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Culto a la Virgen de Guadalupe en El Salvador: de Extremadura a Mesoamérica.

Freddy López Navarrete,

ensayista

La religión ha formado parte integrante de la experiencia humana desde tiempos remotos, en todo su desarrollo sociocultural ha respondido fundamentalmente a necesidades explicativas. Lenski (1967) desde la sociología define a la religión como un sistema en común de creencias y  prácticas en un grupo social. Bruhl (1910) la relaciona como un pensamiento mágico fundamental desde los inicios del pensamiento simbólico y con creencias en seres sobrenaturales que tiene incidencia directa en la cotidianidad del ser humano

Dentro del sistema de creencias del catolicismo existen diversas expresiones de religiosidad popular, dentro de estos se encuentra el culto a la Virgen de Guadalupe -quien primeramente en un contexto sociopolítico de lucha contra la expansión musulmana en el siglo XIII se le conocía como Virgen de la Victoria (Menzies, 2010)- formalmente este culto tiene su origen “al otro lado del charco” en específico en la ciudad de Trujillo de Extremadura, España. Extremadura fue cuna de conquistadores como Francisco Pizarro y Hernán Cortés quienes invocaban a la Virgen de la Victoria en sus empresas bélicas. El término de Guadalupe se dio a partir del hecho (teológicamente hablando) de aparición de la Virgen al pastor Gil Cáceres en el rio de Guadalupe (Ramiro, 2012). En el escudo oficial de la Ciudad de Trujillo se puede ver una imagen de la Virgen de Guadalupe (no la guadalupana mexicana, Guadalupe por la referencia espacial del rio de la misma ciudad) sobrepuesta sobre un fondo plateado y cargando en brazos al niños Jesús, a simple vista se puede visualizar el antecedente iconográfico básico de lo que hoy conocemos como la guadalupana de México, la que según la devoción se le apareció en el monte de Tepeyac al indio Juan Diego.

Dentro del contexto de lucha contra la expansión musulmana que ya mencionamos, la Virgen de la Victoria se convertía en una acompañante e inspiradora en las campañas bélicas, también era conocida como “Virgen de las batallas” y se mostró plasmada en el estandarte colocado en el caballo de Fernando III entrando victorioso a la ciudad de Córdoba (Cuéllar, 2011)

Teniendo en cuenta que lo simbólico incide fuertemente en la realidad concreta y debido al cúmulo de experiencias exitosas por parte de aquellos conquistadores, todo esto se cuajó en lo que Cuéllar (2011) llama: “módulo simbólico” (p.551), este módulo simbólico está constituido por ciertos elementos internos dependientes uno del otro, dichos elementos son cuatro, a saber: sujeto, objeto, edificación y suelo. El sujeto hace referencia al conquistador, el objeto a la imagen de la Virgen (en cualquiera de sus advocaciones), el tercero hace referencia a una ermita que reclama el mismo objeto y el cuarto al punto geográfico donde se establecen (Cuéllar, 2011)

Partiendo de acá, las estructuras mentales de los conquistadores pasaron a constituir el puente por el cual la Virgen pasó al nuevo continente, como parte de ese módulo simbólico (López, 2017)

Después de este esbozo histórico, se pasará al tema central de este escrito que es la devoción guadalupana en El Salvador como expresión genuina de religiosidad popular, como elemento sociocultural de origen mexicano que fue asimilado y que vino a abonar a la identidad salvadoreña siempre en construcción

Absorción de una madre desde la fe cristiana por el mundo mesoamericano: Conquistadora-Tonantzin.

La Virgen como esencia divina al pasar a Mesoamérica, en concreto México, fue absorbida como Virgen de Guadalupe de una manera efectiva por los pueblos indígenas, esto debido a sus mismos esquemas religiosos donde la dualidad (la existencia de una madre) está muy presente, fruto de este encuentro de elementos, se manifiesta como influencia mexicana y tiene a su base una difusión transcultural de tipo religioso con el mecanismo de una imposición en la conquista y posterior colonia. Existe toda una narrativa fundacional de la devoción mariana-guadalupana, relato conocido como Nican Mopohua el cual está escrito en náhuatl, de este relato se hablará más adelante. Todo comienza con las palabras “Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿A dónde vas?” Esta aura maternal cuajó muy bien con el pensamiento religioso indígena, en específico con su deidad Tonantzin que según González (2002) significa “Nuestra Madre” y era una deidad benevolente que adoraban en el Tepeyac, la cual estaba relacionada con la abundancia de la tierra, era una madre alimentadora y dadora de vida. (Binghman, 2004)

Religiosidad popular en El Salvador en su expresión de la devoción a la Virgen de Guadalupe.

