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Por Yosley Carrero
LA HABANA/Xinhua
Ubicado en pleno corazón de La Habana, el Museo del Ferrocarril de Cuba, acomete los trabajos de restauración y mantenimiento de unas 60 antiguas locomotoras de vapor, lo que permitirá preservar estas maquinarias en el tiempo y evitar que se conviertan en chatarra.
Establecido en la antigua estación «Cristina», este sitio fue sede del ferrocarril del oeste de La Habana, que tenía como destino final Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas.
Rodolfo del Pozo, quien labora como conservador en la institución, dijo a Xinhua que estas acciones dotarán a los visitantes nacionales y extranjeros con un acercamiento a la amplia variedad de las locomotoras que han rodado por las vías de la isla.
«Este es un espacio con atractivos para el turismo. El ferrocarril tiene una historia hermosa en este país. Yo siento esto como un lugar esencial para el saber. Esta es mi gran pasión. Llevo casi 40 años en este sector «, precisó mientras caminaba por una de las plataformas de la estación ferroviaria.
Construidas fundamentalmente a partir de estructuras de acero, hierro y cobre, estas locomotoras fueron usadas fundamentalmente como medio de transporte de carga del ferrocarril azucarero de Cuba.
Entre las joyas con las que cuenta el museo se encuentra «La Junta», una máquina del año 1843 creada por Thomas Roger, la cual se incluye entre las más antiguas de las producidas por el famoso fabricante estadounidense.
Cuenta, además, con una locomotora de vapor Manning, la cual ha sido restaurada tras un trabajo de arqueología industrial ferroviaria.
Varias de las locomotoras que aquí se muestran han sido usadas en películas cubanas como «José Martí: el ojo del canario» del Premio Nacional de Cine Fernando Pérez y «La edad de la peseta» del cineasta Pavel Giroud.
A su vez, Miriam Ribalta Noda, quien trabaja como veladora del museo, precisó que antes de la pandemia el sitio contaba con mayor afluencia de turistas internacionales, desesperados por tomarse «selfies» y fotos de grupos con las maquinarias que aquí se muestran.
«Venían viajeros foráneos, pero la emergencia sanitaria lo cambió todo. Con la entrada a la nueva normalidad esperamos rescatar los niveles de concurrencia habitual para que este sitio vuelva a cobrar vida», comentó.
El recinto tiene como propósito restaurar otras locomotoras para su potencial funcionamiento en los próximos años, así como vincular el museo a proyectos de alcance comunitario, que puedan incentivar el interés por el conocimiento sobre estos temas entre niños y adolescentes.
Se estima que entre los siglos XIX y XX Cuba importó alrededor de 2.400 locomotoras de vapor, fundamentalmente de Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, máquinas que fueron utilizadas de forma regular entre 1837 y 2004.
En tanto, la directora del Museo del Ferrocarril de Cuba, Mercedes Herrera, dijo a Xinhua que existen planes de realizar festivales de modelismo ferroviario, así como otras actividades de convocatoria nacional e internacional.
«Estoy optimista con el futuro del museo y el del ferrocarril, que es fundamental para el desarrollo de la nación, tomando en cuenta las características geográficas de una isla que es larga, estrecha y tiene un relieve, esencialmente, llano», apuntó.
Poco menos de una decena de locomotoras de vapor se exhiben en otros espacios públicos de La Habana, tales como el centro histórico de la ciudad, el Parque Lenin y una institución de investigación sobre el cultivo de la caña de azúcar.
El ferrocarril en Cuba echó a andar el 19 de noviembre de 1837 con un viaje inaugural de 27 kilómetros entre La Habana y el vecino pueblo de Bejucal.
Cuba fue el séptimo país del mundo y el primero de Iberoamérica y el Caribe en contar con un sistema ferroviario.
