Myrna de Escobar,
Escritora y docente
Es junio otra vez. Salgo a la calle y tropiezo con el murmullo de las personas que insinúan, aseguran, murmuran tantas cosas sobre el Rey del pop sin averiguar. Algunos periodistas como Martin Bashir, Diane Dimond, Diane Sawyer, Nancy Grace entre otros hicieron carrera difamando al Rey del pop y ganaron dinero con su imagen como se afirma en el documental “Michael Jackson, El hombre detrás del Mito”. La prensa sensacionalista hizo ver a Jackson como algo menos que humano y no habló de su lado maravilloso. Opacó su legado y con justa razón, sus logros asustan, incomodan. Para el mundo de afuera, él pudo ser un espectáculo, una caricatura, un monstruo, pero aquí en su música, el desnudó su alma.
En palabras del periodista británico Charles Thomson la persecución sufrida en vida por el artista fue uno de los más vergonzosos episodios en la historia del periodismo y según lo caracterizó el observador político Jeff Koopersmith, un linchamiento de alta tecnología. Hoy a 10 años de su partida el abuso cultural hacia Jackson continúa.
Se mofaban de él por su desorden de la piel (vitíligo), algo que muchos no creían que fuera real, hasta que lo confirmó la autopsia. Se burlaron de su amor a los animales, a los niños, al planeta; por sus matrimonios, por sus tres hijos, por su rancho Neverland, su sexualidad, su voz, su conducta infantil, de sus cirugías. Un abuso cultural extenso y abusivo; ciertamente. Así lo registra Joseph Vogel en su libro Featuring Michael Jackson.
En un artículo publicado por The Voices: Education Project y The Huffington Post (Las Voces: Proyecto educativo) las inquietudes surgen:
—¿Importa ahora que el hombre no puede sentir el abuso?
—¿Debería a una persona común preocuparle si una celebridad como Michael es tratada con insensibilidad o indiferencia?
Para el artículo las palabras importan. Como lo hemos atestiguado con los recientes medios de comunicación en bullying y suicidio, pueden llevar a tragedias terribles, pero pueden ser usadas para inspirar y sanar. Y Michael lo sabía.
El análisis del caso Jackson es importante para la sociedad pues trata de un caso de bullying por lo que me di a la tarea de preguntarle a la gente: ¿Qué hacía cuando el Rey del Pop falleció? La respuesta es universal. La gente sigue hablando de él. Comparto ahora algunos de los comentarios. Muchos de éstos brotan de labios de sus fans alrededor del mundo, habitan en el subconsciente como esa neurona que lleva su nombre y descubrimos en nuestro ADN cultural al observar su arrollador talento y sus múltiples logros.
“Cuando supimos la noticia nos fuimos a la iglesia, todos en familia, a orar por él… siempre lo admiramos mucho en vida, y cuando murió nos sentimos de luto. Aún lo incluyo en mis oraciones.
Creo que usted puede sentir la euforia que muchos sentimos viéndole tras la pantalla.
Mi mamá cerró los ojitos y lo encomendó al cielo”
Ésta es la respuesta que muchos de sus detractores no esperan, pero nace de la voz popular. Su comentario me hizo pensar en ese amor de millones de personas por el artista. Su legado es este amor universal que hermana con todos independiente del origen, sexo, religión o condición social. Su amor viajero traspasó las fronteras, conectó pueblos y unió razas. Su muerte le recordó a la gente lo que él significó para ellos. Escribió Rob Sheffield. Y según Greg Tate, él estuvo presente en nuestros mejores momentos de la niñez y de la adolescencia.
Caminando me encuentro con alguien, una salvadoreña radicada en los Estados Unidos al momento de la partida de Michael. Le pregunto: ¿Dónde se encontraba y qué hacía el 25 de junio del 2009?
Sin pestañear, responde:
—Ese día fue devastador. Estaba donde el dentista, en Chicago, cuando vi la noticia. Salí a la calle como autómata. Afuera la conmoción era impresionante. Como si todos íbamos hacia el mismo destino nos atropellábamos. El rumor era un tumulto en todas partes: “Michael Jackson está muerto” … Sin percatarme de la distancia caminé y caminé hasta llegar a casa. La noticia estaba en todos los medios. No pude contenerme y lloré y lloré por meses.