Cada 12 de Diciembre –punto álgido de la devoción guadalupana- se dan cita miles de personas devotas y en El Salvador no es la excepción, el templo principal donde se lleva a cabo las festividades guadalupanas en el país es la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe y sus alrededores, ubicada en el municipio de Antiguo Cuscatlán, departamento de La Libertad, su construcción fue iniciada en 1922 en el Cantón La Ceiba y el apelativo de Guadalupe surge un año después a raíz de una proposición del P. Brunetti, así queda La Ceiba de Guadalupe (Juan Diego, 1954). Algo muy importante es el status que se le da de Basílica, status que solo puede ser otorgado por El Papa y se debe cumplir ciertos requisitos los cuales el templo cumple, estos son: (a) Ser lugar de peregrinación en calidad de santuario para los colectivos, (b) tener una gran importancia sagrada y espiritual con un constante culto a Dios, la virgen y el santo particular venerado en la misma, (c) tener una estructura destacada. (GCatholic, 2013)

Días antes se congregan feligreses de los 14 departamentos del país para participar en las diferentes prácticas religiosas que se llevan a cabo en torno a dicha devoción, en una entrevista realizada al sacerdote somasco Sebastián Martínez, menciona que dicho día se debe a que marca el día de aparecimiento de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego e identifica a México como el país donde se cultivó el culto a la guadalupana (S. Martínez, comunicación personal, 23 de Noviembre de 2016)

El hecho mismo de que se le denomine “Fiestas guadalupanas” indica el carácter popular que detentan dichas actividades, una expresión de religiosidad popular donde lo festivo y el colorido es parte fundamental de la misma.

Pero ¿Qué se entiende por religiosidad popular? Según Enrique Dussel (1986): “Es un momento de la cultura popular. Es el núcleo fundamental de sentido de la totalidad de la cultura popular porque se encuentran ahí las prácticas que enmarcan la significación última de existencia” (p.104). El culto guadalupano como expresión de religiosidad popular da sentido a preguntas generales de existencia de los colectivos devotos y lo viven de una manera particular, dentro del marco de la religión oficial de la Iglesia Católica pero con vivencias particulares. Las expresiones de religiosidad popular están diferenciadas frente a la seriedad de lo oficial (Marroquín, 2014)

Jaime Moreno (1986) nos habla sobre el aspecto festivo: “…privilegia la acción festiva donde vuelca la capacidad de inventiva, improvisación y experiencial de lo mistérico en forma puntual y transeúnte. Busca fundamento.” (p.16) si bien, la religiosidad popular se nutre del marco discursivo y de práctica de la religión oficial, se aleja de lo puramente protocolario y abraza lo emotivo popular. Entre las actividades que se realizan en estas festividades están la “Procesión con la Santísima Virgen”, serenata a la Virgen de Guadalupe y la entonación de la popular canción mexicana “Las mañanitas”  en la fecha 11 en los albores del 12 de diciembre.

En las ventas de los alrededores de la Basílica se ubican decenas de puestos informales que ofrecen una variedad de productos a los feligreses que asisten a las actividades, la mayoría de productos están relacionados con las prácticas que giran en torno a la devoción, como veladoras, candelas, cd´s piratas con cánticos a la guadalupana ¡Música para la Virgen! ¡Música para Nuestra Señora! Se logra escuchar entre el bullicio alegre de los asistentes que entre los cuales se encuentran ancianos, adultos y niños, muchos de ellos vestidos de “indito”, mayoritariamente los niños que son llevados por sus padres.

Papel de la Virgen de Guadalupe en la fe cristiana de la sociedad salvadoreña: La Virgen como figura maternal principal y la narrativa de apariciones.

En esta categorización, la Virgen de Guadalupe se presenta como un arquetipo de figura de madre primordial, Jung (1970) nos dice que el arquetipo son representaciones universales con una fuerte carga emocional que se presentan en el inconsciente colectivo, estas representaciones se presentan en lo religioso, mitos o leyendas. Dentro de ese concepto el autor también trata el arquetipo de la figura de la madre en el aspecto religioso, la cual se le da una alta elevación de significado e importancia, como lo es el caso de la Virgen en tanto madre de Dios. Las características simbólicas que se presentan en el arquetipo de madre son: lo materno, la autoridad mágica de lo femenino, la sabiduría y la altura espiritual que está más allá del entendimiento; lo bondadoso, protector y sustentador (Jung, 1970).

