Por Toni Cerdà
Bruselas/AFP
Cuba y la Unión Europea entraron este lunes en una nueva era de relaciones diplomáticas plenas, pese a sus diferencias en el ámbito de los derechos humanos, un mes antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
«Hoy en día reconocemos que hay cambio en Cuba y queremos acompañar ese cambio económico y social», dijo la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, momentos antes de la firma del acuerdo en Bruselas con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, y los 28 cancilleres europeos.
Con la firma de este pacto, la UE puso fin a la llamada Posición Común de 1996, que Cuba calificó de «injerencista» y «discriminatoria», ya que vinculaba la cooperación europea a «mejoras de los derechos humanos», al tiempo que buscaba «favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista».
La situación de los derechos humanos y de las libertades políticas en la isla caribeña fue uno de los principales escollos en los casi dos años de conversaciones, pero los negociadores decidieron finalmente abordarla en un diálogo separado para allanar el camino hacia el pacto.
En este diálogo separado, del que ya se han celebrado dos encuentros, «hablamos de todo amistosamente en un enfoque constructivo y pienso que esta es la manera de proceder», aseguró Mogherini en rueda de prensa preguntada sobre si con la firma del acuerdo la UE respeta lo hecho por Cuba en derechos humanos.
«Hay numerosas áreas de coincidencia entre la UE y Cuba, y también áreas de profundas diferencias, fundamentalmente relacionadas con ámbitos políticos», explicó por su parte Rodríguez, quien defendió el derecho de un país a elegir su sistema político y la no injerencia exterior en asuntos internos.
El acuerdo, negociado durante casi dos años desde abril de 2004, establece así el objetivo de «entablar un diálogo (…) a los fines del fortalecimiento de los derechos humanos y de la democracia» y el refuerzo de las relaciones «sobre la base del respeto mutuo (…) y a la soberanía», según el documento al que ha tenido acceso la AFP.
Una fuente diplomática explicó, antes de la firma, que la UE «no da un cheque en blanco a Cuba», porque se establece «que se irá avanzando en función de los progresos democráticos» y la capacidad «de parar, de acelerar o de suspender el acuerdo».
Trump ‘no afectará’
Cuba, que era el único país latinoamericano sin un marco diplomático de este tipo con el bloque europeo, restablece la plena normalización de sus relaciones con su segundo socio comercial, semanas después de la muerte del mandatario cubano Fidel Castro y cuando el deshielo con Washington está en el aire.
A pesar de la aproximación iniciada por el presidente estadounidense Barack Obama, aunque sin llegar a levantar el embargo impuesto a Cuba en 1962, su sucesor en la Casa Blanca a partir del 20 de enero, Donald Trump, ya advirtió con «poner fin» al deshielo si no hay «un mejor acuerdo» para su país.
Aunque la jefa de la diplomacia europea señaló que la próxima administración Trump «no afectará» a las relaciones de la UE con Cuba, sí subrayó, al igual que su homólogo cubano, su preocupación sobre eventuales sanciones de Estados Unidos a las empresas que violen su embargo contra la isla.
«Las relaciones entre Cuba y la UE felizmente no pasan por Washington», dijo Rodríguez, para quien habrá que «remover», no obstante, «el obstáculo que significa, en particular en el plano financiero, la aplicación que persiste del bloqueo contra Cuba».
La Unión Europea reanuda así por completo sus relaciones con la isla antes que Estados Unidos, máxime cuando las empresas extranjeras no quieren perder el tren de la apertura cubana iniciada tímidamente por el actual presidente Raúl Castro.
En 2015, las exportaciones de los 28 países del bloque a Cuba ascendieron a 2.200 millones de euros (2.320 millones de dólares) y sus importaciones representaron unos 540 millones de euros.
El Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación se aplicará en un primer momento de manera provisional y parcial a la espera de un largo proceso de ratificación por parte de la Eurocámara, así como de los parlamentos de los 28 países del bloque.
Disidentes cubanos habían pedido en octubre a los eurodiputados su ‘no’ al pacto, al considerar que su actual redactado «legitima» al régimen comunista, y advirtieron que algún parlamento nacional podría rechazar el texto, lo que supondría el final del acuerdo.