CUANDO EL AMOR NO DICE LA ÚNICA PALABRA
Poesía de Gloria Fuertes
Por Wilfredo Arriola
Gloria Fuertes poeta española, con una lucidez trabajada y forjada en la guerra. Su tonalidad deja ver una serenidad a la valoración de la vida. Su obra es una mezcla que retrata los momentos que pudo vivir en su larga y tormentosa vida. Testificó y denunció en su obra arbitrariedades y abusos para con los pobres. Nació en Madrid. La guerra civil marca su vida, dando a su carácter un sentido pacifista. En 1961, obtiene una beca «Fulbright» que le permite enseñar literatura española en la Universidad de Pennsylvania. A lo largo de su vida obtuvo numerosos premios y accésits: Primer Premio de «Letras para canciones» de RNE, 1958; Primera Mención del Concurso Internacional de Poesía Lírica Hispana, 1959; Premio Acento, 1965; Premio Guipúzcoa, 1968; Premio Andersen Internacional de Literatura Infantil, 1969; Premio Mejor Letra Canción de la Paz, Valladolid 1976; Aro de Plata de RTVE, entre otros.
En su obra literaria, podemos distinguir dos campos: la literatura infantil y la literatura para adultos. Digamos, para finalizar, que Gloria Fuertes es una de las principales voces de la poesía femenina de la segunda década del siglo pasado. Con un lenguaje sencillo, directo, sabe reflejar su amor a la infancia, a los humildes, a la vida, a la paz. Denuncia la injusticia social, impregnando sus poemas con un tinte de humor muy peculiar. Autora más apreciada y estudiada en el extranjero que en España, el paso del tiempo ha de colocarla en el lugar que, por la importancia de su obra literaria, le corresponde.
LOS HOMBRES NO SUPIERON
Los hombres no supieron
que hubo hombres que escribieron para ellos.
—y esto es feo—.
Ni siquiera el Alcalde de Berceo
ha leído de Berceo.
No engañaros.
Ningún pobre de América del Norte,
ningún minero
ha leído a Walt Whitman.
Ningún compañero,
ningún campesino,
ningún obrero,
ha leído a Blas de Otero.
¡Neruda! Los esclavos de Chile
no se saben tus versos.
Y los inditos peruanos hambrientos,
no saben quién fue César Vallejo.
(De: Mujer de verso en Pecho, 1996)
AUNQUE NO NOS MURIÉRAMOS AL
MORIRNOS
Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.
Muerte es que no nos miren los que amamos,
muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo
AUTOEUTANASIA SENTIMENTAL
Me quité de en medio
por no estorbar,
por no gritar
más versos quejumbrosos.
Me pasé muchos días sin escribir,
sin veros,
sin comer más que llanto.
SE SUICIDÓ LA ESTATUA DEL
DICTADOR
Se suicidó
la estatua del dictador.
La estatua vivía en el centro del estanque.
Una noche de viento
la estatua se lanzó al agua.
La estatua del dictador
murió ahogada.
Sólo las gaviotas la echaron de menos.
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz -que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo-.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
SÉ TODO, porque vino un misionero
y me dejó una Cruz para la vida
-para la muerte me dejó un misterio-.
CUANDO EL AMOR NO DICE LA
ÚNICA PALABRA
Cuando algo nuestro intacto
se funde y me confunde
-somos uno en dos partes
que sufren por su cuenta-,
desesperadamente algo nuestro se busca
sin ayuda de nada algo nuestro se encuentra.
La unión se realiza,
la ausencia no atormenta,
el dolor se desmaya,
el silencio se expresa
-cuando el amor no dice
la única palabra
está escrito el poema-.
Alto profundo es esto que nos une,
esto que nos devora y que nos crea;
ya se puede vivir
teniendo el alma
cogida por el alma
del que esperas;
pena es tener tan sólo una vida
-sólo una vida es poco
para esto
de querer sin recompensa-.
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