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De la con-ciencia a la ciencia

(107 Fitch Hall, New Mexico Tech, Socorro NM 87801 USA,

miércoles 18 de julio de 2018, 9-10am

Entrada libre)

Rafael Lara-Martínez

Tecnológico de Nuevo México

[email protected]

Desde Comala siempre…

Dirigida a estudiantes de ciencia e ingeniería, la con-ferencia interactiva resalta la importancia de las humanidades y ciencias sociales en el currículum de los institutos tecnológicos.  Bajo la rúbrica inglesa de STEM —Science, Technology, Engeneering and Mathematics—  el albur científico invoca el sentido coloquial: “vástago”, “tallo”, “tronco”, “pie”, es decir, el sostén de lo social.  El neologismo presupone que la tecnología actual ofrecería el rizoma de la cual retoña una redención social en cogollo utópico.  Tal premisa desdeña los cimientos (STEMS) constitutivos del ser humano en sociedad.  No hay ciencia sin con-ciencia cuyo principio —con- (with)— implica la comunidad hablante.  Por un doble postulado clásico —zoon logos ejon y zoon politikon— la lengua se adquiere en la polis.  Habitante de la nación, sólo el animal dotado de lenguaje —gramática universal codificada en ADN— convierte lo Real en Realidad por la ciencia.  En vez de separar las artes liberales (Liberal Arts) de las ciencias naturales, viceversa, es necesario considerar la manera en que la ciencia vierte sus significados hacia la con-ciencia tecnológica actual.  De este saber brota el título de esta conferencia —no en simple juego de palabras— sino en acto de habla interactivo (Yo X Tú) que pone las palabras en juego.  Si existe un tronco (STEM) común de lo humano, en sus cimientos invisibles yacen la lengua y su con-texto.  Sólo una nueva Tekhne osaría manifestar ese sustrato po-Ético a menudo encubierto por la razón matemática.  La poética desvela el origen creativo y comprometido de todo acto de habla, incluida la actividad científica.

Addressed to students of science and engineering, the interactive conference highlights the importance of the humanities and social sciences in the curriculum of technological institutes.  Under the English rubric of STEM —Science, Technology, Engeneering and Mathematics— the scientific punning invokes its colloquial meaning: “stem”, “trunk “,” foot “, that is, the support of the social.  The neologism presupposes that current technology would offer the rhizome from which a social redemption will spring forth in a utopian bud.  Such a premise disdains the constituting foundations (STEAMS) of human being in its social setting. There is no science without con-scious-ness whose source —con- (with)— implies a speaking community.  By a double classic postulate —zoon logos ejon and zoon politikon— language is acquired in the polis. Inhabitant of the nation, only the animal endowed with language —universal grammar codified in DNA— overturns the Real into Reality thanks to science.  Instead of separating Liberal Arts from Natural Sciences, vice versa, it is necessary to consider the way in which science pours its contents into current technological knowledge.  From this understanding springs the title of the conference —not in a simple wordplay— but in an interactive speech act (I X You) that puts the words into play.  If there is a common trunk (STEM) of humanity, language and its con-text lie in its invisible groundwork.  Only a new Tekhne would dare to manifest that po-Et(h)ic substract, often concealed by a mathematical reason.  Poetics unveails the creative and committed origin of any speech act, including scientific activity.

0.  Despegue

Como “un siglo es un momento”, a penas llevo un cuarto de ese instante fugaz impartiendo clases en este instituto tecnológico.  En general, los asistentes proclaman aciertos lógicos muy distintos de los míos.  Entre esos postulados enumero los siguientes cuatro.  “La ciencia y la tecnología impulsan el progreso humano”; “la ciencia transcribe los hechos naturales”; “las matemáticas ofrecen el lenguaje universal”; “sólo lo matematizable exhibe un modelo científico”.  Ninguno de esos axiomas aplica la exigencia del último dictamen, sino todo veredicto se ciñe a las reglas coloquiales que anhelan reemplazar.

Las discusiones se extienden por horas, ante todo porque en inglés jamás se discute.  Sólo hablamos; “we talk about it”.  Por ello, al salir del laboratorio, las mismas pautas gramaticales se aplican al habla vulgar que al científicamente correcto.  Pese a esta equivalencia en el discurso diario, prevalece un antiguo mito que le atribuye un carácter psíquico particular a cada especialización (véase, C. Lévi-Strauss, La alfarera celosa, 1985).  “Las biólogas son así; los químicos, de esta manera”, como si las disciplinas definieran las nuevas fronteras culturales.

