Entrevista a Leibi Ng para suplemento 3000
Gito Minore
Escritor y poeta argentino
Leibi Ng es autora de varias obras infantiles, colaboradora de la prestigiosa revista Tobogán de República Dominicana, y fundadora del “Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes”, entre otras actividades relacionadas al libro para niños en su país.
P-Sin lugar a dudas, la revista Tobogán, de la que usted participó, resultó un parte aguas en la difusión de las letras infantiles en República Dominicana ¿Nos podría contar un poco de esa experiencia?
R-Hablar de Tobogán es hablar de Miguel Cocco, un humanista, más que ninguna otra cosa. Casi todos los literatos y artistas plásticos dominicanos pueden dar testimonio de la grandeza de este hombre. Contra viento y marea, a la par que llevaba su empresa editorial e imprenta, creó y patrocinó una revista, tipo enciclopedia, y fue un hecho titánico que en febrero 2017 cumple 30 años, ya que fue fundada el 25 de febrero de 1987. Los que saben de esto, comprenderán lo que significa mantener un impreso mensual de 36 páginas a full color, para un público apático al que hay que estar motivando constantemente. La argentina Cristina Pezzi fue su primera directora y encargada de poner en práctica junto a un maravilloso equipo. Mi entrada como directora se hizo en los años 80 y me reincorporé como Relaciones Públicas y redactora en 2012. Mi hija Yin Lai, licenciada en Publicidad, fotógrafa y diseñadora, es mi sustituta y lo hace mejor que yo, lo que me enorgullece.
P-Si bien usted es autora de varios títulos, hay uno en especial, Secreto de monte. Cuentos juveniles sobre ciguapas, que trata sobre las ciguapas, este personaje folclórico tan caro a la idiosincrasia dominicana. Coméntenos ¿por qué eligió escribir sobre este tema? ¿Por qué apostar al folclore y a las raíces en esta época?
R-La idea parte de uno de nuestros filólogos y académicos más importantes: don Bruno Rosario Candelier, a través de quien era el director y fundador del Grupo de Literatura Infantil y Juvenil Pedro Henríquez Ureña, doctor Oscar Holguín-Veras, propuso tomarle la palabra a otro gran literato que pedía enarbolar a la ciguapa como bandera de dominicanidad, como la auténtica leyenda dominicana. Me refiero a don Manuel Mora Serrano, autor de una novela llamada Goeíza que la tiene como argumento. Nuestro trabajo consistió en despojar a la ciguapa de tenebrosidad y aportarle ternura, ya que era para introducirla en la infancia. Un ser que puede morir ahogado en su propio llanto si siente el llanto de los enamorados, no puede ser un ser tenebroso, sino compasivo.
P-A lo largo de su vida, usted realizó diversas tareas en pos de la divulgación tanto de su obra como de otros autores dominicanos, entre ellas estuvo a cargo de la coordinación de la Feria infantil de la Feria internacional del libro de su país. A raíz de eso, ¿usted ve que haya crecido la necesidad en el público dominicano por consumir literatura infantil?
R-Sí. Definitivamente. Cuando la sociedad se pone de acuerdo en algo, las cosas fluyen, y a nivel global, se han divulgado verdades que antes eran consumo de intelectuales, autores, consejeros, algunos educadores, un número pequeño de padres informados. El caso es que lo que la publicidad y el mercadeo saben desde hace mucho tiempo, la educación y el desarrollo lo incorporan más recientemente. Los hábitos de consumo se fijan a tempranas edades, por aquello de que “El hombre es un animal de costumbres”, porque los hábitos forman al individuo, lo marcan. Si no se adquiere el hábito lector a tempranas edades, la misión de que la lectura y la comprensión sean parte inseparable del individuo, eje de su propio desarrollo, sencillamente puede no dar frutos, por más que se invierta tiempo y dinero en campañas de incentivo a la lectura.
P-En los respectivos mercados editoriales de la mayoría de los países latinoamericanos están muy presente las improntas, tanto norteamericanas como española, ya sea con sus obras importadas como con libros nacionales que se basan o siguen la línea ideológica de ellas. ¿Qué tanto se ve reflejado esto en República Dominicana? ¿Qué otras alternativas aparecen frente a estas?
R-Los dominicanos tenemos el mismo problema que el resto de países en vías de desarrollo. Siempre hay brillantes intelectuales que marcan el camino. Escriben en los diarios y revistas, dejan obras en todos los géneros literarios, transmiten una herencia cultural; pero el tiempo y la ignorancia hacen que eso se vaya diluyendo y los alcanzados mueren con ese conocimiento. Tenemos dos ejemplos de rescates. Uno es el doctor Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nación, quien primero fue investigador y ya en su etapa de funcionario, supo que tenía que rescatar y trascender. Esto explica que esa institución, al contrario de muchas otras del mundo, tenga un área editorial que va por cientos de obras rescatadas, criollas y extranjeras. Las mismas se distribuyen de manera gratuita a centros escolares, bibliotecas y fundaciones. Ya más cerca de la LIJ, está un señor llamado Miguel Collado, que es bibliógrafo y lleva un recuento de cuanto artículo y obra se imprime para el público infantil y juvenil. Para mí, este es un marco importante, porque ningún escritor serio puede crear sin investigar, y las raíces de la identidad de un pueblo están en muchos documentos, en muchas manifestaciones, y en el conocimiento de la producción nacional y extranjera. En la actualidad, dos importantes editoriales internacionales, con sedes en nuestro país, toman en cuenta la producción nacional. Es un trabajo que apenas comienza, diría yo, pero ya está vigente y tiene mucho recorrido por delante.
P-Para culminar ¿Cómo ve el actual panorama de la literatura infantil dominicana?
R-El principal problema de la literatura infantil dominicana es que sus productores no han podido dedicarse a ella como arte y oficio. Hasta ahora, casi todos los que escriben literatura, lo hacen de manera colateral con empleos fijos y remunerados. Hay quien tiene la ilusión de que vive de eso, pero en realidad, autores dedicados 24 horas de los 7 días de la semana a la literatura infantil o a la literatura en general, no veo yo muchos. Tal vez diga algo que el más brillante autor que tenemos ahora mismo nació en Taiwán y que el último premio anual de LIJ, Aurora Tavárez Belliard, lo ganó un cubano, alguien que estimo, quiero y admiro y que ganó en buena lid, pero que me sirve de punto de reflexión para enunciar que a los autores de LIJ dominicanos nos falta mucho, sobre todo, entusiasmo para producir. Ojo, hay excepciones muy honrosas de colegas y sus títulos van en aumento cada año. De esos, yo no hablo, esos están trabajando porque tienen su misión clara: una infancia que ejerza su derecho a leer literatura de calidad.
Debe estar conectado para enviar un comentario.