La feligresía salvadoreña ve en la guadalupana a una madre espiritual, protectora e intercesora, a continuación unas muestras del trabajo de campo etnográfico realizado en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe y sus alrededores, como parte del proceso de investigación de la tesis de este servidor que se dio en llamar “Asimilación de Elementos socioculturales de origen mexicano en la cultura popular salvadoreña: elementos en la religiosidad popular, culto a la Virgen de Guadalupe.”, a partir de estos datos  se logró identificar los patrones clave de la significancia de la guadalupana para los devotos salvadoreños: Nathaly Ramírez de 21 años quien se encontraba con su familia cerca de la gruta de la Basílica el día 12 de diciembre, al preguntarle ¿Qué significa para usted la Virgen María? Respondió: “Bueno pues, para mí es como mi madre, mi primera madre porque sé que primero fue ella y luego fue mi madre verdad…” (N. Ramírez, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2016) Una señora de 60 años que pidió el anonimato y que se disponía a colocarle una veladora a una de las imágenes de la Virgen que se encontraba en la zona verde de la Basílica, al formularle la misma pregunta, afirmó: “ Ella es intercesora de nuestro Jesusito, entonces nosotros venimos a venerarla y no a adorarla porque ella…si las mismas madres intercedemos por nuestros hijos, como ella siendo nuestra madre no lo va a hacer” (Anónima, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2016) Javier Chávez de 35 años respondió: “…lo es todo me entenderá, es la madre de Dios y mi madre verdad, la que intercede por nosotros ante el mismo Dios, pues ella nos cuida y nos da protección. Ella es la más importante entre las mujeres, lo más sagrado…” (J. Chávez, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2012)

María del Carmen Domínguez de 62 años, una señora de cabello plateado y mirada compasiva, se encontraba sentada en un lugar cercano a las oficinas administrativas de la Basílica, de tal manera que no perdía de vista a la conglomeración que con el pasar de los minutos se acrecentaba más. Una representación de la guadalupana se encontraba en la parte de enfrente de la entrada principal de la Basílica, Carmen no dejaba de mirar aquella imagen, mientras la feligresía hacía cola para ir a mostrarle su veneración, ella ve en la Virgen de Guadalupe una madre con la cual se puede contar y a quien se le pide su intercesión, como un hijo lo hace con su madre cuando hay problemas, al entrevistarle manifestó: “…es la intercesora que intercede por nosotros, como si un hijo le dijera a su mamá: mire mamá esto y esto verdad…entonces, nosotros tenemos la confianza en nuestra madre santísima, la virgencita de Guadalupe es la madre de Dios” (M. Domínguez, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2016)

Los elementos del arquetipo maternal jungniano se presentan, lo bondadoso  y protector son características de la guadalupana que se le atribuyen y es de carácter universal para los devotos, el ser humano como sujeto protegido, este aspecto constituye una de las características o atributos más importantes de la Virgen de Guadalupe

La devoción guadalupana, como otras manifestaciones de religiosidad popular tiene una base narrativa que le da sentido y explicación. México se presenta como el génesis del culto guadalupano, dado que en ese punto geográfico, dentro de la devoción, la aparición de la guadalupana al indio Juan Diego se presenta como una certeza. El Nican Mopohua es el relato principal en náhuatl que se conoce sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, apareció en 1649 gracias al trabajo de edición de Luis Lasso de la vega, quien le da la autoría a Antonio Valeriano quien asegura que escuchó ese relato del propio Juan Diego (Phake-Potter, 2003)

Dentro de la narrativa, el indio Juan Diego se presenta como un personaje de estrato social humilde y este hecho tiene gran importancia en la noción de la feligresía, se exalta el hecho de que no se le apareció a un obispo principal sino a una persona que en un contexto colonial se le clasificaba en la parte baja de la pirámide social, así expresa este aspecto la feligrés anónima: “…ella se pone según como la gente, la condición…si la piel es morena como que dicen yo soy su mamá, digan lo que digan aquellos que se creen los españoles porque son chelitos, aquí está, son la misma, pero es la misma madre de Cristo” (Feligrés anónima, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2016)

Todos estos elementos de la narrativa se vienen a representar en la parte práctica de las festividades guadalupanas, como el hecho de vestirse de indito (sobre todo a los infantes), la representación escénica de la aparición es parte muy importante de estas actividades de religiosidad popular.

