Isaac Bigio*
La primera semana de noviembre ha comenzado con una amplia ventaja de Boris Johnson en las encuestas. ¿Es esto una buena o mala noticia para el actual primer ministro?
Según YouGov para el “Sunday Times” los conservadores tienen en los sondeos una intención de voto del 39 % frente al 27 % de los laboristas, mientras que Opinium para el “Observer” le da a los azules el 42 % frente al 26 % de los rojos y ORB arroja las cifras con la menor brecha (los conservadores solo están al 36 % y con apenas 8 puntos sobre el laborismo).
Con tal ventaja los tories podrían esperar una mayoría parlamentaria absoluta. Sin embargo, todas las encuestas afirman que Corbyn viene ganando terreno. Por ejemplo, en la primera encuesta los rojos se han levantado 6 puntos en 3 días.
SIN LOGRAR UNA ALIANZA PRO BREXIT PERO PRODUCIENDO UNA ALIANZA ANTI BREXIT
De otro lado, el hecho que Johnson haya logrado arrinconar al Partido del Brexit en todos los sondeos (donde Nigel Farage está perdiendo peso) y que este parezca tener pocas probabilidades de ganar un solo asiento en el parlamento, ha dado alas al primer ministro a rechazar un pacto electoral con los faragistas. Johnson siempre ha querido mantenerse separado del creador del UKIP. Si bien se acercó a sus posturas antieuropeas nunca ha querido aparecer coludido con él, pues su idea es que los conservadores son el partido que más tiempo ha gobernado en el mundo y no quiere que su monopolio sobre la derecha británica sea roto en la cámara de los comunes o de los lores. Además, Johnson es más proclive a hacer concesiones sociales y a aparecer como un abanderado del Servicio Nacional de Salud (NHS) que Farage quien postula la privatización parcial de la salud.
El ascenso de Johnson viene haciendo que sus rivales busquen unirse contra él. Mientras la alianza antieuropea no se va a dar y Farage anuncia que va a presentar candidatos en casi todos los 632 distritos electorales de Inglaterra, Escocia y Gales, los partidos menores pro-europeos vienen cocinando un pacto para apoyarse mutuamente en aquellos distritos donde los candidatos con menos posibilidades en se sector se retiren en favor de los que más probabilidades tienen de ganar.
Esta última táctica mostró su eficacia en Brecon, un distrito rural y anti-UE del oeste de Gales donde en las últimas elecciones para renovar el parlamentario local los partidos del Brexit y Conservador se presentaron separados restándose mutuamente votos y permitiendo que la lideresa del liberalismo democrático en Gales ganara dicho asiento con el aval de los verdes y el Partido de Gales. Estas tres fuerzas más el Grupo Independiente Cambio UK (cinco disidentes parlamentarios del laborismo y conservadurismo) formarían tal acuerdo, con el cual, además, buscarían apoyar a conservadores pro-europeos disidentes que Johnson ha deseleccionado y excluido para que puedan conservar sus curules.
LABORISTAS Y NACIONALISTAS
En dicho pacto no entra el laborismo ni el Partido Nacional Escocés (SNP) quienes ocupan el segundo y tercer lugar en el actual parlamento que se viene disolviendo. Los laboristas no rechazan el Brexit porque dicen que no tienen autoridad para hacer ello ya que 17.4 millones de británicos votaron por él (la votación más alta en la historia nacional) pero prometen ir a uno moderado que preserve el mercado común y la unión aduanera y muchas leyes sociales, laborales y ecológicas y el tribunal de derechos humanos de la UE. Luego de negociar un acuerdo lo pasarían a votar en un referéndum confirmatorio con la opción de mantenerse en la UE dentro de la boleta. Con esta postura tratan de apelar a antieuropeos y pro-europeos.
El laborismo se niega a hacer pacto con partidos menores a fin de no reducir su impacto, y porque quiere presentarse como radicalmente distinto a los liberales demócratas a quienes acusa de ser una variante pro-europea de los conservadores con quienes cogobernaron en 2010-15 imponiendo duras medidas de ajuste y el alza de las matrículas universitarias.
