Luis Armando González
Las personas se comportan de determinada manera, help toman determinadas decisiones, a partir de sus creencias, valores, formas de ver la vida, visiones ideológicas, tradiciones y conocimientos; todo ello se engloba bajo la noción de cultura. La cultura de una sociedad no se fragua desde una sola vertiente, sino desde muchas: sistema educativo, iglesias, instituciones, élites, empresas… pero, sobre todo, desde las prácticas concretas que las personas realizan en su cotidianidad, en sus interacciones sociales, en su participación comunitaria, en su vida familiar.
El Buen Vivir, como paradigma humanista que pone a la persona humana, en su integralidad individual y social, en el centro del quehacer estatal, supone y exige el cultivo de nuevas creencias, costumbres, hábitos, formas de ver la vida, actitudes y valores que orienten y den la pauta a comportamientos y dinámicas de relación social distintas a las predominantes. La cultura predominante – individualista, competitiva, egoísta, dependiente, sumisa y poco responsable— no dignifica a las personas, coarta su creatividad, su compromiso, la conciencia de sus derechos, la preocupación por los demás, la solidaridad, la cooperación y la fraternidad.
Es esa cultura predominante la que ha comenzado a romperse en el país, desde que el Buen Vivir comenzó a cultivarse en 2014. Estamos viendo la fragua, incipiente ciertamente, de una cultura del servicio hacia la sociedad –especialmente hacia los más débiles– que emana del gobierno, pero que está llamada a permear a todo el aparato estatal. Se ha hablado hasta la saciedad del “servicio público”, pero es hasta ahora que en realidad está cobrando vida la idea de que el funcionario público es un servidor de la sociedad, que su trabajo es responder a los problemas de la gente, buscarles la mejor solución. El Presidente Salvador Sánchez Cerén es el ejemplo mejor de esta nueva cultura del servicio público que, si arraiga como debiera, hará del Estado una esfera de poder al servicio de la sociedad, y no a la inversa como suele ser en la cultura tradicional.
Asimismo, se está gestando una cultura de la participación distinta la vigente, caracterizada fuertemente por ser: a) una participación restringida a lo electoral; b) una participación esporádica, es decir, no sostenida en el tiempo por una institucionalidad permanente; y c) una participación de demandas, esto es, de pedir al Estado bienes y servicios, sin compromisos ciudadanos como contrapartida.
En este marco, la responsabilidad de los ciudadanos es un valor cultural que, aunque es incipiente, será decisivo para darle un nuevo rumbo al país. Esa responsabilidad tiene que ver, sin duda, con la conciencia de los propios derechos y la decisión de hacerlos valer, pero también con la conciencia de los deberes ineludibles que hay que cumplir para vivir en una sociedad más armónica y acogedora. Sin este último requisito –que se expresa en la obligación de todo salvadoreño y salvadoreña de no hacer daño a los demás, de cuidar su entorno de vida natural y social, de respetar las leyes, de ser justos, tolerantes, de atender a los débiles, de no violentar a los demás— no será posible una mejor sociedad.
Lo que cultiva la cultura del Buen Vivir es una nueva forma de vernos y de actuar en la sociedad, una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza y con nuestros semejantes. Cuando nos apropiamos de los valores que promueve el Buen Vivir, inmediatamente asumimos que lo que hagamos o dejemos de hacer crea un daño o un bien a los demás, y a nosotros mismos y nuestra familia. Si violamos los derechos de los demás, si violentamos a otros, si no respetamos las leyes, si somos intolerantes, si discriminamos, si no obramos rectamente… si hacemos todo eso (y más) estamos, personalmente, trabajando por el mal vivir en la sociedad, un mal vivir del cual, además de víctimas, somos responsables directos o indirectos.
¿Superaremos en algún momento esa cultura del mal vivir? Depende de nosotros; depende del Estado; depende de los empresarios; depende de los medios de comunicación; depende de las universidades, las iglesias, los gremios, los sindicatos y las asociaciones profesionales. En fin depende, de muchas voluntades. Depende de que cada quien hago, responsablemente, lo que le corresponde.
El Presidente Sánchez Cerén estará en Mejicanos
Luis Armando González
Este sábado 21 de octubre, el Presidente Salvador Sánchez Cerén estará en el Municipio de Mejicanos, haciendo realidad una nueva edición del Programa Gobernando con la Gente y del Festival para el Buen Vivir. Se trata, por un lado, de dos experiencias de participación ciudadana; y por otro lado, de dos experiencias en las que se cultiva el espíritu de servicio público, la corresponsabilidad y la cercanía entre gobernantes y gobernados.
Cada experiencia por separado tiene sus propias características: Gobernando con la Gente es un espacio de participación más reflexivo y crítico; un espacio para el diálogo franco entre el Presidente de la República y su equipo de gobierno, y los ciudadanos y ciudadanas. Aquí se asumen compromisos y responsabilidades, a partir de la identificación de problemas que afectan la vida de la gente.
El Festival para el Buen Vivir es un espacio para una participación ciudadana alegre, fraterna, esperanzada. En manos de la Primera Dama de la República, Margarita de Sánchez, ella le imprime un espíritu de calidez, cercanía, humildad y solidaridad, sin lo cual es imposible que la esperanza pueda fructificar. En el Festival del Buen Vivir lo más importante es el cultivo de la alegría, la sonrisa espontánea y la felicidad de la familia, que se expresa en los rostros de los niños y las niñas cuando juegan, corren o sueltan globos al aire. No se trata, en el Festival, que la gente nada más se haga presente, sino que lo haga suyo, que sea parte del mismo. En esa medida, el Festival para el Buen Vivir enraíza y humaniza a las instituciones gobierno, acercándolas a la vida cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas.
Sin duda alguna, la participación ciudadana debe tener dimensiones de seriedad, reflexión y crítica. Los problemas de la realidad no deben tomarse en broma. Pero no todo debe ser seriedad y ceño fruncido. La seriedad no niega la alegría ni la sonrisa cálida y afectuosa. Al contrario, para plantarle cara a los problemas más graves, una dosis de alegría y de optimismo es imprescindible. Con esperanza se tiene más fuerza para enfrentar las situaciones más difíciles. El derrotismo y el aburrimiento son un obstáculo para encontrar soluciones a situaciones difíciles.
Es importante que se cultive una participación reflexiva, crítica, informada, alegre y esperanzada. Eso es precisamente lo que se hace con Gobernando con la Gente y con el Festival para el Buen Vivir. Cuando el Presidente Sánchez Cerén y su esposa Margarita de Sánchez estén en Mejicanos, este sábado 21 de octubre, ese tipo de participación es la que se cultivará.
En el Festival para el Buen Vivir, en particular, las instituciones de gobierno llevarán sus servicios y atención ciudadana a los habitantes de Mejicanos. Son despachos abiertos en donde ellos y ellas podrán solicitar información sobre créditos productivos, bolsa empleo, obtener su tarjeta solidaria, recibir atención en salud general y de especialidades, y medicamentos gratis.