Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Cuando nos encontramos a unas pocas semanas de las elecciones para diputaciones a la Asamblea Legislativa y concejos municipales correspondientes al trienio de 2018–2021, es preciso reflexionar sobre la forma en la que se debe preservar y profundizar el proceso democrático abierto con la firma de los Acuerdos de Paz en 1992.
Para alcanzar el derecho de la ciudadanía a decidir con su voto sobre las autoridades legislativas, municipales y en la Presidencia de la República, las generaciones anteriores han debido librar epopeyas contra un régimen político oligárquico militar; y hacer surgir del pueblo fuerzas con visión de poder y de democracia que supera el simple pero importante hecho del sufragio libre, igualitario y secreto.
Antes de la conquista de la paz las relaciones sociales del poder político fueron alteradas por emergentes expresiones de poder popular, que se expresaron en organizaciones variadas y siendo su máxima expresión la manifestación política dentro o no de las organizaciones que conformaban el FMLN; pero nadie, ni las organizaciones sociales ni académicos negaron la importancia de librar la lucha que el FMLN junto al Frente Democrático Revolucionario abanderaban.
Ese bloque histórico con visión transformadora perdura; ha logrado importantes cambios en favor de mayorías menos favorecidas social y económicamente, pero es permanentemente asediado por la expresión política de la oligarquía a la cual le arrebató espacios desde los cuales impulsa los cambios: poder local, capacidad concertadora para aprobar leyes que protejan y reafirmen derechos de toda la población y de sectores específicos como la juventud, las mujeres, el mundo de la cultura, de la vida rural a todos ellos se les quiere arrebatar lo logrado utilizando la mentira, la difamación, la distorsión de los hechos; y sobre todo, le arrebató un espacio, la Presidencia de la República que ha representado el espacio desde el cual mediante programas sociales y económicos ha redistribuido el ingreso y ha generado oportunidades para que emerjan nuevos actores en la economía (cooperativas, agricultores, pequeños y medianos empresarios y empresarias).
El asedio de la derecha por hacer retroceder la corriente del cambio se expresa en una suerte de guerra política cuyo soporte es generar percepción pesimista en la población, en el uso de mecanismos para promover dispersión en el movimiento popular y una corriente antipolítica y antipartidos. Los medios de comunicación y el apalancamiento a ese intento desde el sistema judicial expresan la existencia y lucha entre estos dos bloques políticos, como pregunta Gerson a la gente al analizar los cambios producidos en salud, en educación, en la conectividad: ¿nos detenemos o continuamos? Vamos a continuar el rumbo transformador del país, su orden de relaciones políticas sociales y económicas que dignifica a la persona.
Ese es el desafío político del pueblo, ese es el reto que el FMLN y sus aliados como sujeto social del cambio tenemos entre manos que va más allá de las elecciones, pero debe tener una expresión en la próxima cita electoral del 4 de marzo.
El Movimiento de Profesionales por las Transformaciones recientemente creado con una variada gama de profesionales de distintas disciplinas en su mensaje de Adhesión a la Plataforma del FMLN el pasado 26 de enero expresó: “Nos organizamos convencidos que es tan importante el conocimiento como la organización”. Esa sola manifestación expresa la importancia de la reflexión por parte de los distintos sectores que demuestran que la fuerza de este bloque histórico de cambios va a continuar.
Similares reflexiones hacen los agricultores que de la misma manera expresan su respaldo y sus propuestas para el FMLN.
Este resurgimiento de la organización y máxima coordinación entre los sectores representa un relanzamiento de fuerza organizada en defensa del proceso de cambio iniciado con los gobiernos del FMLN es una respuesta a las estrategias divisionistas de la oligarquía y su expresión mediática y partidaria.
Sin duda falta mucho por hacer, pero pasa por mayor participación consciente y organizada de los sectores populares, pues queda claro que solo el FMLN puede estar en el núcleo de ese bloque histórico comprometido con los cambios en favor del pueblo, los llamados a la apoliticidad forman parte del mismo bloque oligárquico al que debemos derrotar en su cruzada por anular el espacio que el pueblo ha luchado a fondo a lo largo del tiempo.
El presentismo como corriente de pensamiento según la cual el pasado y el futuro no cuentan es ajeno a la marcha por los cambios en nuestra querida patria.