De hecho el ascenso de Boris le permite a Corbyn buscar una polarización contra él, pues aparece como el único capaz de desplazarlo de su puesto. Los liberales demócratas nunca han tenido un primer ministro como tampoco un 10 % de la cámara de los comunes, debido al sistema de representación no proporcional y uninominal de UK.
Quien más se beneficia del ascenso de Johnson son los separatistas escoceses. Para el SNP es una bendición polarizar a su país entre quienes quieren apoyar a un Brexit duro (contra el cual votó Escocia ampliamente en el referéndum del 2016) y ellos que promueven un nuevo referéndum por la independencia, el cual esperan ganar esta vez con el apoyo de la UE (la cual antes estuvo en su contra como lo está hoy de la independencia catalana).
En una encuesta el SNP sube a 5 % a nivel nacional lo cual implica un tremendo porcentaje pues los escoceses apenas son entre el 8 % y 9 % de la población de UK. No sería extraño que el SNP retorne un camino similar al de las elecciones del 2015 en las cuales este ganó 56 de las 59 bancas asignadas a Escocia en Westminster. Debido a que Ruth Davidson, la carismática lideresa pro-europea de los conservadores escoceses quien hizo que su partido se recuperar en ese país y salvara a May en el 2017, ha dejado la jefatura de los tories escoceses en rechazo al giro hacia el Brexit de Johnson, es de esperar que los azules allí pierdan peso. Con una prédica anti-europea en la nación más pro-europea de UK difícilmente los conservadores logren retener la mayoría de sus bancas.
¿BENDICIÓN O MALDICIÓN?
En ese contexto el hecho que Johnson arranque la campaña electoral con tan alta intención de voto es bueno para él y muestra que ha logrado hacer que los conservadores bajo su jefatura se recuperen, pues hoy han multiplicado casi por cinco el porcentaje que tuvieron en las elecciones al parlamento europeo de mayo (allí por primera vez en su historia los tories quedaron con menos del 9 % y en quinto puesto).
Sin embargo, también es malo. Ahora él viene haciendo que sus enemigos se unan contra él o que busquen polarizar al electorado entre tories contra nacionalistas en Escocia y entre tories y laboristas en Inglaterra y Gales. La ausencia de un pacto con el Partido de Brexit puede hacer que los conservadores pierdan perder bancas, tal y cual pasó en las últimas dos elecciones locales parlamentarias (Brecon y Peterborough), dos distritos anti-UE que por tal división terminaron llevando a liberales o laboristas a ganar.
Si el SNP le quita una decena de parlamentarios a los conservadores en Escocia (algo muy probable), si los laboristas retienen Gales y se mantienen como una considerable segunda fuerza en Inglaterra y si la alianza pro-europea aumenta sus actuales treinta y tantas bancas pasaremos a un parlamento sin mayoría absoluta donde Johnson, aunque tuviese la primera mayoría, no podría liderar un gobierno. Esto último daría origen a negociaciones para un gobierno amplio o de minoría encabezado por los laboristas. No obstante, Corbyn no desea este último escenario sino convertirse en la primera fuerza e incluso en la que detente una mayoría absoluta parlamentaria.
Johnson, mientras tanto, va a tratar de conservar lo más que puede su actual distancia. Él es un formidable candidato. Ya ha empezado a hacer concesiones al manifiesto laborista al anunciar que va a cancelar el fracking, va a descongelar el incremento de pensiones y beneficios sociales y va a invertir mucho más en el NHS. Ahora ya no habla tampoco de amenazar a la UE con ir a un Brexit sin acuerdo, y una de las razones por las cuales no quiere acercarse a Farage es para limpiar su imagen.
Si Johnson va a querer centrar su estrategia electoral en demostrar que él si es capaz de realizar el Brexit y poder calar en los distritos laboristas euro-escépticos del centro y norte de Inglaterra, Corbyn va a querer arrinconar con una serie de demandas sociales.
El electorado británico ha demostrado que cada vez es más volátil. Recordemos que May en el 2017 empezó con una mayor tasa de popularidad y una ventaja superior sobre Corbyn, el cual, además, era golpeado duramente dentro de su bancada parlamentaria. No obstante, en esos comicios Corbyn logró reunificar a su partido y hacer que los rojos salten del 30 % al 4%, un alza que no la había tenido en décadas.
El panorama es incierto.
*Analista internacional