Santiago Leiva
@DiarioCoLatino
Por mucho que Miguel “el Piojo” Herrera salte de felicidad, seek por mucho que Andrés Guardado festeje sus goles de penalti, pharm a México le “regalaron” el boleto a la final de la “prestigiosa” Copa de Oro. Si el árbitro guatemalteco Walter López sacó a Costa Rica de las semifinales; anoche fue el estadounidense Mark Geiger quien borró a Panamá de la finalísima.
El árbitro “gringo” no solo obligó a los canaleros a jugar con un hombre menos a lo largo de 105 minutos, sino que concedió dos penaltis polémicos a favor de los aztecas que, a pesar que tuvieron más tiempo la pelota, fueron superados por los panameños.
Geiger se robó el protagonismo desde el minuto 25 cuando expulsó a Luis Tejada por un manotazo sobre Francisco Rodríguez, y luego resucitó a México al minuto 88 cuando estaba a solo dos minutos de quedar fuera de la final.
Con tanto de Román Torres sobre el ´56, los panameños, a base de orden y sacrificio, tenían a los aztecas frustrados y anulados, hasta que apareció nuevamente la mano de Geiger para señalar una mano de Román en el área.
La penalización del silbante encendió los ánimos de Panamá que amagó con abandonar el partido, pero tras 10 minutos de discusión y reflexión volvieron a las acciones. Guardado se paró frente a la pelota y venció a Jaime Penedo para decretar el 1-1.
En adelante el partido fue una caldera, además de fútbol hubo patadas, manotazos, empellones y abundantes cartulinas amarilla.
El primer tiempo extra estaba por finalizar, México aún no tenía el boleto en el bolsillo y la tanda de penaltis ya asomaba. Se esperaba que al menos por justicia el juego llegara hasta la lotería, pero Geiger sancionó otra pena máxima a favor de los charros y Guardado volvió a capitalizarlo para el 2-1.
El encuentro siguió su curso, pero Panamá acabó desquiciado reclamando una injusticia que la vio el mundo entero. Geiger tuvo que abandonar el estadio Georgia Dome, de Atlanta, resguardado por un escudo humano.
La caída del imperio
Temprano, la selección de Jamaica sorprendió a Estados Unidos que gozó de grandes ocasiones de gol, pero no pudo remontar los dos tantos que le encajó el combinado caribeño en el primer tiempo.
Forjado bajo un 5-3-2, el equipo de las “barras y estrellas” tuvo una mejor posesión de pelota, pero pagó cara la falta de puntería y murió en la telaraña jamaicana, que a puro pundonor y pasajes de efectividad logró salir con vida y con su pase a la final en el estadio Georgia Dome, de Atlanta.
De la mano de Michael Bradley, en plan de bujía en la zona ancha, parecía que los dirigidos de Jürgen Klinsmann no tendrían mayores problemas para imponerse a los “raggae boy”, pues controlaban a placer el partido y suyas eran las mejores ocasiones de gol.
Sin embargo, el juego y favoritismo de los “gringos” se torció después de media hora, cuando en una jugada sin mayor trascendencia Jamaica frotó la lámpara e iluminó la ruta a la final.
Al ´3, Kemar Lawrence hizo efectivo un saque de banda con tanta precisión y potencia que encontró la cabeza de Darren Mattocks quien solo de encargó de prolongar, y la pelota caprichosamente besó los dos postes antes de acabar en el fondo de la red norteamericana.
El tanto llegó en el momento menos pensado. Llegó justo cuando Jamaica no daba muestras de reacción y agazapado se cubría del bombardeo de los estadounidenses. La anotación, no obstante logró que Estados Unidos se desquiciara, tanto que en una jugada el portero Brad Guzan, en la premura por salir con rapidez al ataque salió a despejar fuera del área y eso les costó un tiro libre que segundos después se convirtió en gol.
La penalidad la hizo efectiva Giles Barnes que con un misil colocado dejó nuevamente para la foto a Guzan y a la hinchada norteamericana tragando grueso.
Al regreso de los camerinos la parcela defendida por los jamaicanos se convirtió en un “pequeño Vietnam”, los estadounidenses entraron con tanques, tanquetas y aviones en busca del gol para recuperar el honor.
Tanto bombardearon la portería de Ryan Thompson que le pusieron nervioso y al ´48 terminó concediendo un balón de rebote que Bradley solo tuvo que soplarla para que entrara al marco.
Minutos después Aron Johansson tuvo en su testa el 2-2, pero la desperdició y evitó el festejo local. Igual, aunque más eléctrico que de costumbre, Thompson desvió al poste un remate de Bradley al ´57 y estuvo atento para cortar varias opciones de gol creadas por la caballería de Estados Unidos.
Al final, pese al mejor volumen de fútbol de los norteamericanos y las ocasiones de gol que crearon a los jamaicanos les alcanzó con defender con uñas y dientes para colarse a la final de la Copa de Oro, y generar un frenético festejo del técnico alemán Winfried Schaefer. Esta vez cayó el imperio, cayó el anfitrión, cayó el campeón.