Su respuesta me desconcertó. Su voz se pierde en medio del túmulo de lágrimas que asoma por sus pupilas. No puede más, se aleja.
Yo no acepté la noticia hasta cuando vi el memorial por la televisión, el 7 de julio de 2009. En El Salvador yo era una ciudadana más de ese billón de personas en el mundo viendo la transmisión directa del funeral.
Ese día es inolvidable, como el día en que me encontraba en la décimo tercera Conferencia Nacional para maestros de inglés en una prestigiosa institución de San Salvador. Cuando terminó el acto inaugural con el corte de la Cinta Simbólica por la entonces Embajadora de Estados Unidos en El Salvador, la señora Mari Carmen Aponte, el recinto se oscureció. Pensé que se debía a una falla eléctrica, pues habían anunciado una sorpresa. En un instante la música y los aplausos inundaron el lugar. La atmósfera solemne cambió con la actuación de Billy Jean en el escenario. Delante de todos, un joven imitador bailaba y cantaba. Fue surreal.
“No nos alcanzará ni esta vida ni la otra para terminar de homenajearle”, Susurro una mujer canadiense cuando la sorprendí en un centro comercial de visita en nuestro país.
En la introducción de su libro Man in the Music, Joseph Vogel lo describe como la música encarnada. Escuchar sus canciones y ver su actuación es una inyección de vida, un torrente de poderosa emociones. Algo así como un éxtasis espiritual. Otros lo comparan con un exorcismo. Sus fans se sentían transportados, empoderados, conectados, inspirados.
Michael, el séptimo de nueve hermanos, nació en Gary, Indiana el 29 de agosto de 1958 en el seno de una familia musical. Su madre tenía una hermosa voz de soprano y tocaba el clarinete y el piano. El padre, operador de grúa y soldador tocaba la guitarra en una banda llamada The Falcons que actuaba en pequeños bares y clubes nocturnos para proveer más dinero a sus familias.
Michael fue “un pequeño ciervo en un bosque en llamas”. Así lo describió Steven Spielberg, el Cineasta Estadounidense. Un calificativo que sin lugar a duda describe a este célebre prodigio de la vida americana cuya vida excepcionalmente exitosa a nivel artístico y profesional siempre estuvo rodeada de mucho sufrimiento, demandas y controversias desde sus orígenes hasta su deceso. Servicios de inteligencia como el FBI estuvieron tras sus pasos. Fue absuelto por la justicia de casos que le fueron imputados, pero como lo subrayó su abogado defensor Tom Mesereau “los casos se ganan en la corte, no afuera”. Razón por la que una parte de la sociedad no lo absuelve, y continúa juzgándole de imperfecto.
Según consta en su biografía: Michael Jackson. The Magic, The Madness, the Whole Story escrita por el escritor español Randy Taraborrelli, fue en 1963, a la edad de cinco años en Garnett Elementary School donde el pequeño recibió la primera gran ovación del público al cantar a capela la canción “Climb ev’ry Mountain” (Escala cada Montaña) del grupo The Sound of the Music (El sonido de la música)
“No sé de donde lo obtuvo… Él era tan bueno, tan pequeño. Algunos niños son especiales. Michael era especial”, Dijo su madre.
Su abuelo Samuel al igual que su madre y demás maestros y compañeros se conmovieron hasta las lágrimas por la singular interpretación de Michael.
Según su madre, Michael siempre fue precoz. A la edad de 18 meses sostenía su biberón y bailaba al ritmo de la lavadora… “No creo en la rencarnación, pero Ud. sabe cómo son los bebes de descoordinados. Michael nunca se movía de esa forma. Cuando él bailaba, era como si era otra persona, como si fuera un adulto.
¡Qué hermosa voz tenia! ¡aún desde niño era un regocijo escucharle!”, recuerda su abuela Chrystal. Él empezó a cantar a los tres años.
