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Alma Vilches
@DiarioCoLatino
Sacerdotes, religiosas y feligreses dieron el último adiós al ex arzobispo de San Salvador, monseñor Fernando Sáenz Lacalle, quien murió a los 89 años de edad el pasado 28 de abril, por complicaciones del Alzheimer. Después de la misa de funeral en Catedral Metropolitana sus restos mortales fueron trasladados a la Cripta, donde están enterrados otros obispos.
El arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, dijo que el pueblo salvadoreño recuerda con respeto y agradecimiento a monseñor Sáenz Lacalle por su caminar lleno de fe en este país desde 1962. Entregó su vida al sacerdocio, dejando su país, familia y amistades, vino a El Salvador donde se entregó a tiempo completo,
“El Señor lo llamó a la casa del Padre para darle el premio de sus servidores fieles, la muerte no tiene la última palabra, Dios prometió que el día del cumplimiento de la promesa él destruiría la muerte para siempre. No se debe temer a la muerte, porque al creer que Jesús murió y resucitó, de igual manera se debe creer que a quienes murieron en Jesús, Dios los llevará con él y así estar siempre con el Señor”, afirmó.
Escobar Alas recordó que monseñor Sáenz Lacalle tuvo a cargo continuar con la reconstrucción de Catedral Metropolitana pudiéndola bendecir el 19 de marzo fiesta de San José, de 1999, para recibir el milenio con el templo ya finalizado. En 2001 hizo frente a los daños que los terremotos del 13 de enero y febrero dejaron en la arquidiócesis, el país poco a poco fue superando los estragos.
El 2 de febrero de 2003 en su carta pastoral expresó su preocupación por la falta de fe, pero sabía que tocaba a la iglesia trabajar con ahínco por contrarrestar cuando las actividades religiosas tienen menos relevancia que las mundanas, cuando los medios de comunicación social reflejan una cultura apática a las exigencias de la fe, cuando la cultura de la muerte y la injusticia social ensombrecen la nación.
El 16 de noviembre de 2007 habiendo llegado a los 75 años de vida, cumpliendo con la norma canónica, presentó su renuncia al cargo de arzobispo, y fue nombrado como sucesor monseñor José Luis Escobar Alas.
Monseñor Sáenz Lacalle obtuvo el título de arzobispo emérito, y pidió seguir colaborando como párroco hasta que sus fuerzas se lo permitieron, dando un gran ejemplo de entrega, generosidad y humildad.
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