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Cumbre en Panamá, posible escenario para un histórico encuentro Obama-Castro

Por Andrew Beatty

Washington/AFP

Barack Obama y Raúl Castro asistirán a la Cumbre de las Américas en Panamá esta semana, sick un encuentro que podría dar lugar a la primera reunión entre los líderes de Estados Unidos y Cuba en medio siglo.

El presidente estadounidense, troche que acaba de lograr un acuerdo nuclear tentativo con su archienemigo Irán, viajará a Jamaica y luego a la capital panameña el jueves para reunirse con los líderes del continente.

Raúl Castro, quien gobierna la isla comunista desde el retiro de su hermano Fidel hace siete años, confirmó que será el primer líder cubano en asistir a la Cumbre de las Américas, cuya séptima edición se celebrará entre el 10 y el 11 de abril.

Pero a pocos días de comenzar la cita, los diplomáticos aún discuten qué tipo de reunión celebrarán ambos mandatarios. Las opciones van de una simple sonrisa para la cámara, a un diálogo que podría ser histórico.

«Los líderes estarán juntos en muchas ocasiones» en la cumbre, dijo la subsecretaria de Estado estadounidense, Roberta Jacobson. «Así que habrá interacción con Raúl Castro».

En diciembre de 2013, en medio de la corriente de cordialidad en torno al fallecimiento de Nelson Mandela, ambos líderes se estrecharon las manos en el funeral en Johannesburgo. Pero, esta vez, los funcionarios estadounidenses suponen que ocurrirá algo más sustantivo.

«Obviamente, es útil tener la posibilidad de tener este contacto y avanzar para poder concretar cosas, abrir embajadas y seguir adelante con nuestra relación», dijo Jacobson.

Una animosidad de Guerra Fría

En diciembre del año pasado, Obama declaró que iba a poner fin al «enfoque obsoleto» hacia Cuba, que se basaba en la animosidad de ambos países durante la Guerra Fría y estaba marcado por momentos que definieron una generación: la Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles en 1962.

Obama dijo entonces que las relaciones diplomáticas serían restablecidas y que Estados Unidos buscaría poner fin al paralizante embargo que le ha costado a Cuba, según su gobierno, más de un billón de dólares en cinco décadas.

Desde aquel pronunciamiento, ambas partes han dado pequeños pasos para poner fin a la política de aislamiento que ha caracterizado la relación de Estados Unidos con su vecino del sur.

Se reconectaron líneas telefónicas en sustitución de líneas de emergencia. La página de internet para compartir alojamiento en línea Airbnb comenzó a ofrecer viviendas a los estadounidenses que quieren hospedarse en Cuba y el servicio de video en línea Netflix empezó a operar en la isla.

Una reciente encuesta de Bendixen y Amandi mostró que 51% de los cubano-estadounidenses piensa que la normalización de las relaciones es el camino a seguir.

Esto podría tener profundas repercusiones en el destino del embargo, con el que sólo el Congreso estadounidense –influenciado por grupos anticastristas– puede acabar.

Pero las relaciones Cuba-Estados Unidos siguen siendo tensas y la decisión de reunirse puede llegar a último momento.

Grupos opositores cubanos, entre ellos las Damas de Blanco, fueron invitados a participar en un encuentro de la sociedad civil que se celebrará paralelamente a la cumbre de los líderes en la capital panameña.

Se espera que Obama hable en ese encuentro, aunque, en una aparente concesión al gobierno cubano, no invitó a la prensa a la sesión de preguntas y respuestas.

Orden del día: sanciones

También será la primera vez en una generación que un presidente estadounidense se reúne con sus líderes continentales sin escuchar arengas sobre las sanciones contra Cuba.

La política de aislamiento de Washington ha sido muy impopular en Latinoamérica, aunque los funcionarios estadounidenses con frecuencia han acusado a los aliados de Cuba de esconder la cabeza tras esta disputa para evitar enfrentarse a preguntas difíciles sobre sus propios países.

Pero, esta vez, existe la posibilidad de que sean las medidas hacia Venezuela las que causen molestia entre los líderes de la región, luego de que Obama firmara sanciones contra funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro.

El presidente estadounidense ordenó la congelación de propiedades y cuentas bancarias en Estados Unidos de siete funcionarios venezolanos, entre ellos el exdirector de operaciones de la Guardia Nacional Bolivariana, Antonio Benavides; el director del servicio de inteligencia SEBIN, Gustavo González; la fiscal Katherine Haringhton y el director de la Policía Nacional, Manuel Pérez.

Los aliados regionales de Venezuela saltaron a la defensa de Maduro y la alianza de gobiernos izquierdistas ALBA se reunió en una cumbre para condenar la medida.

De todos modos, se espera que los mandatarios salgan con una serie de mandatos para enfrentar temas relacionados con migración, salud, educación, seguridad y gobernabilidad democrática.

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