Fue su hermano Jackie, de 12 años quien decidió que su pequeño hermano sería el nuevo líder del grupo musical que habían formado como familia, a pesar del descontento de su hermano Jermaine quien era la voz líder del grupo. Era evidente que Michael era un artista nato. Así, el pequeño Michael dueño de una particular energía y carisma se convirtió en la voz líder del sueño musical The Jackson 5.
“Michael era un chico fascinante, pero muy sensible, travieso pero generoso, — demasiado generoso—que sin importar los castigos mostraba su afecto a sus maestras llevándoles las joyas de su madre, Katherine. Le encantaba bailar también… siempre lo sorprendías bailando ante el espejo. Se apartaba para practicar y luego regresaba para mostrarnos nuevos pasos. Michael empezó a coreografiar nuestro show”, Recuerda su hermano Jermaine.
Era un gran imitador y desde los 8 años solía observar y aprender de afamados artistas como James Brown, Diana Ross, Fred Astaire, Sammy Davis, Jackie Wilson y Gene kelly entre otros.
A diferencia de sus hermanos, Michael no concluyó su primera infancia cuando ingresó a The Jackson 5, conformado en sus orígenes por Jackie, Tito, Jermaine y Marlon. Cuando el padre, Joseph Jackson, descubrió el talento artístico de sus hijos, los juegos y actividades de la infancia fueron sustituidos por ensayos, competencias y presentaciones en bares y clubes nocturnos. Los hijos ensayaron todos los días, sin descanso y en contra de su voluntad. Fruto del esfuerzo, sacrificios y escasas horas de sueño, llegaron los concursos y la casa se llenó de trofeos.
“Probablemente es cuando más felices vi a mi padre y mi madre…no teníamos nada, excepto nuestro talento”, concluye Michael. En casa la dieta era escasa: col rizada y menudos de cerdo.
Sin tiempo para divertirse o para socializar con chicos, excepto en la escuela, los pequeños incursionaron en el fascinante y peligroso mundo de la farándula guiados por su mentor y padre, Joseph.
La primera actuación del grupo tuvo lugar en un club nocturno llamado Mr. Lucky donde recibieron $7 por el contrato. El grupo tocó en otros clubes donde la gente arrojaba billetes y monedas al escenario.
“Mis bolsillos estaban a reventar con el dinero… luego me iba a comprar muchísimos caramelos para mí y para todos”, cuenta.
Después de un exhausto fin de semana, los Jackson 5 regresaban a casa el día lunes a las 5:00 de la mañana a dormir un par de horas mientras su madre desempacaba las maletas y cocinaba un gran desayuno. El padre se iba al trabajo y los hijos a la escuela. De pronto la música ya no era una diversión si no un modo de vida.
El 26 de julio de 1968, cuando Michael tenía nueve años, firmaron un contrato con Motown y después de arduos ensayos alcanzaron el éxito con canciones como I Want you Back, ABC, y The Love you Save, I´ll be There, número uno en ventas. Abandonaron el proyecto siete años más tarde en 1975 para afiliarse con CBS y adoptar el nombre de The Jacksons.
En la familia la historia era diferente a la exuberante actitud de energía y alegría que mostraban los Jackson en el escenario. Tres eventos en particular describen la crueldad y el despotismo con que su padre los trataba, según lo narra el artista en su biografía, Michael Jackson, The Magic The Madness The Whole Story escrita por el escritor español J. Randy Taraborrelli
“Los golpes eran feroces, recurrentes, traumatizantes. Yo trataba de rebelarme. Es por eso que recibía más golpes que todos mis hermanos juntos”, recuerda el pequeño Michael.
El primer suceso acontece cuando Michael, de cinco años, caminaba por la habitación y pierde el aliento tras caer al suelo; de golpe, ensangrentado. Su padre le había arrojado un puntapié.
—Eso es por lo que hiciste ayer. Mañana voy a castigarte por lo que harás hoy.
—Pero… no he hecho nada… aún. Dijo el pequeño entre lágrimas.