Prácticas en torno a la devoción de la Virgen de Guadalupe

Las prácticas son parte muy importante del hecho religioso y va de la mano con la parte discursiva o de narrativa. Bastante colorido y atmósfera festiva se perciben en las prácticas de devoción guadalupana en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, miles de feligreses se conglomeran con sus hijos en hombros o de la mano, vestidos de “indito” o “indita”, algunos adultos visten de indito, fruto también de alguna promesa a la guadalupana.

Nathaly se mostraba muy emocionada, tocaba levemente su vestido de indita como queriéndolo exaltar, la veneración de esa joven por la guadalupana estaba cargada más de energía (propio de su edad) en su mirada se notaba el orgullo por la vestimenta que usaba, en la entrevista se mostró con una mezcla de inquietud, felicidad y segura de sí misma. Al hacerle la pregunta ¿Qué prácticas se realizan en torno al 12 de diciembre? Afirmó: “…pues la verdad venir y cumplir con la promesa, los milagros recibidos de ella, por eso visten a los niños de indito y bueno, son creencias desde el indio Juan Diego verdad que ha venido creciendo en nosotros…” (N. Ramírez, comunicación personal, 12 de Diciembre de 2016)

Las prácticas rituales se dan dentro de un espacio especial previamente consensuado, en este caso en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe y sus alrededores como punto de peregrinaje de multitudes devotos de la guadalupana, lo sagrado se impone y la feligresía que hace el peregrinaje se reconocen como parte de una comunidad y la devoción misma disipa las nociones de tiempo que se dan en lo cotidiano (López, 2017). Como apunta Christlieb (2004) como se cita en Cuellar (2011) los colectivos hacen suyo el espacio donde se realizan las diferentes actividades, duermen ahí, bromean, comen, lloran o rezan, ese espacio receptor de prácticas se vuelve un lugar con una significación muy profunda para los devotos y trasciende en sus vidas. La práctica de vestirse o vestir a los niños de “indito” es una representación del elemento de Jun Diego dentro de la narrativa de aparición y tiene a su base ciertas razones relacionadas con la petición, la promesa y milagro recibido, estos tres aspectos están íntimamente relacionados con dicha práctica. Nathaly continua explicando: “pues la verdad se hace para venir y cumplir con la promesa, los milagros recibidos” (N. Ramírez, comunicación personal, 12 de diciembre de 2016). Cabe mencionar que Nathaly aseguró que la razón de vestirse de indita todos los 12 de diciembre es por una promesa anterior de su madre por un milagro recibido referente a su salud, desde antes de que ella tuviera uso de razón, en ocasiones las promesas son generacionales de forma descendente, padres o madres antes de que sus hijos nazcan o durante su más temprana infancia, realizan peticiones a la guadalupana sobre algún problema de salud de sus hijos y esa petición va acompañada de una promesa como lleva a sus hijos ya sanados a rendirle veneración al templo vestidos de inditos, la promesa recae en la siguiente generación y los que siguen con el mismo sistema de creencias y dentro de este la devoción guadalupana, cumplen durante toda su vida dicha promesa.

Otras de las prácticas realizadas este día es la procesión con la imagen de la Virgen de Guadalupe, en esta actividad se ve involucrada muchas más personas pues se realiza en las calles y avenidas cercanas a la Basílica. El recorrido comienza en la Parroquia de los Santos Niños Inocentes que está ubicada en la propia ciudad de Antiguo Cuscatlán y termina en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe. En la carroza se levanta una imagen de la guadalupana, adornada por flores y los cientos de fieles la rodean a caminar y entonan al unísono cánticos a la Virgen. El elemento de la figura siendo cargada en hombros, posee una carga simbólica muy fuerte que conecta a la feligresía (en términos emotivos) con lo venerado, la hace sentirse más cerca de la divinidad, como lo indica Parker (1996): “El valor del ícono (…) reside precisamente en que es un símbolo concreto de una realidad mediadora hacia lo trascendente, símbolo en torno al cual, de manera y corpórea. Es posible volcar la fuerte carga de sentimientos que la experiencia mística popular.” (p.196). La música como parte del carácter popular se hace presente en la procesión, la forma de cargar y hacer caminar las imágenes en la procesión, parecen tener un ritmo, con compás, pausas, et… este tiempo que trastoca y apela a las emociones es el tiempo experimentado (Solís, 2016, p.1120).

