Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“¿De qué hablamos cuando mencionamos la Cultura de la Violación?, pues es un concepto que surge a raíz de las problemáticas de la extrema violencia a mujeres en el mundo”, explicó Adilia de Las Mercedes, abogada investigadora de la Asociación de Mujeres de Guatemala (AMG/Guatemala-España), en un conversatorio con periodistas organizado por ORMUSA.
En el marco del Foro La Cultura de la Violación, Factores Estructurales y Culturales, la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) presentó los hallazgos sobre un estudio realizado con testimonios y datos oficiales.
“Tenemos países en el mundo en donde la violencia es menos recurrente y grandes trozos de este planeta como este llamado Triángulo Norte de Centroamérica, que para la Comunidad Internacional supone grandes preocupaciones no solo en seguridad ciudadana, también en la seguridad de las mujeres, por la excesiva cantidad de delitos contra la vida de las mujeres”, afirmó la jurista.
Sobre la Cultura de la Violación, de Las Mercedes señaló que debe abordarse como un problema histórico que estos países de la región arrastran desde tiempos coloniales, que pasa por la concepción de la religión y posterior los conflictos armados internos, son momentos “fundacionales” importantes cuando se habla de cifras de violencia sexual contra las mujeres.
A nivel internacional El Salvador, Guatemala y Honduras, no están siendo reconocidos solo como “países violentos”, donde los homicidios y femicidios están a la orden del día, sino también por la “violencia sexual” en donde impera la condescendencia que fortalece la impunidad de estos casos.
“Citando a Women Center the Marshall University, nos dice que la Cultura de la Violación es un entorno donde la violencia sexual infringida a las mujeres se naturaliza, y encuentra justificación, tanto en los medios de comunicación, como la cultura popular“, agregó de Las Mercedes, al señalar el papel que juega a diario el gremio periodístico en la propagación de la violencia sexual contra la mujeres, así como el sistema de justicia.
“El uso del lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de las mujeres y el embellecimiento del cuerpo de las mujeres dan lugar a una sociedad despreocupada por los derechos y por la seguridad de las mujeres”, sostuvo.
Sobre los cuerpos de las mujeres en el histórico paralelo, indicó, que estos se constituyen el “primer espacio público de denominación”, distante a otros espacios como es la comunidad, o el Estado nación, incluso, la religión que por sus practicas somete a las mujeres a una “eterna disponibilidad” a los hombres, que han forjando un imaginario colectivo para el uso del poder masculino sobre el cuerpo de las mujeres.
“La violencia sexual responde a un pacto religioso y mercantil, porque una de las formas en que se manifiesta la Cultura de la Violación, es también la ignominia de la Trata de Mujeres con fines de explotación, con fines de explotación a mujeres, niñas y niños. Y solo la explotación sexual tiene un 75% según nuestros datos y estos países del Triángulo Norte son exportadores de mujeres”, advirtió.
En cuanto al Estudio realizado por ORMUSA, describe las “reglas del juego” frente a este poder de la Cultura de la Violación, que ocurre en El Salvador, que es un problema de carácter masivo y recurrente, que sin importar que los feminicidios tuvieran un descenso importante en los registros oficiales, permanecen inalterables los delitos de violencia sexual, señaló Silvia Juárez, abogada y directora del Programa Derecho a una Vida Libre de Violencia para las Mujeres de ORMUSA.
“La investigación nos permitió diseñar un instrumento, que amplió el marco de referencia, porque la categoría de la Cultura de la Violación, es muy nueva y apenas estamos introduciendo e incluso hay gente que opina -va a enseñar a violar- pues en buenas cuentas, algo está pasando y hay un aprendizaje casi inalterado de la visión de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres y cómo se llegó a esto y que no se ha podido transformar”, reseñó del estudio Juárez.
Asimismo, el análisis retomó el rol que juega la institucionalidad así como medios de comunicación y sistema de justicia, y como se representan o están ahí los estereotipos que permiten la Cultura de la Violación, y advertir sobre estas prácticas a cada instancia investigada.
“El lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de las mujeres y el embellecimiento de la violencia sexual, a partir de 7 mitos que están relacionados a la Cultura de la Violación. El primero, minimizar la violencia sexual contra las mujeres. Hemos visto el acoso callejero, como un hombre que eyaculó en un autobús frente a 40 personas por una colegiala, se piense que esto no merece ni una denuncia, porque consideran que no es tan grave”, refirió.
“El segundo mito, incapacidad de las mujeres de tomar decisiones sobre su propio cuerpo y su sexualidad o el tercero la descalificación de la víctima por la violación, cuánto resistió para que sea víctima, si esta mujer siguió con su vida, si no se suicidó es menos víctima porque su testimonio no es creíble, eso lo hemos visto tantas veces”, agregó. Sobre los indicadores nacionales, Juárez apuntó que solo entre el 2015 al 2020 se registraron 34,650 denuncias de mujeres que lograron romper el “silencio” al asistir al sistema de justicia, en donde las principales víctimas son niñas y adolescentes y un elemento significativo que establece que durante toda la vida la mujer puede ser agredida, ya que hay un registro del 8% de adultas mayores que fueron víctimas de violencia sexual.
“Porque la violación no es un tema de deseo, es un tema de poder y sabemos que el 93% de los hechos de victimización sexual se cometen contra las mujeres y un 7% hombres en su mayoría niños. La encuesta nacional, y esto es un dato revelador y alerta, nos dice en 2019 un total de 1, 743,375 mujeres mayores de 15 años manifestaron haber vivido la violencia sexual, es decir, el 63% de las mujeres mayores de 15 años, o sea, más de la mitad ha experimentado la victimización sexual”, sostuvo Juárez.