—Lo harás, chico. Lo harás. — Sentenció el padre.
La conducta del hombre hacia su hijo es indignante.
La segunda reminiscencia traumática para el pequeño artista sucede cuando el hombre— que no les permitía a sus hijos llamarle padre— salía de casa a altas horas de la noche, trepaba por la ventana del único cuarto que compartía con cinco hermanos, y gritaba a todo pulmón mientras portaba una horrorosa máscara:
“Para que aprendan a no olvidar cerrar la ventana al anochecer”, justificaba.
Lo anterior suscitó múltiples pesadillas en los más pequeños, Michael y Marlon quienes despertaban aterrados de ser secuestrados del humilde dormitorio de la vivienda.
¿Qué hombre puede causar a sus hijos tanto horror y maltrato? Nos preguntamos.
El tercer evento que marcó la distante relación que siempre tuvo con su padre sucedió cuando Joseph trató de convencer a Michael de ejecutar un paso de cierta forma, pero él se rehusó. Joseph lo abofeteó y Michael cayó de espaldas
—Ahora, hazlo como te lo he dicho, me oyes — amenazó el hombre a su hijo de nueve años.
—No lo haré de ese modo. Dijo el niño—, mientras lloraba con los pómulos rojos y adormecidos del golpe.
Su padre lo miró con ira. Dio un paso atrás. Alzó la mano para golpearlo de nuevo. Michael se levantó del piso.
—No me pegues — le advirtió—, porque si lo haces de nuevo, será la última vez que canté, y lo haré.
Fueron las palabras mágicas, su padre salió de la habitación y se alejó. Así lo atestiguó Johnny Jackson, (baterista del grupo).
Éstas y más historias contenidas en el libro Featuring Michael del autor Joseph Vogel ilustran la infancia del artista. Además de los castigos despiadados a que era sometido y las infidelidades de su padre marcaron de manera irreversible su personalidad. Se volvió solitario y retraído. Sus únicos amigos fueron sus hermanos, vivió una vida normal y ni socializó con chicos de su edad. Creció rodeado de celebridades adultas o de otros niños prodigiosos. Ni siquiera le permitían subir por las gradas del edificio, lo hacía por el ascensor. Michael no asistió a la escuela ni a ningún lugar sin el asedio constante de la prensa y de sus admiradores.
Un autorretrato que ilustra su niñez violentada por la ambición de su padre se aprecia en la contraportada de su quinto álbum History. Es un dibujo de Michael a los cinco años, agazapado en la esquina de un cuarto. Sostiene en su mano un micrófono. Pero muy lejos de querer cantar. No es el exuberante niño autor de números “1” en éxitos y premios, sino un chico solitario y asustado.
No fue una niñez normal, ni los placeres normales de la niñez. A pesar de todo anhelaba el amor y aprobación de su padre y llenar ese vacío, se convirtió en una búsqueda de toda una vida.
“Pienso en todo mi éxito y fama— y todo lo he querido—, porque quería ser amado. Eso es todo. Es la verdad. Quería gente que me amara, que de verdad me amara porque yo nunca me sentí realmente amado. Sé que tengo un talento, quizá si esculpo mi arte, quizá la gente me amará”
Palabras que sin lugar a duda alertan los sentidos. Todo su legado artístico fue un acto de amor para sí mismo y para los demás. Michael creía que juntos podíamos hacer un cambio en el mundo, y según él para salvarlo debíamos dejar de pelear, abandonar las armas, escuchar las señales de la tierra y salvar a los niños. Michael murió tratando de sanar al mundo y sus letras en favor de los oprimidos y afligidos son el reflejo de su alma atormentada por la crueldad y la indiferencia humana.
Canciones como Gone too Soon dedicada a Ryan White son un testimonio de su compromiso por apoyar a los que sufrían abuso verbal implacable. El niño fue expulsado de la escuela por padecer de sida, pero Michael lo trato con amabilidad. Ben es considerada el primer pronunciamiento artístico en favor de los marginados e incomprendidos. En Tabloid Junkie, el cantante describe a los medios de prensa como parásitos por distraer la atención del público con permanentes dosis de sensacionalismo. En la canción Stranger in Moscow él es el artista exiliado y escupido de su propio país. En Scream su voz es un grito de clemencia:
“oh hermano, por favor ten misericordia porque ya no puedo soportarlo”
“Están vendiendo almas, pero yo cuido la mía” —canta su hermana Janet en un verso.
