@GloriaCoLatino
Antonio Echeverría reside en el cantón Siberia Norte, salve municipio de Chiltiupán departamento de La Libertad, desde hace 45 año,s en la zona montañosa, y junto a su esposa Ana Lilian iniciaron su huerto familiar en la parcela agro ecológica “Los Mangos”.
Esta parcela es un modelo del cultivo que se constituye en una propuesta ecológica con la intención de la devolución de nutrientes a la tierra, rescate de los recursos naturales, diversificación de los cultivos y fomentar la Seguridad Alimentaria y Soberanía Alimentaria.
“El huerto familiar lo inició mi esposa Lilian, cuando se implementó un proyecto en la zona sobre nutrición y salud materno infantil que ejecutó el Arzobispado de San Salvador, ahí le dieron algunas semillas y comenzamos en un área pequeña de 6 metros cuadrados a sembrar otros cultivos, que no fueran arroz o frijoles y luego de unos años ahora tenemos una diversidad de cultivos, que antes ni pensábamos en sembrar”, comentó.
Las experiencias en la Parcela Agroecológica Los Mangos forma parte de una iniciativa de la Fundación Salvadoreña para la Reconstrucción y el Desarrollo (REDES) con la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria de la Región Central (FECORACEN) que integran la Mesa por la Soberanía Alimentaria y cuentan con el financiamiento de “Manos Unidas” que impulsan esta propuesta ecológica viable, sostenible y resiliente al Cambio Climático.
Antonio reconoció que aún falta mucho para una transformación integral primero, por el trabajo en la recuperación de los suelos que se encuentran deteriorados por el uso indiscriminado de productos químicos como herbicidas o abonos artificiales y el segundo es el reto para cambiar la concepción del campesino sobre el rendimiento y productividad de los cultivos.
“Ahora es una costumbre bien arraigada entre los campesinos, el uso del químico en los cultivos, por eso se niegan a usar medios orgánicos, porque no es tan fácil el proceso como en lo químico; sin ver los daños que a futuro nos estamos causando y, a nosotros mismos con la contaminación al medio ambiente, a los suelos y el agua”, manifestó.
Fueron 21 años de sembrar con agroquímicos, cuando Antonio tomó conciencia de cultivar de forma ecológica y así recuperar el medio ambiente, crear un espacio en la diversidad de los cultivos con la facilitación de una serie de capacitaciones y prácticas que lo introdujeron en nuevas técnicas y otras experiencias en este tipo de cultivos.
Esto le permitió cosechar una variedad de hortalizas como el repollo, cebolla, mora, chipilín, tomates, pepinos, chiles, yuca, limones, especias aromáticas y medicinales, y posteriormente con árboles frutales como jocotes, mangos y aguacates; este trabajo permite que más socios de la cooperativa retomen la experiencia para multiplicar la práctica agro-ecológica en la zona.
“Tuve la oportunidad de CONFRAS a través de FECORACEN y Asociación El Básamo con unas capacitaciones y ahí aprendí más prácticas para atender al suelo, he pasado casi 13 años aprendiendo y en capacitaciones y luego con la experiencia en la parcela sobre la agricultura orgánica – hemos ido creciendo- ahora tenemos un poco más de la manzana, y cuando comenzamos solo fueron 6 metros cuadrados, esto es un gran avance”, afirmó.
Mientras, la visión de la agro-ecología para Ana Lilian se enfoca en la combinación de alimentos y crear diversos menús de la dieta familiar, aprendido con el proyecto Materno Infantil del Arzobispado, que les permitió introducirse en esta nueva modalidad de cultivo que fortalece la nutrición y seguridad alimentaria.
“Acá desde estas montañas es difícil ir hasta el Puerto de La Libertad para ir a traer los tomates los chiles, las cebollas, pero ahora cultivos todos estas hortalizas y sé que no estoy dañando la salud de mi familia, ni de la gente que compra nuestros cultivos -entonces vemos- que todo esto es muy importante que la gente trabaje y como nosotros nos dediquemos a la agro-ecología, esto no nos va hacer ricos, pero lo que si vamos a tener es comida variada y sana. Y lo que no alcanzamos a consumir lo podemos vender”, aseguró.
A esta iniciativa del cultivo agro-ecológico se suma un aspecto estratégico que es la venta de la cosecha que facilita la Cooperativa San Isidro con la logística en el mercado local de Chiltiupan proporcionándoles canopis, mesas y otros insumos para la venta de estos productos a sus consumidores.
“Antes estaba un poco más en el cultivo y cosecha, pero ahora me dedicó a vender aquí en la parcela. Y también me invento recetas para hacer la comida de la familia, esta semana hice tortitas de Chaya y café de semilla de Flor de Jamaica, que tienen muchos nutrientes. Y en el invierno llevamos un poco de todo lo que tenemos cultivado al mercado y la experiencia es que, cada vez que vamos, ya nos están esperando esta gente que conoce nuestros productos y le avisan a más gente, para que lleguen a comprar y ahí les llevamos tomates, chiles, yuca, loroco, papayas, plantas aromáticas y medicinales, además de salpores de maicillo”, comentó.
Los cultivos se encuentran en laderas de las montañas, que cuentan con una hilera de asequías (canal de agua) en forma de trincheras para acumular el agua lluvia o por riego para los cultivos, así como trampas de insectos no contaminantes, que consiste en un rectángulo de papel amarillo llamativo, previamente aceitado para atraerlos a la trampa permitiendo los cultivos crecer sin usar pesticidas.
Asimismo, han incorporado un invernadero a fin de experimentar bajo esta modalidad en el cultivo de otras hortalizas y fabrican su propio abono en una compostera y el “Bocashi” que tiene muchos nutrientes naturales que se componen de hojas caídas de los árboles, ceniza, cal, gallinaza, estiércol de vacuno, levadura, harina de roca, carbón además, de tierra utilizada que sacan los zompopos cuando construyen sus nidos y los desperdicios que sale de la cocina que debe estarse moviendo cada 8 días, antes de su uso en los cultivos. Adalberto Blanco asesor de FECORACEN explicó que están impulsando la Soberanía Alimentaria, con la visión definida en la Declaración Nyeleny que contempla el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente apropiados, y producidos a través de los métodos ecológicamente racionales y sostenibles definiendo su propio sistema alimentario y productivo.
“Estas prácticas agro-ecológicas no son nuevas, pero se habían perdido a través del tiempo, por muchos factores como la pérdida del 75% de las especies en los últimos cien años, debido a la falsa libertad de escoger y nos venden lo que quieren que comamos y lo comprobamos cuando vamos al supermercado llevamos 10 productos y no podemos elegir más allá de eso. De ahí que los cultivos agro-ecológicos están vinculados a la diversidad productiva y la producción de alimentos, con el cuido del medio ambiente”, manifestó.
Para Blanco es una oportunidad concreta para un cambio y el reto es impulsar el cultivo agro-ecológico y la asistencia al agricultor en pequeño que viven de la tierra, porque el cambio no es instantáneo sino un proceso y condicionamiento de experiencias y conocimientos. “Para transitar a la agro-ecología alguien tiene que asumir ese costo y entonces debemos buscar la estrategia para implementarla, tenemos la Ley de Soberanía Alimentaria y está pendiente la ratificación del derecho humano a la alimentación y el agua que están en la Asamblea Legislativa, pero paralelo a eso tenemos una propuesta de una Política de Impulso a la Agro-ecología”, puntualizó.
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