Carlos Alberto Saz
Psicólogo y escritor
Que las aves canten canciones de amor,
que broten las rosas más bellas del mundo;
porque ha muerto un ser que para El Salvador
anheló la paz, con amor profundo.
Porque ha muerto un hombre de baja estatura,
pero de alma noble y buen corazón,
que encontró en la vida dolor y amargura,
y que siempre actuó con fe y comprensión.
Porque ha fallecido un humano más
en este ancho mundo de hombres y mujeres,
de gente sincera y gente falaz,
que busca el progreso o anhela placeres.
Cuando yo muera, que las mariposas
de varios colores vuelen en bandada,
y que una alfombra de olorosas rosas
oculte la losa de mi eterna morada.
Que el Sol luminoso sea más brillante,
que la luz de Luna sea permanente,
que los perros del barrio aúllen al instante
y que las palomas arrullen dulcemente.
Cuando muera no quiero coronas,
ni flores de cera, ni otras cosas vanas.
Que anuncien mi muerte personas
al son musical de alegres campanas.
Y que en mi claro epitafio se lea:
“Fue mi defecto, en verdad,
el de ser resentido, usted vea;
y mi mayor virtud, la humildad.
Y a mí, sí que me dará igual
que me entierren en viejos petates,
o en un mugroso costal,
o en ataúd de mil quilates.
Soyapango, domingo 26 de junio de 2016.