Carlos Burgos
Fundador
Televisión educativa
Hace un año, cialis el 19 de enero 2014, día dedicado al turismo y la cultura dentro de los Festejos Patronales de Cojutepeque, asistí a la ceremonia en la cual las autoridades municipales realizaron un homenaje a un grupo de ciudadanos con relevantes méritos, en la Casa de la Cultura Municipal.
Pueblo que reconoce el valor de sus hijos afirma su identidad histórica y cultural. Cojutepeque no olvida su participación desde las gestas de independencia y sus responsabilidades como capital de la República en cuatro ocasiones.
Tres grupos de cojutepecanos fueron los homenajeados ese día. El primero nominado Talento Cojutepecano estaba integrado por jóvenes que participan en el desarrollo del país desde el potencial de sus profesiones, pertenecen a la población económicamente activa.
El segundo grupo formado por personas mayores, fue nominado Orgullo Cojutepecano. Estos ciudadanos se han destacado en las áreas de la cultura, educación, salud, milicia, producción. Cada persona recibió una placa: Mario García Aldana, médico; Wilfrido Barraza, pianista de renombre mundial; general Rafael Melara Rivera, general Rubio, coronel Jesús Vargas; Lic. Lolita Henríquez, Lic. Victor Manuel Rosales, Lic. César Quinteros, doña Celia Cuellar, y no me van a creer, yo también figuraba en este grupo como educador con más de medio siglo de labor en todos los niveles del sistema educativo.
La señora Alcaldesa siguió entregando preseas y a mí no me llamaba. Entonces mi compañero Mario García Aldana, me dijo en voz baja: No te van a dar nada, ya se están acabando las placas.
–No importa – le respondí – con tu placa me tomaré la foto para presumir.
Reímos en silencio, de pronto escuché Carlos Antonio Burgos y tronaron los aplausos y más aplausos. La señora Alcaldesa, doña Lupita Serrano, me entregó la placa, me felicitó y me dijo: Cuánta barra ha traído.
–Es por mi popularidad – respondí, algo orgulloso.
La placa estaba diseñada en madera, sobre la cual se colocó el mapa de El Salvador en metal color dorado; arriba sobre el mapa el nombre del homenajeado; en medio, en forma longitudinal el trazo de un listón azul, blanco y azul, con las palabras ORGULLO COJUTEPECANO y abajo el nombre de la señora Alcaldesa y la fecha. Esta placa también lucía orgullosa.
El tercer grupo de homenajeados recibió la distinción Hijo Meritísimo. Se entregó diploma especial al cineasta Roberto Dávila Alegría quien ha realizado dos largometrajes y varios cortometrajes, galardonado a nivel internacional, y a la doctora Irma Lanzas, exreina de la Caña de Azúcar, maestra, teóloga y poeta que brilla en el firmamento literario.
Enseguida un joven talento leyó un breve agradecimiento. Luego el maestro de ceremonias, profesor Numa Pompilio López, dijo: ¡Es todo! Pero en el ambiente se notaba que faltaba la palabra de algún orgullo cojutepecano. Y me atreví…
Llegué al podio y mencioné que la doctora Irma Lanzas fue mi maestra en bachillerato, que yo fui maestro del maestro de ceremonias en la Televisión Educativa y él lo fue de algunos jóvenes talentos que hoy están presentes.
Aproveché que entre los miembros que presidían la mesa de honor estaba mi maestra Irma Lanzas y la señorita Alexis Rojas, Reina de la Caña de Azúcar, para leer la PROSALEGRE titulada “La salutación temblorosa” ya publicada. En ella recordaba que cuando estudié en el Instituto Nacional mi maestra de Literatura Irma Lanzas me obligó a redactar y leer la salutación a una reina para el siguiente día y relaté todas las dificultades que se me presentaron bajo la presión de mi exigente maestra y poeta. Y los asistentes al acto tuvieron que sonreír al principio, después reír y por último carcajearse con aplausos.
Enseguida la doctora Irma Lanzas pasó al podio. Confirmó lo que relaté e hizo un inventario de su vida desde su niñez. Todos sus proyectos los realizó, excepto uno, no lo van a creer: correr con el torito pinto en sus hombros echando chispas, soltando buscaniguas y reventando petardos.
Cuánto talento, cuánto orgullo y cuánto mérito cojutepecano.