de apartamentos, Xi miró hacia arriba y agitó su mano en dirección a los residentes bajo cuarentena que asomaban la cabeza por las ventanas y balcones para saludarlo.
“¡Mantengámosnos así! ¡Resistamos un poco más!”, dijo Xi.
Durante un simposio celebrado en Wuhan, el mandatario hizo una petición especial a los funcionarios para que suministraran a la población más peces vivos, una de las comidas favoritas de los residentes de la urbe.
Andrey Ostrovsky, subdirector del Instituto de Estudios del Lejano Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia, aseguró que la inspección de Xi por Wuhan constituía un claro testimonio de que el Partido cumplía con su principio de priorizar la vida y la salud del pueblo por encima de todo. Xi se ha preocupado profundamente por los profesionales sanitarios. Exigió llevar a cabo los máximos esfuerzos para reducir la pérdida de vidas e instruyó que los funcionarios debían aliviar el estrés de los trabajadores médicos satisfaciendo sus necesidades básicas y dándoles suficiente descanso y ánimo. En el Hospital Huoshenshan, Xi habló por videoconferencia con médicos que portaban la indumentaria de protección. “No puedo ver todos sus rostros porque están vestido con los trajes de protección y las mascarillas. Pero en mi corazón, ustedes son las personas más queridas”, dijo.
Chen Jing, jefa de enfermería de la unidad de cuidados intensivos del hospital, refirió que le conmovió la visita de Xi y que se sintió más fuerte que nunca con el liderazgo y el firme apoyo de las personas a los trabajadores médicos.
En el Día Internacional de los Trabajadores, Xi escribió al personal de una empresa privada de servicios domésticos en el centro de China. Alabó a una amplia gama de trabajadores, desde profesionales sanitarios y repartidores de pedidos en línea hasta trabajadores que producían suministros contra la enfermedad. Sus arduos trabajos y contribuciones, apuntó Xi, han reunido una fuerza tremenda para prevalecer sobre la epidemia.
En el Día Internacional de la Enfermería, Xi aplaudió a los miembros de este sector que salvaron vidas a pesar de los peligros durante la lucha contra la COVID-19.
En el Día de los Trabajadores Médicos de China, Xi elogió nuevamente a los profesionales que lucharon tenazmente contra el virus en la primera línea.
Xi se ha preocupado por la seguridad de los ciudadanos chinos en ultramar y pidió a las embajadas, consulados, asociaciones chinas y sindicatos estudiantiles fuera del país que incrementaran el apoyo a estas personas. El Gobierno organizó vuelos para retornar a los estudiantes y otros ciudadanos chinos necesitados desde Irán, Italia, Reino Unido y otros países.
Los funcionarios, apuntó Xi, deben responder ante el pueblo. Aquellos que desobedezcan órdenes, prioricen sus propios intereses, dejen de asumir responsabilidades o mantengan conductas indeseables, serán castigados. En casos graves, los supervisores de los infractores también rendirán cuentas, aseguró.
El 4 de abril, bajo el liderazgo del presidente Xi, los 1.400 millones de habitantes de la nación guardaron tres minutos de silencio en memoria de las vidas perdidas a causa del nuevo coronavirus. Las “dos sesiones” de este año también se abrieron con un duelo por los fallecidos, demostrando una vez más el espíritu de poner al pueblo en primer lugar.
LUCHA GLOBAL
El virus no conoce fronteras. Desde un lujoso crucero atracado en Japón hasta una estación de esquí en los Alpes franceses, desde la antigua ciudad de Casablanca hasta el centro de Manhattan y la selva amazónica, la pandemia se ha extendido por todo el mundo.
Para el 6 de septiembre, los casos de COVID-19 reportados a la OMS habían superado los 26 millones en más de 210 países y regiones de todo el mundo, dejando cerca de 870.000 muertos.
Xi dijo que la seguridad de la salud pública es un desafío común para la humanidad, que requiere de esfuerzos conjuntos de todos los países. Eso concuerda con el espíritu de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad, una visión propuesta por Xi en 2013. Durante los últimos siete años, el mandatario chino ha venido promoviendo esta visión en el escenario internacional, y en medio de la lucha mundial contra el virus, su importancia ha quedado clara para todos.
El 7 de enero, científicos chinos aislaron con éxito la primera cepa del nuevo coronavirus. El 12 del mismo mes, la OMS confirmó haber recibido desde China la secuencia completa del genoma del coronavirus.
Tedros Adhanom Ghebreyesus señaló que China identificó el patógeno en un tiempo récord y compartió la secuencia genética con la OMS y la comunidad internacional, ganando un tiempo invaluable para que otras regiones del mundo prepararan sus medidas de respuesta.
