Arturo Ramiro Méndez Azahar
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II. ANTECEDENTES
Es que después de la segunda guerra mundial la humanidad quedó fatalmente determinada por la teoría de la DIVISIÓN DEL TRABAJO.
El imperialismo mundial determinó el futuro de la humanidad en función de los dos factores de la producción: el capital y el trabajo. E inmediatamente desarrolló todo un proceso de penetración cultural dividiendo todas nuestras sociedades en capitalistas y comunistas. A partir de lo cual quedó construido el escenario perfecto para imponerle a la humanidad “la lucha de clases”. Y para ello creó los ejércitos para defender a los capitalistas (oligarquías criollas) eliminando a los comunistas por ser sus enemigos que les querían robar sus riquezas; y las guerrillas para defender a los trabajadores de sus enemigos capitalistas, cialis sale porque son sus explotadores que les roban su única riqueza que es su fuerza de trabajo.
Volviendo a El Salvador; en 1940 fue una realidad el grito de batalla “LOS MILITARES AL PODER”. A partir de 1950 a 1979, viagra los militares, ya en el ejercicio del poder formal, fueron instrumentalizados para la destrucción de toda forma de oligarquía criolla. Pero con la única condición de que siempre fueran fieles a toda forma de poder estadounidense pues para ello, así fueron educados, organizados y financiados. Simultáneamente, en 1960, como surgidos de la nada, comenzaron a ser organizados los grupos guerrilleros que paralelamente a los Golpes de Estado de los militares siempre terminaron en respuestas políticas económicas y sociales favorables a las grandes mayorías. En 1950 constitucionalmente fueron favorecidos los derechos individuales, sociales y políticos. En 1980 se nos impuso por orden de los estadounidense, lo que en 1983 política y jurídicamente así sería aceptado: el cambio radical del sistema en materia agraria; y, según los mismos estadounidenses, para garantizar su irreversibilidad, también nos obligaron a cambiar radicalmente el comercio exterior y se nacionalizó la banca. Para los salvadoreños, especialmente el trabajador rural, el grito de batalla de entonces fue “LA TIERRA AL QUE LA TRABAJA”. Para los estadounidenses fue “ARREBATEMOSLE BANDERAS AL COMUNISMO”. Cuando cayó el MURO DE BERLÍN, los mismos estadounidenses, ya en 1990, no solo nos abandonaron en el proyecto reformista sino que ya nos tenían preparado una forma moderna de esclavitud como es el NEOLIBERALISMO so pretexto de la globalización; así nos impusieron la PRIVATIZACIÓN que no es otra cosa que, con violaciones a la Constitución de 1983, con “prestanombres” crearon sociedades mercantiles fantasmas a través de las que ilegalmente (sin tener la autorización de la Asamblea Legislativa) les transfirieron a las multinacionales los bienes públicos y los servicios públicos propiedad de todos los salvadoreños. Es que por Constitución somos una REPÚBLICA (“res”=cosa, “public”=pública); por ello, como la riqueza pública es de todo los salvadoreños, ella (esos bienes y servicios) son inalienables e imprescriptibles; consecuencia de lo cual todos esos actos jurídicos son nulos de nulidad absoluta por ser inexistentes y por lo tanto no producen efecto alguno. Por el contrario los “timocráticos” y los “anárquicos demagógicos” responsables de semejante traición a la PATRIA están siendo sentados en el banquillo de los acusados donde deberán responder hasta criminalmente. La SALA DE LO CONSTITUCIONAL ya ha declarado inconstitucional la enajenación de los bienes demaniales. La FISCALÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA ya ha instruido los respectivos procesos penales.
Y, es que el problema fue que en 1975, aquella pequeña y muy débil “timocracia” salvadoreña fue incapaz e impotente de desarrollar el proyecto de TRANSFORMACIÓN AGRARIA impuesta también por los mismos estadounidenses que precisamente, desde entonces, como nuestros verdaderos reformadores nos sometieron a desarrollar esa forma tímida de comunismo (como tímida fue la represión paralela a ese proyecto, pues la orden fue solo eliminar a líderes populares), más con la otra condición: que continuáramos profundizando el vergonzoso sistema de dependencia hacia ellos. Aún daña gravemente la moral histórica salvadoreña aquella expresión de aquel presidente gringo que tuvo el atrevimiento de gritarnos ofensivamente.
“SON NUESTRO PATRIO TRASERO”.