Álvaro Darío Lara,
Docente y poeta
Una de las técnicas más interesantes y controvertidas en el ámbito de lo que se conoce como “sanación espiritual” es la formulada por el notable artista y mago, Alejandro Jodorowsky (1929), un ser excepcional cuyo talento y fuerza creadora parece estar más allá de este mundo plagado de bellezas y sinsabores.
Pero la psicomagia de Jodorowsky no se reduce a esa magistral combinación entre el chamanismo, el tarot, el psicoanálisis y el arte de las tablas. No, la psicomagia del Gran Mago se extiende como el fulgor de las pasiones intensas, a una serie infinita de invenciones, que hacen la vida más plena: el cine, la literatura, los cómics, el teatro y otras.
Semanas atrás disfruté de un documental maravilloso sobre uno de los proyectos cinematográficos de Jodorowsky que jamás pudo realizarse. Me refiero a la película “Dune” (una novela de ciencia ficción de Frank Herbert) que el cineasta pretendió llevar a la gran pantalla en los setenta, y cuyo trabajo implicó cinco años de arduo empeño (la inversión inicial fue de 9.5 millones de dólares, y uno de sus financistas fue John Lennon). El reparto y equipo era alucinante: Orson Wells, Salvador Dalí, Chris Foss, Pink Floyd, H.R. Giger y Mick Jagger. La dirección artística recaía sobre Moebius, el gran artífice francés, autor de los miles de dibujos que preconizaron lo que sería una cinta larguísima (14 horas de duración).
Fascinante es la historia como Jodoroswky logra convencer a los astros del arte y de la farándula del rock para participar. Dalí lo examina, mediante diálogos aparentemente absurdos, que tienen como telón de fondo: cortesanos, amantes, restoranes y cosmopolitas ciudades. Finalmente, Dalí acepta a cambio de ser el actor mejor pagado (ganaría $100.000 dólares por hora). Así Jodoroswky obtiene lo que desea, Dalí como el soberbio Emperador de la Galaxia. El asunto es que Dalí sólo intervendría cuatro minutos. Pero, en realidad -por minuto- sería el mejor pagado.
Para Jodorowsky y su grupo, la no culminación del proyecto fue terrible. Por supuesto, planteado cómo se quería, su concreción era sumamente difícil y onerosa. Sin embargo, de acuerdo a los entendidos, no pudo existir: “Alien”, “Star Wars” y “Terminator”, sin el sueño de “Dune”. Los personajes, la trama épica-cósmica, el color, la música, eran hijos del futuro del cine, no de ese presente que subyugó a la monstruosa y bella quimera.
Sin embargo, el chileno-francés, de ascendencia judía, octogenario, de cabellos y blanca barba, sonríe. Para él la vida, sólo es un constante “cambio de camino”. “Dune” vivirá siempre, como un sueño demasiado perfecto para ser hijo de lo tangible.
Con el tiempo, Jodoroswsky hace una concesión, y de esta manera, los tres mil dibujos de Moeibus, inspiran ese éxito del cómic que representó “El Incal”.
Estudioso del tarot, de la cábala, de los árboles genealógicos. Jodoroswsky afirma sobre la humanidad: “La salvación de la Humanidad es que se ordene en un todo, y en lugar de ordenarse en el cuerpo, se ordene en el espíritu, que es unitario”.
Quizá un buen final, para entender su legado, es su cuento: “La Visión del Elegido”, con el que decimos hasta pronto: “Y apareció Jehová a Abram… Abram vio a Dios. Es decir no vio más de lo que veía de ordinario. Sólo que no se dio cuenta de que eso que veía, paisaje, animales y gente, era en realidad Dios”.