Los medios masivos de comunicación y la oficialidad de la Iglesia y el Estado se hacen presente a estas festividades, imponiéndole también una legitimidad (aparte de lo popular) oficial. Otras de las actividades que se realizan es la reproducción escénica de la aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego, una reproducción teatral donde se trastoca a la feligresía, es un momento bastante emotivo pues toca un punto neural de la devoción guadalupana, por no decir la base y el fundamento que dio nacimiento a dicha devoción (López, 2017) Esta representación se da un día antes del punto álgido, es decir el 11 de diciembre, antes que los mariachis de comienzo a la serenata, es actuada por infantes, esto forma parte de la enseñanza generacional del proceso endoculturativo, proceso en el cual los individuos como miembros de una determinada sociedad, internalizan los modelos y pautas de comportamiento del grupo de pertenencia, para Harris (1983) la endoculturación es una: “ Experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través del cual la generación de más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales” (p.22). Es decir, las nuevas generaciones a través de estas actividades absorben y poco a poco se van sumergiendo en el sistema de creencias de sus padres hasta que lo asimilan y esta fe y prácticas se vuelven parte de sus vidas, si las asumen.

La identidad según Mead (1974) como se cita en Larraín (2003) es: “Un proceso en construcción en la que los individuos se van definiendo a sí mismos en una estrecha interacción simbólica con otras personas” (p. 31) y también existen identidades en común con las cuales las personas van creando ese sentido de pertenencia y teniendo en cuenta que ”toda definición identitaria requiere una referencia a categorías colectivas más generales  que la especifican” (Larraín, 2003, p. 33) el elemento religioso se presenta como una pieza de esa identidad en construcción, en términos de categorías generales, millares de personas en el mundo a la hora de definirse se ubican en una categoría colectiva religiosa, como por ejemplo: “yo soy musulmán” “yo soy budista” “yo soy católico”. Existe un elemento religioso particular dentro del marco de la religiosidad popular que ha influenciado y abonado a la identidad colectiva salvadoreña: La veneración a la Virgen de Guadalupe en tanto poseedora de elementos de los esquemas religiosos mesoamericanos de origen mexicano, ha sido y es parte de la identidad religiosa de la sociedad salvadoreña (López, 2017)

Hay que mencionar que el vínculo entre los pueblos de lo que hoy conocemos como México y El Salvador viene desde hace más de mil años, como lo evidencia el récord arqueológico, histórico y etnohistórico. Desde principios del período postclásico (900 d. C. – 1524 d. C.) se dio una migración desde el altiplano central mexicano, ha sido encontrada cultura material en los sitios arqueológicos Cihuatán y Santa María, con este hallazgo se hizo un trabajo comparativo con piezas provenientes de la cultura tolteca, de la fase Tollan. Debido a su gran similitud indica la presencia nahua-pipil en El Salvador. (Fowler, 2011)

El centro importante de Chalchuapa fue ocupado por los pipiles durante el postclásico temprano. Los elementos culturales encontrados en el llamado grupo Tazumal sobre este período incluye el estilo arquitectónico talud-tablero, un juego de pelota en forma de I, un templo con plataforma circular y una efigie de tamaño natural del dios Xipe Totec. (Fowler, 2011) En la evidencia etnohistórica se cuenta con el Lienzo de Tlaxcala donde se incluye detalles de la conquista de México-Tenochtitlán y del occidente de El Salvador por Pedro de Alvarado y los asentamientos en nuestro país de los aliados indígenas de origen nahua (México) (MINED, 2009)

Existen otras actividades y categorías de las festividades guadalupanas en El Salvador donde ahondar con el análisis desde la antropología pero el objetivo de este escrito era para socializar parte del trabajo investigativo documental y etnográfico realizado entre el año 2016 y año 2017.

Para efectos comparativos también se realizó investigación en las festividades de la devoción a María Auxiliadora, en una forma general, es necesario mencionar que las actividades en torno a la devoción de María Auxiliadora, que también es una expresión de religiosidad popular, son fundamentalmente comunitarias, la espina dorsal de dichas prácticas son las comunidades aledañas a la Iglesia Don Rúa, y mediante el método comparativo que se trabajó (parte inherente en la disciplina antropológica) entre las dos manifestaciones y la contrastación de categorías, similitudes y disimilitudes, se logró identificar la particularidad y la densidad de la devoción guadalupana (López, 2017)

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