China también informó a Estados Unidos del brote a principios de enero. Un experto estadounidense en virus llegó a China a finales de enero para ayudar a combatir la epidemia.
Cuando China estaba soportando el embate más furioso de la COVID-19, los líderes de más de 170 países y 50 organizaciones internacionales y regionales manifestaron su apoyo, mientras un total de 77 países y 12 organizaciones internacionales brindaron la asistencia.
En la lucha contra el virus, China exhibió sinceridad y transparencia, como lo demuestra el hecho de que realizó conferencias de prensa todos los días, en ocasiones varias veces al día, desde el 26 de enero.
En plena epidemia, Xi se reunió con Tedros Adhanom Ghebreyesus; el primer ministro de Camboya, Samdech Techo Hun Sen; el presidente de Mongolia, Khaltmaa Battulga, y el presidente de Pakistán, Arif Alvi, en Beijing. Mediante enlace de video, el jefe del Estado se reunió con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Xi envió cartas de respuesta a Tedros Adhanom Ghebreyesus y Bill Gates, e intercambió cartas con el presidente argentino, Alberto Fernández; el presidente peruano, Martín Vizcarra; el primer ministro camboyano, Samdech Techo Hun Sen, y el primer ministro mongol, Ukhnaa Khurelsukh.
Xi intercambió mensajes verbales con Kim Jong Un, presidente del Partido de los Trabajadores de Corea y presidente de la Comisión de Asuntos Estatales de la República Popular Democrática de Corea. Envió un mensaje verbal al presidente de Pakistán, Arif Alvi, e intercambió mensajes con Bounnhang Vorachith, secretario general del Comité Central del Partido Revolucionario Popular de Laos y presidente laosiano.
Xi también envió una carta de felicitación a la novena reunión ministerial del Foro de Cooperación China-Estados Árabes, urgiendo esfuerzos para avanzar en la cooperación en diversos campos, incluida la respuesta a la pandemia.
Desde el inicio del brote de COVID-19, Xi ha llevado a cabo una “diplomacia telefónica” sin precedentes, sosteniendo más de 60 conversaciones telefónicas con más de 50 líderes extranjeros.
Entre ellos se incluyen los de países occidentales, como el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron; los de países de mercados emergentes: el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa; y los de naciones en vías de desarrollo, como el primer ministro paquistaní, Imran Khan; el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, y el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
En las conversaciones, Xi señaló que esta emergencia de salud pública mundial ha planteado con claridad la urgente necesidad de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad. Solo trabajando juntos los países de todo el mundo podrán superar la pandemia, aseguró.
A medida que el virus continuaba propagándose, algunos países y regiones se vieron gravemente afectados. Xi envió mensajes a sus líderes para expresar su solidaridad.
“La unión hace la fuerza”. “Construir una comunidad de salud para todos”. Estos han sido sus mensajes al mundo.
En la Cumbre Extraordinaria de Líderes del G20, celebrada mediante enlace de video a finales de marzo, Xi pidió librar resueltamente una guerra global sin cuartel contra el brote de COVID-19, elaborar una respuesta colectiva para el control y el tratamiento a nivel internacional, apoyar a las organizaciones internacionales y mejorar la coordinación en política macroeconómica mundial a fin de prevenir una recesión.
Kuhn, el académico estadounidense, dijo que las propuestas de Xi, que permiten que la humanidad en su conjunto gane la batalla contra esta seria enfermedad infecciosa, dan sentido a la visión de una comunidad internacional de futuro compartido.
La COVID-19 se ha convertido en la emergencia de salud pública mundial más grave desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En mayo, en la ceremonia de apertura de la 73ª Asamblea Mundial de la Salud, también realizada a través de enlace de video, Xi manifestó su pesar por las muertes causadas por la neumonía COVID-19 en todo el mundo y expresó sus condolencias a las familias afectadas. El presidente chino anunció cinco medidas que tomaría el país para apoyar la lucha global contra el brote epidémico.
Xi aseguró que la vacuna china para la COVID-19 será un bien público global cuando esté disponible, contribuyendo a la accesibilidad y asequibilidad de la vacuna en los países en vías de desarrollo.
En junio, Xi presidió una cumbre extraordinaria China-África sobre la solidaridad contra la COVID-19 a través de un enlace de video, en la cual pidió adherirse al compromiso de luchar juntos contra la COVID-19, fortalecer la cooperación China-África, defender el multilateralismo y hacer avanzar la amistad China-África.
“Nos oponemos a la politización y la estigmatización de la COVID-19, y nos oponemos a la discriminación racial y los prejuicios ideológicos. Defendemos con firmeza la equidad y la justicia en el mundo”, enfatizó el líder chino.
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