París / AFP
En un mundo en el que al cambio climático se suma la contaminación del aire y del agua, la pérdida de biodiversidad, la penuria de agua y la disminución de la capa de ozono, lo que para un sector es una solución para otro puede ser un problema.
Estos son algunos ejemplos de esta situación que plantea serios dilemas científicos.
– Agua vs contaminación –
Un estudio difundido el lunes muestra por primera vez que las 16.000 plantas de desalinización en funcionamiento en el mundo producen más salmuera -lodo salado- tóxico que agua potable.
Así, por cada litro de agua obtenido del mar o de aguas salobres, un litro y medio de salmuera acaba en el océano o la tierra.
La salmuera extremadamente salada es todavía más tóxica al estar compuesta por elementos utilizados en el proceso de desalinización, como por ejemplo, el cobre y el cloro.
La cantidad total de salmuera producida -más de 50.000 millones de metros cúbicos al año en el mundo- podría cubrir el estado de Florida con una capa de 30 cm, según el estudio publicado en la revista científica Science of the Total Environment.
– Ozono vs clima –
El Protocolo de Montreal de 1987 prohibió varios elementos químicos industriales por estar disolviendo el ozono de la estratosfera, que protege a la Tierra de los peligrosos rayos ultraviolentas del Sol.
Para reemplazar esta sustancias utilizadas para aerosoles y refrigerantes, los científicos inventaron una nueva categoría de químicos llamados HFC. Pero dos décadas más tarde, se descubrió que las nuevas moléculas eran gases de efecto invernadero, mucho más potentes que el dióxido de carbono o el metano.
Esto llevó a enmendar el Protocolo en 2016 para abandonar los HFC.
– Biocombustibles vs alimentos y bosques –
Los biocombustibles a base de maíz, caña de azúcar y de aceite de palma parecieron al principio una buena idea para reemplazar a los contaminantes combustibles fósiles.
Pero la energía requerida para transformar y transportar los biocombustibles socava en realidad el propósito inicial de preservar el medioambiente. Además, mercados emergentes como Brasil decidieron invertir en estos plantando campos de caña de azúcar y de palma a costa de los bosques tropicales, indispensables para absorber el CO2.
Recientemente, los científicos calcularon que sería necesaria el doble de la superficie de India para cubrir una futura demanda de biocombustibles, lo que podría poner en peligro las necesidades alimentarias de parte de la población mundial.
– Energía verde vs contaminación –
Las energías renovables como la solar son indispensables en la lucha contra el cambio climático. Pero estas tecnologías requieren pequeños metales raros, cuya extracción no siempre es respetuosa con el medioambiente, como demuestra la investigación «La guerra de los metales raros» del periodista francés Guillaume Pitron, que visitó una docena de países.
«Queremos dar saltos tecnológicos sin salto de conciencia», afirma Pitron, quien aboga por otras soluciones como el reciclaje.
– Parques eólicos vs biodiversidad –
El parque mundial de energía eólica suma unas 350.000 turbinas que producen más de 500 gigavatios de energía limpia (4% de la demanda global de electricidad).
Pero estas matan también a los pájaros, alterando los ecosistemas. Así solamente en Estados Unidos, donde hay 50.000 turbinas, cada año mueren hasta 328.000 aves.