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De cara al 2019

José  Joaquín Aguilar
Sociólogo  y Consultor

Cuando en 1988, troche el General Augusto Pinochet  en Chile pierde el plebiscito que determinaba su continuidad en el poder; la oposición política decide llevar como candidato presidencial a Patricio Aylwin, un Demócrata Cristiano que probablemente no representaba los ideales y utopías de los social demócratas, socialistas y demás fuerzas integrantes de la  “Concertación Democrática”, pero viabilizaba la llegada al poder, que se mantuvo desde 1990 hasta el 2010, cuando producto de una división a su interior lo pierden.

La Ciencia Política estudia cómo se obtiene y se mantiene el poder, y ambas cosas son el producto  de tres factores: el contexto de realidad, la correlación de fuerzas, y la voluntad política; la primera está determinada por las variables sociales, económicas y políticas del entorno; la segunda por el balance de los poderes existentes en el sistema; y la tercera  por las decisiones a tomar en torno a las dos anteriores;  la presencia o ausencia de cualquiera de ellas, permite la obtención y el mantenimiento del poder. Quizá esto explique el éxito de la oposición chilena para obtener  la presidencia  en 1990 y su fracaso para mantenerla en el 2010.

En El Salvador la historia muestra al menos dos  momentos  en que se han combinado estratégicamente estos tres factores: El primero en 1972, cuando demócratas cristianos, social demócratas y comunistas  conforman la UNO; el segundo en 1980, cuando comunistas y no – comunistas integran el FMLN. La UNO por la vía de las urnas demuestra la inviabilidad del sistema político, y el FMLN  por la vía de las armas, lo negocia, lo viabiliza y pasa a formar parte de él.

La tendencia al bipartidismo para la alternancia presidencial se ha mantenido en El Salvador desde mediados del siglo XX; en los sesenta y setenta  fue entre el PCN y PDC, en los ochenta entre el PDC y ARENA, de los noventa hasta la actualidad se da entre ARENA y el FMLN; el resto de fuerzas políticas, históricamente  solo han jugado un papel importante cuando su peso electoral afecta  a cualquiera de las dos mayoritarias, o cuando las mismas se han aliado a una de ellas.

La cohesión a su interior más una estratégica lectura del entorno de realidad y de la correlación de fuerzas pertinente a cada coyuntura; le han brindado  al FMLN tres experiencias de gobierno: Primero un “gobierno de participación”, donde incidían pero no decidían; segundo un “gobierno de control estratégico”, donde equilibraban pero no determinaban; y tercero un “gobierno de control hegemónico”, donde proponen y disponen; la primera se dio en 1997 para ganar  la Alcaldía de  San  Salvador, la segunda  en 2009 para obtener la Presidencia de La República y la tercera en 2014 para retenerla. La experiencia de gobierno a emular en 2019, será el mejor reflejo de lo aprendido a través de su historia.

Un entorno de realidad dominado por el constante desafío a la autoridad territorial del Estado de parte de las pandillas y una  correlación de fuerzas definida por los resultados de las pasadas elecciones legislativas con aproximadamente 50% de abstenciones, 20%  de votos por ARENA, 19% de votos para el FMLN, y 11% de votos a favor de las demás opciones electorales; aparecen desde ya, como las variables determinantes de la voluntad política para la continuidad del proyecto iniciado en el 2009, y conduce a la lectura de los aciertos del pasado, a  la búsqueda de las respuestas en el presente;  y a visualizar los desafíos para el futuro.

En el pasado, la  cohesión interna  y las correlaciones estratégicas, aparecen como el mayor acierto para llegar al poder;   las soluciones eficaces para enfrentar  el entorno de realidad y modificar  la  correlación de fuerzas existentes, pareciera ser, la respuesta mas oportuna en el presente; y la consolidación del sector empresarial alternativo junto a una mayor participación ciudadana,  se visualiza como el mayor desafío de cara al futuro. Al poder no se renuncia voluntariamente, solo se redefine la estrategia propicia de cada momento histórico para ampliarlo.

Un movimiento ciudadano con una presencia territorial  representativa de la diversidad del espectro político, social  y económico; incidiendo en los grandes temas de país, bajo un nuevo liderazgo legitimado desde la gestión pública; se vislumbra como la opción más favorable para continuar el proyecto político tras una década en el ejercicio del poder.

A la “concertación democrática” en Chile, 20 años consecutivos en el poder no le bastaron para cambiar las bases esenciales heredadas del régimen de Pinochet; al FMLN, difícilmente le alcanzarán 10 años para transformar de raíz las bases del modelo oligárquico en El Salvador.

En los próximos 3 años el curso  de los acontecimientos develara, la voluntad política para el surgimiento de ese movimiento ciudadano ; y el pragmatismo político del FMLN para asimilar el liderazgo resultante del mismo.

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