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Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
El nuestro es un país interesante, curioso y atractivo; interesante porque lo afligen con matices las mismas dificultades desde su fundación, curioso porque estas pueden abordarse con solamente el debido compromiso, y bello, porque a pesar de lo anterior tanto su geografía como su gente a pesar de su historia, son realmente gratas.
Para entrar en materia consideremos para el caso su realidad geográfica: 20, 000 kilómetros cuadrados de tierra de origen volcánica, valiosa por su riqueza mineral para el emprendimiento de actividades agrícolas en todo momento del año, si el flujo hídrico se garantiza, y que es además teóricamente abundante, porque somos una extensión amazónica, pero además porque la misma geografía nos favorece con los vientos alisios, los cuales traen consigo suficiente agua para su deposición en el país, y cuya falta se corresponde con razones que por ahora no abordaremos, pues no son el tema de este artículo.
Entonces si bien las condiciones geográficas son las reseñadas, por otro lado, la realidad de la población es diferente, pues si tuviéramos que hacer una comparación con algún estilo literario, deberíamos hacerlo con la tragedia, y no por nada.
Somos 7,6 millones de habitantes, la mitad de los cuales se encuentra fuera del país, por razones económicas o por inseguridad, entre los cuales el promedio educativo es de 6,6 años SITEAL/UNESCO, con hasta 73 años de expectativa de vida en 2018, con una deuda externa impagable que supera el 93% del PIB, por lo tanto completamente dependiente de su relación con los EU, y las remezas de la diáspora que equivalen al 20% del PIB, sin virtualmente ninguna producción en consecuencia de las medidas de ajuste implementadas de los 90’s, monocultivista, cautivo del oligopolio y el monopolio, sin política económica ni fiscal, que además padece niveles de violencia que nos sitúan en el 4º lugar a nivel mundial, como país victima de actividades terroristas, solo detrás de Colombia que es un estado fallido, y por delante de la India, que sufre la violencia radical wahabí – Datosmacro.com
Con semejante carta de presentación cualquiera calcula de inmediato que el origen de este padecimiento es el de siempre: la injusticia, la exclusión, la inequidad y la desigualdad social, generada y promovida desde las élites, cuya perpetuación se garantiza mediante la fuerza militar – cuya existencia es solo para ese fin – y del que la población es víctima casi sin saberlo, pues se le ha negado la ilustración y la memoria histórica.
¿Qué sucedería si en cambio se dedicara un 7% del PIB a la educación?
Esencialmente nuestra historia cambiaria, pues las personas tendrían una realidad alterna a la actual, en la que su formación aunada a un marco jurídico idóneo, sería el soporte que asegurara un nivel formativo adecuado a las necesidades del país, donde por ejemplo para explotar la riqueza natural del litoral marítimo salvadoreño valorada en varios millardos, tendríamos varias decenas de especialistas y no como ahora, una oceanógrafa, 1.
Este último dato es el que más revela hacia donde vamos, ¿no?
