Ana Hernández Hernández (*)
Al despedir el 2017, cubanas y cubanos le dieron la bienvenida al año 60 del triunfo de la Revolución, gesta que tuvo sus inicios en el lejano 10 de octubre de 1868, cuando el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes con las campanadas en La Demajagua llamó al combate por la independencia de Cuba.
Desde entonces hasta la fecha miles son los hijos que dieron todo su esfuerzo y hasta la vida por lograr el triunfo que se consolidó definitivamente el primero de enero de 1959, cuando el tirano Fulgencio Batista huyó del país tras los indetenibles embates del ejército rebelde que ya dominaba la Sierra y el llano.
Con el triunfo de los rebeldes, se estremecía la isla de un lado a otro, la alegría era inmensa, la noticia corría de boca en boca, y unos días después, Fidel aseguraba en multitudinaria concentración: No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.
Y claro está que con esa visión de futuro que caracterizó al líder histórico de la Revolución en la mayor de las Antillas no se equivocaba. Estos han sido 59 años de duro bregar frente al peor de los enemigos de todos los tiempos y contendiente de cualquier proceso social en la Patria Grande, adversario que hasta hoy no perdona que Cuba haya levantado en sus propias narices una Revolución de los humildes y para los humildes.
Al dejar atrás el 2017 habremos vivido el primer calendario sin la presencia física de Fidel, y arribaremos a los primeros 60 años de su Revolución, de esta que inició Céspedes en la manigua, y la que prometió Martí cuando en carta a su amigo aseguró: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.
El año 60 de la Revolución Cubana será de transformaciones, sobre todo en aquellos ya adelantados por la dirección histórica, al anunciar Raúl Castro, nuestro actual presidente, que el venidero abril Cuba tendrá un nuevo mandatario, cambio que para nada presupone desviar el rumbo del actual proyecto social y sus principales conquistas.
En el año 60 de su Revolución, Cuba seguirá con la convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Cuba seguirá en la lucha por nuestros sueños de justicia para nuestra patria y para el mundo, lo que nos hace fuertes en la consolidación del pensamiento martiano de que Patria es Humanidad.
Ante las nuevas amenazas del enemigo histórico de la Revolución Cubana, sobre todo en aquellas del recrudecimiento del inhumano bloqueo, este año 60 de la definitiva libertad será de continuar enarbolando las banderas de la dignidad al remitirnos al concepto de Revolución dado por Fidel, para seguir emancipándonos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; desafiaremos poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional, si fuera necesario; y seguiremos defendiendo los valores en que creemos al precio de cualquier sacrificio. (Pensando Américas).