Rolando Alvarenga
Y como el buen vino, uno de los máximos referentes del voleibol salvadoreño, David “Pepe” Vargas, se encuentra arribando a sus cuatro décadas de sobrevivencia terrenal. Solvente referente del voleibol en ambas modalidades, durante los últimos años David se ha inclinado con buen suceso al playa, constituyéndose en un aguerrido 4×4.
Defendiendo y atacando con mucha riqueza técnica y poseedor de un potente golpe, el popular y carismático “Pepe” se ha pasado más de la mitad de su vida sacando, rematando y saltando. Dinámica que, unida al duro entrenamiento físico le ha permitido conservar un cuerpo espigado y con suficiente oxígeno en los pulmones. Es un guerrero de pura sangre, una especie en extensión en la farándula deportiva salvadoreña.
Hace un par de años perdió en el playa a un compañero con quien llegaron a desarrollar una exitosa química ofensiva y defensiva, local e internacional: Carlos “El Tato” Talavera. Su último torneo lo jugaron en los Panamericanos de Lima 2019 y en tal oportunidad, una buena cantidad de tele espectadores se conmovieron al observar en la pantalla chica las lágrimas y el quebrantamiento de “Pepe” al dar sus impresiones por la victoria sobre Trinidad y Tobago por dos sets a uno.
Juntos con Talavera, en el 2015 clasificaron para estar presentes en el Mundial de Voleibol Playa en Holanda y como el INDES de aquellos años (el de Quezada), no les tuvo fe, les tocó rebuscarse para asistir al máximo evento universal. Allí, sin guardarse nada y sin miedo a los rivales jugaron y cayeron ante Holanda, Polonia y Cuba. No obstante, asimilaron una inédita experiencia y dejaron escritos sus nombres en las estadistas del voleibol universal.
Obvio, para él la partida del “Tato” fue uno duro golpe, encajándolo con resignación y comprensión, pero consciente que constará que en el corto y mediano plazo surja un jugador nacional que pueda alcanzar ese nivel. Desde el día que supo sobre el retiro del “Tato”, “Pepé” admitió y no logra superar que “Tato” ya no está, pero está dispuesto a colaborar para el crecimiento del número dos para los compromisos del ciclo olímpico y otros eventos internacionales.
Contaminado de voleibol en la sangre y con mucho espíritu patriótico, “Pepe” Vargas dedica su tiempo ha trabajar en la fundamentación básica de las nuevas generaciones. Es por eso que cuando no tiene vehículo y sin importar que sea la fecha de su cumpleaños 40, no es raro verlo deambular por las calles aledañas al “Mágico” González con una red cargada de pelotas azul y blanco rumbo a las canchas de la FESAVOL. Es que con la propiedad de la experiencia, él sabe que el futuro del vóley está en el trabajo en las canteras del presente.
Una breve reflexión de su vida es: “He dedicado un poco más de la mitad de mi vida al deporte de mis amores y si Dios me lo permite lo seguiré haciendo con el mismo ímpetu, disciplina y pasión que me ha caracterizado. He gozado de salud y también estuve a punto de morir y Dios ha sido bueno. He jugado en alguno de los estadios más impresionantes del mundo y en la playa más sencilla. No he tenido riquezas, pero nunca me ha faltado nada, porque Dios ha sido bueno”.
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