En verdad, no sólo ignoro el algoritmo que transporta “la exactitud de la ciencia” hacia su difusión popular y aplicación política.  Hoy resulta más urgente a la hora de las migraciones y nacionalismo adversos.  También desconozco el rigor del intercambio entre esa precisión numérica y la cotidianidad viva.  No niego —luego de ciento veinticinco quimo-terapias— que pervivo gracias a los logros técnicos aplicados de la farmacéutica.  Empero, dudo que ese modelo de inyección por un catéter al torso resuelva el problema social en su conjunto.

Desde su encierro académico, lo matematizable confiesa su fatal pertenencia a la ciudadanía del idioma.  La única salida hacia lo habitual.  El axioma más obvio lo enuncia “las matemáticas son el lenguaje universal”, “math is the universal language” = “(artículo)-sustantivo ser artículo-adjetivo-sustantivo”.  El inglés no sólo singulariza el sustantivo: “mathematics = math”.  De este modo, lo universal lo incluye la propia unicidad del término, ya que lo plural anunciaría la nefasta dispersión —la disemi-Nación derridiana— hacia lo diverso. Dudo que la utopía científica anhele lo Único, sin diferencia ni diferendo.

Asimismo, “language” aglutina lo humano con la máquina como si el cuerpo ya no refiriese ninguna experiencia.  “Speaking in tongues” se unifica en “speaking language”, según el ideal pre-babélico de lo Uno.  Se anhela la unicidad del nombre.  Obediente, la copia fiel de la cosa doblegaría su sustancia al designio manipulador del humano.  También, en el olvido “una mano” ya no consta de cinco dedos, ni el sistema decimal se percibe en calco de los diez dedos extendidos en estrella.

No hay nada matematizable en esa absorción de lo diverso en el ideal de una fórmula única.  Sólo existen juegos de palabras más sofisticados que los albures del habla coloquial.  En EEUU, así lo valida el rigor aritmético que valida el estudio de las ciencias exactas —“hard sciences” en inglés— gracias a un retruécano: STEM.  STEM refiere las letras iniciales de “Science, Technology Engeneering and Math(ematics)”, al igual que calca el sentido original de la palabra: “tronco”, “pedestal”, “soporte”; “morfema radical”; “causar”; “originar”.

Por esa doble metáfora —científicamente correcta— la ciencia postula como eje céntrico de la sociedad humana.  Postula la única enseñanza que perdura.  Como el hueso —materia dura (hard) del cuerpo— su legado anhela subsistir el embate del tiempo que corroe lo blando (soft), esto es, la carnalidad política y las entrañas literarias del ser humano.  Siempre permanece ese legado rígido, pétreo y firme, mientras las humanidades flácidas se deterioran.  Tal es la metáfora racional.

Unificada en su redil, la ciencia se concibe en soporte (STEM) alrededor del cual giran las demás actividades humanas.  Así se concibe la república platónica ideal en la cual el acto cotidiano más nimio lo dicta la razón matemática.  No importa que se hable de la lengua coloquial, del amor, la pasión entrañable, la política, la religión, el arte.  La práctica humana más irracional se sometería al rigor de la ciencia.  Su maestría ya no definirá el ser del Mundo y de las cosas.  Se investiría en regente suprema al dictaminar su deber-ser en mandamiento jurídico.  Hasta con-denar toda acción ilícita que transgreda su reglamento infalible.  Así sucederá mientras no se restituya su carácter hipotético y distinción de niveles.

*****

Con estas metáforas científicas en mente, el título no lo desglosa un nuevo tropo, más acoplado a lo Real.  En cambio, restaura la memoria de ese soporte (STEM) fundacional de lo humano.  El mismo pilar lo pretende soterrar la técnica en su olvido.  La ciencia no instaura un sistema solar en miniatura alrededor de cuyo astro luminoso rotan las virtudes más nobles y las pasiones rastreras.  Por lo contrario, los presupuestos anteriores declaran el arraigo lingüístico de la ciencia en una comunidad de hablantes.  No se discute que el inglés desempeñe el papel actual del latín en el universo científico.  Su aprendizaje  resulta indispensable —sino al escribir artículos y libros— al menos al reseñarlo con un resumen/abstract bilingüe.

