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“Danza del Silencio”

 

XX aniversario de la muerte de Olga Salarrué

Tania Primavera

Duerme en los archivos que reposan en el Museo MUPI, el cuadro «Dance of Silence», de Olga Salarrué. No tiene fecha, no tiene más información que su firma y estilo. Han pasado 20 años de su muerte, desde aquel frío día en Nueva Jersey, el 11 de enero de 2004. Olga, es hija mayor de los artistas salvadoreños Zelié Lardé y Salvador Salazar Arrué «Salarrué».

Voy a la pieza, la observo detenidamente, imagino sus manos cuando tomaron el pincel, la tinta china, el papel. Detalle a detalle en formas y puntillismo sobre papel. Resalta la oscuridad y deja que entre luz. Son protagonistas las formas de nueve árboles desnudos, sin hojas, como en alguna época cuando caen todas para renovarse. Un cielo lejano entre los cerros, puede verse la noche estrellada. Los troncos resaltan sus respiraciones, palpitan, las raíces parecen unión con todo el conjunto que abarca la obra. ¿Cuándo la hizo? No hay datos, como dije antes no tiene fecha. La claridad de la escena nocturna, en donde la luna no aparece. Un ente surrealista quizás el espíritu del árbol, sus piernas parecen raíces en parte vestidas unidas al mismo árbol, y sentado al pie del tronco, toca una flauta y hace su música para su danza del silencio.

Danza del Silencio o Dance of Silence, es una de las obras que milagrosamente se salvaron del olvido y la polilla, de la casa familiar Villa Montserrat, en los Planes de Renderos, gracias a Maya. Pero, así como de Olga, también hay dibujos y pinturas de sus hermanas, María Teresa “Maya Salarrué” y Aida Estela “Aida Salarrué”, nacidas ellas tres entre 1923 y 1926.

Ella, niña de manos dibujantes. Ligera le enseñaron a ser, para ser. Conoce la verdad que aclara y da luz. Es Olga Teresa Salazar Lardé, conocida. Su padre, el artista, escritor y también pintor Salarrué, su Dagdy, su Magician, le llevaba de la mano, suben las colinas, caminan por senderos hacia la cumbre del Cerro San Jacinto en San Salvador, es la mayor de las hermanas, que también tienen su camino en el arte. La pintora, nació el 14 de septiembre de 1923. Su primera exposición fue a los 15 años, junto a sus hermanas Maya y Aida, en la rotonda del parque Cuscatlán, en octubre de 1942. Vivió desde 1946 en New, Jersey, Nueva York, el arte le daba la luz a su mirada. Ahí expuso también en algunas ocasiones. Murió en esa gran ciudad del norte del continente. Ni ella, ni sus hermanas, ni sus padres viven. Su familia, estrella de cinco puntas, está junta.

Olga cumple ya 20 años, desde aquel frío día de su vuelo en enero de 2004. En una visita en 2003, que realizó el amigo de su padre, Ricardo Aguilar Humano junto a Santiago, a su casa de Old Brigde en New Jersey, ella sugirió no olvidar a su madre, la pintora Zelié Lardé, “sacarla de la oscuridad”. Pero Olga tampoco se conoce en la actualidad.

Ahora, tampoco vive ya Ricardo Humano. Hay destellos de su lenguaje que se expresa, destellos de su obra como esta, destellos. Y así, como la flauta del ser que inventó, es ahora este homenaje que le dedico, en su silencio, como en una danza sin testigos, pero sí lectores. Duerme y visitános con tu silencio y tu danza “de un brinquito”.

taniaprimavera@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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