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Cronista involuntario

edgar alfaro chaverri eapoeta@yahoo.com
edgar alfaro chaverri
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edgar alfaro chaverri*
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Erick, cialis Noé, viagra Alexander, medicine Julio, Elmer y otros muchachos de la celda número 2 de las bartolinas de la Policía Nacional Civil de Usulután, hacen hamacas con hilos que forjan a partir de bolsas plásticas… Las cortan en retazos que luego juntan para estirarlas con firmeza, es decir, las van enrollando hasta que adquieren la fuerza suficiente para luego entramarlas o tejerlas con la habilidad propia de los hacendosos artesanos salvadoreños… No las comercializan, lo cual es una verdadera pena, no porque no quieran, sino porque no se los permiten los reglamentos policiales que en cambio, sí permiten que estén ociosos allí mismo, donde al lado están construyendo las nuevas instalaciones del cuartel policial de dicha ciudad, en las que Víctor, Salomón, Horacio, Maravilla, Crespo y otros tantos de los 43 que permanecen hacinados en una celda de 8 por 5 metros, bien podrían ganarse un poco de la dignidad que el sistema les coarta sin escrúpulo alguno, colaborando en la citada construcción… Entonces, las hamacas son para no dormir en ese suelo tan indigno hasta para las cucarachas que pululan a diestra y siniestra durante las largas noches de insomnio, calor y paciencia forzada, donde lo menos que se cría es la reflexión que conduzca a una ansiada rehabilitación, especialmente por la falta de consideración de las autoridades encorbatadas que jamás llegan para comprobar las verdaderas condiciones de dichas instalaciones, donde el techo de zinc alum está, en plena zona costera, a tres metros de altura, agrediendo la salud mental con el bochorno fastidioso que pica en el cuero cabelludo, en la piel y en el alma, donde la escasez de agua atormenta como un verdadero infierno sin potestad etérea… ¿Por qué va a ser justo que alguien permanezca allí durante nueve meses por robar tres refrescos de a una cora cada uno, mientras Chico Flores anda por Miami pavoneándose por haber robado al erario nacional más de 23 millones de dólares donados por Taiwán? ¿Verdad que no es justo?

Sería bueno que se revisaran estas infrahumanas condiciones de vida carcelaria, donde un viejo de 55 años como yo, puede dar fe por haber sido recluido en esa vaina por defenderse de un joven agresor de 27, que corrió a interponer primero una denuncia, en la que sólo contó el haberlo hecho primero, sin escuchar la versión del pobre viejo… Setenta y dos horas en las que a no ser por la entereza espiritual no salís con ganas de seguir creyendo en el Statu Quo, en las que no podés tener ni una visita y mucho menos hacer una llamada telefónica a alguien que pudiera defender tu causa… Setenta y dos horas en las que todo vale menos que una escupida… Estas son algunas pequeñas cosas que se me vienen a una semana de haber salido de semejante pesadilla, en la que despertar con el sello de la dignidad sobre la frente es algo más que un milagro, reporteado sorpresivamente por un cronista involuntario…

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