En la canción They Don´t Care About Us, atestigua por los marginados y degradados. Un llamado urgente por los que sufren maltratos. Little Susie, por otra parte, llama la atención hacía los desprotegidos y abandonados. Earth Song es un lamento en favor del planeta y sus más vulnerables habitantes. A través de sus canciones, como a través de su vida y su persona, Jackson llegó a ser una especie de representante global de los otros.
En Speechless el artista habla de sentirse de pie, en suelo sagrado, cuando se encuentra rodeado de los niños. The Lost Children, una oración por los más vulnerables, demuestra su involucramiento en favor de los derechos de la niñez. Aparte de sus ambiciones artísticas, el vio su trabajo en favor de los niños como su propósito de vida. Black or White, un llamado a la armonía racial.
Al final de sus días, un trío de canciones góticas son la respuesta a la percepción que el público tenía sobre él. Ghost, Is It Scary, y Threatened. En ellas refleja a la sociedad que lo desprecia y pide que observen su grotesco reflejo, como en un espejo.
En la canción Ghost el interioriza las frases hirientes. Son dichas con la intención de marginarlo y humillarlo. En una expresión artística él reconoce lo que le están haciendo. Él es el fantasma construido en sus propias mentes. En Is it Scary el artista se pregunta: ¿Te causo miedo? ¿Soy la bestia que tu visualizas? ¿Se ha convertido en algo menos que humano? Así es como nos han condicionado a verle.
Michael hacía amistad con los que sufrían desprecio. Se identificaba con ellos, comprendió su dolor y soledad. Sentía empatía por su lucha de vivir en un mundo que rehusaba aceptarlo por quien era, ya sea que estuvieran enfermos, por apariencia física o raza, orientación sexual o por las razones que fueran.
Muy a pesar de una vida tormentosa y de ser víctima de maltrato por su padre quien lo llamaba feo y narizón, su legado hacia el mundo de la música es invaluable y no puede menos que regocijarnos verle en la pantalla darlo todo sin mostrar la soledad que rodeaba su alma. Sus giros completos al finalizar un concierto y su derroche de energía en cada concierto son insuperables. Él sabía cómo dejar el alma en cada entrega musical.
Su legado como artista es ser capaz de disolver en historias las emociones y la magia de su música y hermanar a las masas de todos los estratos sociales. Lo suyo era dar y recibir amor
Si ustedes vienen a ver la verdad, — la pureza—, está aquí dentro de un corazón solitario. Dejen que la actuación comience. Irónicamente es en su arte que se encuentra al verdadero artista. Es allí donde exorciza sus demonios, donde su angustia se transforma en energía creativa. Allí se derriban los muros y se quita la máscara.
Pero sus colaboradores, productores e ingenieros asistentes, atestiguaron a un individuo diferente al descrito en los tabloides. Poseía un aura, era muy humilde y amable. Tenía un formidable sentido del humor y una risa ruidosa. Su música derribó las barreras que dividían a la humanidad al abrir las puertas a los artistas de color.
Él y su música fueron abrazados por el mundo. Sus canciones se escucharon en cada rincón del planeta. Sus letras fueron mejor conocidas que los himnos nacionales.
Su vida excéntrica a los ojos del público lo convirtió en un intruso que fascinaba a la gente y desempeño un nuevo rol: millones de personas alrededor del mundo podían identificarse con él. Para Steven Spielberg Michael era una persona delicada. Era el niño-hombre compensado siempre por su infancia perdida, el cantante que recibía la inspiración de su niñez sufrida y dolida. Su voz es la música. La música aplastaba su dolor, curaba sus heridas y disolvía sus problemas, la música era un escape a su prisión emocional.
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