Buenos Aires/dpa
Atletas en la plenitud de su carrera, ambulance leyendas retiradas, physician dirigentes y trabajadores anónimos: la muerte irrumpió sin distinciones en el mundo del deporte durante 2013.
El futbolista ecuatoriano Christian “Chucho” Benítez, and pilotos de distintas categorías como la española María de Villota, el danés Allan Simonsen y el francés Thomas Bourgin, y el boxeador mexicano Francisco Leal fueron algunas de las figuras que dijeron adiós antes de lo previsto en el año que se cierra.
El deporte también lloró a ex leyendas del fútbol como los brasileños Nilton Santos y Djalma Santos y el uruguayo Pedro Virgilio Rocha; el ex atleta italiano Pietro Mennea, el ex presidente de la ATP Brad Drewett y el ícono de Los Angeles Lakers Jerry Buss.
Algunas muertes, como las de los obreros del Mundial de fútbol de Brasil 2014 y Qatar 2022, mostraron el lado oscuro del “show”. Y otras, como la del líder sudafricano Nelson Mandela, recordaron que el deporte puede ser una poderosa herramienta de integración.
Un problema congénito en la arteria coronaria acabó repentinamente con la vida de Benítez, pocos días después de haberse trasladado a Doha para jugar en el fútbol de Qatar.
La muerte del jugador de 27 años causó una enorme conmoción en Ecuador, donde unas 100.000 personas asistieron al velatorio, incluyendo el presidente Rafael Correa.
La pérdida de una de sus grandes figuras significó un duro golpe deportivo para la selección ecuatoriana, que sin embargo logró el pase al Mundial en honor al “goleador eterno”.
Símbolo de optimismo y superación, De Villota murió 15 meses después del grave accidente que sufrió a bordo de un Fórmula 1 producto de las secuelas neurológicas.
La española de 33 años falleció lejos de los volantes. Su vida acabó mientras dormía en un hotel en Sevilla, donde tenía previsto dar una conferencia motivacional sobre cómo superó su traumática experiencia. Fue, paradójicamente, pocos días antes de la presentación de su libro “La vida es un regalo”.
El accidente, que le provocó la pérdida de un ojo y graves lesiones en el cráneo, había acabado con su sueño de convertirse en la tercera mujer en competir en la máxima categoría del automovilismo, pero no con su energía inquebrantable.
“Creo en el destino. No sé si es porque necesito creer en él o no, pero yo creo que si me ha pasado esto es por algo y sinceramente creo que aporto más a los demás ahora que antes”, dijo en una entrevista con la agencia dpa poco antes de su muerte.
El deporte motor vio despedirse también a Simonsen, quien se estrelló contra un muro de contención en las 24 horas de Le Mans.
El Rally Dakar, siempre al límite, acabó en el paso fronterizo chileno de Paso de Jama con la vida del francés Thomas Bourgin, la víctima número 60 en 34 años de competencias.
“Somos un número y cuando te toca, te toca”, dijo el motociclista español Joan Pedrero, graficando la peculiar relación con la muerte que impera en el Dakar.
Y en buena medida también en el boxeo, testigo del trágico final de Leal. Tras perder por nocaut su combate ante su compatriota mexicano Raúl Hirales y pasar tres días en coma, Leal falleció en un hospital de San Diego.
Mientras el Mundial de 2014 entraba en su recta final, el fútbol brasileño despidió a dos de sus máximas leyendas. Nilton Santos, considerado el mejor lateral izquierdo del siglo XX por la FIFA, murió a los 88 años a raíz de una infección respiratoria. Djalma Santos, otro de los bicampeones mundiales en 1958 y 1962, se despidió tras marcar una época en el otro lateral, el derecho.
Una enfermedad degenerativa acabó con la vida del uruguayo Rocha, leyenda de Peñarol y del Sao Paulo y considerado por Pelé como uno de los cinco mejores futbolistas del mundo.
Y también con el australiano Brad Drewett, presidente de la ATP, cuya partida unió en el dolor a Rafael Nadal, Roger Federer y otras figuras del tenis.
La NBA despidió a Jerry Buss como a un padre, porque fue el dueño de los Lakers uno de los grandes responsables de que el baloncesto de Estados Unidos sea hoy un espectáculo global.
También lo será el Mundial de Brasil, pese a los dolores de cabeza que generó a la FIFA las muertes de obreros en los estadios de Manaos, Sao Paulo y Brasilia.
Pero mayor aún fue el escándalo que generaron las denuncias del diario “The Guardian” y la organización Amnistía Internacional en las obras para Qatar 2022, donde se denunció la muerte de 44 trabajadores nepaleses y condiciones de trabajo de semiesclavitud, en un debate que promete continuar en 2014.