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El cuento de los cuatro chipustes

Nelson López*
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Puesiesque los cuatro chipustes salieron disparados para los yunaites y la gente no alcanzaba a crer que se jueran así nomás si utualito el mesmo presidente chele peloemáis les acababa de decir que ellos vivían en un juraco de pura mierdolaga y como que les picó las ganas de ir a pasear para que vieran los gringos que les valía vergüenza ajena y que siban a echar una tacita de cafecito majada frente a los monumentos.

Usté viera cómo son de bayuncos porque ni siquiera llegaron a donde había bastante gente sino que bien poquita y se les veía bien alegritos como que se sentían representantes del juraco que decía el viejo chele y los bartender con las meseras bien admiradas porque andaban bien trajiados, sí, los cuatro chipustes, como decían los feisbukiadores.

Ojalay los hijos de su madre hayan hablado con el viejo ese para que le quede claro que aquí nunca se vaya atrever venir a pisar caca porque sí lo podemos sacar chipustiado como quien se quita un cangrejo del mero juraco tufoso igual al deslenguado ese que después estaba aflijido diciendo que no nos había dicho así ofensivamente sino que con cariñito para que ya no lleguemos muchos.

Lo pior de todo, dijeron los tpseados, es que ya los tienen en la mira y cualquier ratito los van a mandar de allá para acá y sin cinco, así que por gusto que los cuatro chipustes se hayan dejado caer en el norte a menos que hayan venido a negociar pero otras cosas como drogas para droguerías, o contrabando para los almacenes o una quiotra mercadería selecta para venderla más cara aquí.

Y los cuatro chipustes venían de regreso bien felices con una gran sonrisota en las carotas como que se habían ganado la lotería y los tpseados bien agüevados de que ya solo les dan unos tres semestres para que salgan caquiados de la USA y vengan a ver qué hacen aquí en el agujero de mierdolaga que ya solo mala fama tiene del montón de muertos que todos los días sacan en los diarios y en la televisión.

Y las cosas siguieron igual para el comercio de los negociantes que desde allá traían las manos cargadas de billetes para poder seguir las campañas mientras que los del hoyo jediondo que dijo el chele seguían bien jodidos hasta la quinta mierdolaga y lo único que se le ocurrió al viejito pícaro fue acercársele al oído a la mujer del y le dijo en secreto –jijiji dicen que en marzo van a ver erecciones jijiji- y la viejita cayó con patatush…

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