En contraste, el dilema a desglosar sugiere ese hecho lingüístico en sí como columna (STEM) constitutiva de lo humano.  No hay ciencia sin con-ciencia de una lengua hablada en co-munidad.  Pese a la insistencia por asentarlo en lo biológico —ADN y genoma— aún no se demuestra la exclusión de lo social al adquirir un idioma.  Aceptar la existencia del carácter biológico de la lengua no invalida la arista socio-cultural, que hoy obtiene sesgos nacionalistas recalcitrantes.

De este axioma —dizque pre-científico— despega la con-ferencia en curso.  No expone un soliloquio.  A manera de “stream of consciousness” renegaría del interlocutor, quien permanece agazapado en el silencio.  En cambio, de nuevo, el con/with- primordial incita al intercambio, a la interrupción y al diálogo continuo.  Pese a la rigidez gramatical formal, el acto de habla suscita la improvisación jazzística en transgresión de un saber en “power-point”.  Por ello, al recalcar el prefijo inicial de la com-pañía, el con-versatorio propicia que la multitud de oyentes —Ud., tú, vos, Uds., vosotros, vosotras— asuman la palabra al investirse en profusión de hablantes creativos en el diferendo.  La diferencia la instituye el acto mismo del discurso.  Siempre ha de re-co-nocer la disparidad —a menudo invertida en espejeo (Yo X Tú)— entre el hablante y la oyente.

Por esta lógica del Logos —valga el pleonasmo, ahora oculto—  la con-ferencia exhorta a proseguir el ejemplar poético de la ciencia misma.  Si los científicos forjan acrónimos y neologismos a doble sentido: STEM, hard, etc.  Si la policía también propone siglas a lectura dividida “Driving While Impair (DWI) en ENDWI (Terminar DWI, donde la primera palabra se lee en sí; la segunda, en deletreo)”.  Ignoro la razón que le niega tal facultad creativa a los hablantes.  En el juego de palabras cotidiano, el sonido-grafía y el sentido engendran la verdadera libertad de expresión sin privilegios jerárquicos.

Por esta certeza po-Ética —creatividad del habla (Yo) X diferendo de la escucha (Tú)— reitero el pilar (STEM) en duplo del ser humano.  En términos clásicos se deletrea zoon logos ejon y zoon politikon.  El ser humano —incluido el científico— es un “animal dotado de lenguaje” y un “animal político”.  Sin esta doble con-Ciencia fundacional, el sostén (STEM) medular de la ciencia se desmorona.  Calla y se arrincona.

Al abstraerla del texto hablado y escrito, la ciencia enmudece.  Despojada de toda experiencia del con-texto se esfuma en la Nada, ya que la lengua no se reduce a un simple instrumento (tool) de co-municación.  De nuevo, esta metáfora artesanal —en boga científica— excluye lo obvio.  Previo al acto de habla, los sujetos se constituyen por la lengua.  Pilar (STEM) fundacional de lo humano, la lengua no califica como simple herramienta (tool).  Sólo clasifica como útil, luego de la férrea institución de lo sub-jetivo en sí mismo, preludio de lo ob-jetivo como ser-en-la-lengua.

El sujeto —su discurso del objeto— no ex-siste sino en el instante en que se coloca (-sistir) a sí mismo por fuera (ex-) de sí en el idioma.  Gracias a la lengua, el cuerpo humano (ADN-genoma) en la polis recibe el derecho de co-municar.  En definitiva, aun si la ciencia exige enfocarse en un aspecto particular —abstraído del todo—  su estudio medular (STEM) no debería descuidar el encuadre lingüístico y político que la sustenta (STEMS).  Al reducir su campo de investigación, se suscita la paradoja de instruir saberes que desconocen.  Remiten a lo ignoto —a “los monstruos de la razón”, según adagio goyesco— el hecho mismo de hablar en un con-texto político.

La interrogante que les presento consiste en reflexionar si Uds. —miembros de un “STEM Institute”— harán del idioma y su con-texto político un legado inconsciente.  O, por lo contrario, seres humanos íntegros los piensan como el verdadero sustento (STEM) de su carrera profesional.  La científica auténtica habla creativamente, según una po-Ética.  Vuelca los hechos descubiertos en soluciones racionales, gracias a la palabra.  Se com-promete en el bienestar social de la comunidad humana.

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